Tarugos, café, broches de pelo y tapitas, los nuevos materiales para el arte urbano.
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¿Qué tienen en común los tarugos, las semillas y los broches plásticos para el pelo? Que se transforman en materiales artísticos para los murales XL de la artista Letalí. Lucila Linetzky, Letalí, es la responsable de que cientos de personas por día se detengan a observar el retrato de un Diego Maradona hecho con 4.500 brochecitos de pelo.
Maradona palpita el Mundial de Qatar desde la vidriera del local de accesorios Carey, en el corazón del barrio de Once, en la Av. Corrientes. En doce tonos color piel y algún que otro celeste y blanco, el rostro de brochecitos domina la calle, a puro homenaje.
A Letalí, 38 años, diseñadora gráfica y de indumentaria (por la Universidad de Buenos Aires) le atraen los materiales disruptivos como el café, las mostacillas, los granos de arroz o los hisopos. Sacarlos de contexto y llevarlos a un plano artístico “fuera de las galerías y con la misión de democratizar el acceso al arte. Quiero llegar a la gente, establecer una conexión”, dice la artista que entre sus trofeos, cuenta con un “me gusta” del Kun Agüero. El futbolista le dio like a su retrato, un trabajo meticuloso de papeles calados y cortados en múltiples capas. A la espera del corazoncito de Lionel Messi, que también fue intervenido con brochecitos para sujetar el pelo, Letalí se dedica a “pixelar” celebridades, paisajes y logos.
Retratos de celebridades
Lo que pasa en la vidriera del Once estaba fuera de libreto. La diseñadora está sorprendida porque la gente “se para a mirar de qué está hecha. Y nadie le dice esto es arte, es simplemente una vidriera en la calle Corrientes. Pero lo loco es que hoy nadie te regala su tiempo. Me esfuerzo para deslumbrar y para que pase esto, que se detengan en la vorágine de su cotidianeidad y descubran de qué está hecho el retrato. Es una buena señal, una sacudida”, comenta con emoción.
Van Gogh, Shakira, Freddie Mercury, Paul McCartney o Bob Marley. También Valeria Bertucceli, Migue Granados y Ricardo Darín. “Trabajo con íconos nacionales e internacionales en esta búsqueda por conectar. Me interesa la composición a partir de partículas y si bien me manejo con un método de investigación sistematizado, siempre encuentro en la técnica una novedad, algo que me enciende y me empuja a descubrir los límites de los materiales”, dice la diseñadora y artista, en constante formación. Estudió la carrera de Bellas Artes en el IUNA, asistió a decenas de talleres. Su formación empezó de chica, en la escuela ORT, donde aprendió a calcular estructuras y comenzó a nutrir su caja de herramientas. “Siempre me preparé para este momento, para dedicarme al arte”, afirma.
Los bocetos digitales que luego pasan al mundo analógico son el punto de partida, el borrador que le permite a Letalí establecer cuadrículas para calcular tonos y cantidad de materiales. La sustentabilidad y el reciclaje son problemáticas que la interpelan. Por eso no dudó en sumarse a la convocatoria de El Ceibo RSU, la cooperativa de trabajo que se dedica a la separación en origen de los materiales reciclables. Un paisaje de tapitas y botellas de gaseosas en gran escala fue su pequeño gran aporte a la causa.
Además de organizaciones, Letalí trabaja para marcas, eventos y empresas que dejan en sus manos la imagen institucional. Como el icónico perrito de Hush Puppies, que la diseñadora reconstruyó con miles de flecos de cuero, o los retratos realizados en café como recuerdo para los invitados a un lanzamiento.
Bob Marley, Jimena Barón y Freddie Mercury bajo el mismo encanto
Los granos de arroz y variedad de semillas de lino fueron los elegidos para componer a Bob Marley, una obra que contó con el acabado de una pintura artística especial. A Jimena Barón le llegó su Cobra de millones de canutillos, mientras que la compleja composición de collares de coco que eligió para Migue Granados aún espera que su dueño pase por el taller a buscarla. A Ricardo Darín también le llegó su cuadro 3D, encuadrado bajo la técnica del paper craft, con millones de micro papelitos cortados que van componiendo escalas cromáticas.
En su usina productiva, un auténtico laboratorio (y depósito) de materiales, archiva todo tipo de elementos. “Ya no entraban en casa y por las dimensiones tuve que armar un taller. Cuando mi hijo mayor era chiquito jugaba a separar materiales y pegar papelitos. Ahora mi casa está más ordenada”, aclara Letalí.
Entre sus últimas creaciones se destaca un tapiz de Freddie Mercury realizado con una trama de ocho mil tarugos tejidos y en dos dimensiones: el retrato y las letras que, según el movimiento de los tarugos conforman “Show must go on”, una de las emblemáticas canciones de Queen. También, reprodujo el autorretrato de Van Gogh con tres mil hisopos pintados en distintas tonalidades.
Paciencia en dosis monumentales es lo que todos se imaginan que atesora Letalí. Pero la artista contra ataca: “Soy la persona menos paciente y más ansiosa del mundo”, confía, aunque el trabajo y la concentración la ayudan a domesticar la tolerancia y a fortalecer su templanza: “No le tengo miedo a ningún material, me representan desafíos”, avisa.
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