"Mamá, quiero pastel de fresas"
Influenciados por el doblaje de los dibujos animados, los juegos en red y YouTube, los chicos hoy sorprenden a sus padres con giros mexicanos y un español neutro
Un híbrido entre porteño y neutro. Así define Celeste Santín a la forma de hablar de su hijo León, de tres años, que la ha sorprendido con frases como "Che, ma, yo quiero estar contigo" o "¿Me das de comer un panecillo?" Compartiéndolo con otros padres del jardín al que lo manda o con amigos con hijos pequeños, se dio cuenta de que, al menos en su círculo, están más o menos en la misma. Los chicos hablan raro, como salidos de una serie o dibujo animado doblado en otro país.
Precisamente, todos mencionan a la televisión como la principal fuente de influencia de este fenómeno: primero los canales de cable dedicados a los chicos y segmentados por edades, en los que los personajes hablan en neutro o con acento mexicano, y, luego, los dibujitos animados doblados al español en México o en países caribeños. Pero el origen de esto de decir cometa y no barrilete, de hablar de columpio en vez de hamaca o de dirigirse al otro ya no con nuestro característico "vos" sino de "tú", no se agota en la tele: Internet, los videos de YouTube y los juegos en red también hacen lo suyo. Y más aún, cuando se trata de niños pequeños que pasan mucho tiempo frente al televisor y que, según apunta la psicopedagoga Elvira Giménez de Abad, atraviesan el período de imitación, cuando, como en un juego, repiten todo lo que escuchan.
"Tal vez se apropien de determinados modismos porque les gusta el personaje, las aventuras que corre, los peligros que sortea y quieren parecerse un poco, ser héroes -dice la psicopedagoga-. En la consulta es frecuente escuchar hablar a algunos niños no sólo con palabras diferentes, sino también con tonada mexicana o de otros países."
León, por su edad, no consume aún Internet, salvo programas infantiles muy puntuales que su madre le reproduce en YouTube. Sí, en cambio, mira mucha tele, horas que reparte entre Disney Channel y Paka Paka, como para matizar con contenidos en los que se hable una modalidad puramente argentina del español. A sus padres les causa gracia lo descolgado de algunas palabras que él dice y que ellos no están acostumbrados a escuchar. Cuando ellos eran chicos, eso no pasaba, y lo atribuyen a que su generación tenía otros consumos culturales.
"Antes, la hora de los dibujos era a las cinco en tal canal. Ahora hay mucha más disponibilidad y acceso: los chicos pueden estar sumergidos ahí -dice Celeste, de 30 años-. Cuando habla así, yo lo dejo fluir naturalmente, primero por la edad y después porque no me parece nocivo. Distinto sería si él hablara en neutro las 24 horas."
Una pregunta que los profesionales también se hacen es por qué generaciones anteriores que también veían dibujos animados doblados o programas mexicanos como Chespirito no adoptaron esta forma de hablar. Para Giménez de Abad el quid de la cuestión radica, por un lado, en que esas generaciones anteriores –muchos de ellos, padres de estos niños pequeños que ahora se sorprenden con estas palabras atípicas– no pasaban tantas horas frente al televisor y, por otro, que la presencia del adulto era más fuerte en aquellos años.
Melisa Litvin, abogada del estudio Litvin Legales, cuenta que cuando nació su hija Jazmín, que ahora tiene 5, la regla en el hogar era que la tele no se prendía. Hoy, ya con tres hijos, lo único que sigue regulado es el uso de la tablet, que no se toca los fines de semana ni cuando tienen visitas. El tema de la tele se fue relajando y sí, ahora está todo el día prendida. "Topa y Muni hablan en neutro y los chicos copian –cuenta–. Al escucharlos, la primera reacción es reírte. Después se corrige estando con ellos, no es grave. Si siento que hablan diferente o dicen palabras que ni ellos saben lo que significan, se lo digo y lo entienden perfectamente."
Si bien la mayoría de los chicos suele dejar estos términos neutros una vez que entran a la escuela primaria, algunos de ellos parecen haberlas incorporado de forma definitiva a su léxico. Al menos eso le sucedió a Macarena, de diez años, que sigue usando palabras como pijamada, dulces o pastel y aunque su hermana de 29 se ría y le recalque que estamos en la Argentina, ella le responde que ya se acostumbró y que sus amigas también las dicen.
Los especialistas difieren en esto de si corregirlos o no. Giménez de Abad cree necesario que el adulto, ya sean los padres o los docentes, les enseñen a los niños a hablar como lo hacemos nosotros, marcando la diferencia de vocabulario y entonación; explicarles que decimos maní en lugar de cacahuete y torta en vez de pastel.
La psicoanalista y escritora Gloria Gitaroff, en cambio, se inclina por dejarlos hablar libremente en estos casos. "Salvo que sea algo inconveniente, no creo que haya que corregirlos. Porque a medida que va creciendo, dependiendo de las posibilidades que cada uno tenga, el chico se va vinculando con más medios sociales, la familia, el jardín de infantes, la escuela, la ciudad misma, y va a tomar palabras de todos esos lugares. Lo que sí hay que darles es buena literatura, cuentos bien escritos. Alimentarlos con lindas palabras", dice.
Gitaroff, que es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), cree que lo más perjudicial de este fenómeno no es el intercambio con otras modalidades del español –"los idiomas siempre se nutren de otros idiomas"–, sino el español neutro al que califica de "pastiche" y de un "invento absurdo" al que acceden los chicos.
La influencia de YouTube
La tele no está sola en esto. Distintos estudios realizados durante los últimos años por ComScore, Google, Ipsos MediaCT o YouthBeat, dan cuenta de la creciente influencia de YouTube en el consumo cultural de los niños mayores de 6 años y han llegado a conclusiones tales como que ver videos online es la principal actividad que realizan los chicos de 6 a 12 años en Internet o que la generación Z ve más videos en Internet que televisión. Un ejemplo de esto es la popularidad de los tutoriales del juego Minecraft subidos por un tal Vegetta777 y relatados en un español bien de España, o todos los términos que los chicos sacan por jugar en red.
Santiago Kalinowski, del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, explica que el área con mayor potencial de cambio es precisamente el léxico y este cambio puede estar influido por diversos factores. Uno de ellos, dice, es el contacto con hablantes de otras lenguas, como ocurrió en la Argentina con el italiano a comienzos del siglo pasado o con las lenguas indígenas antes, épocas de las que quedan muchas palabras que se incorporaron al léxico argentino y, algunas de ellas, hasta pasaron al léxico general.
"En los últimos años, al haber cambiado el tipo de flujo migratorio, el contacto que parece prevalecer es entre hablantes de distintas variedades del español –apunta–. Como resultado, es probable que empiecen a aparecer en determinados grupos de hablantes formas que son en principio impropias de nuestro uso. Nada impide que estas palabras pasen a acrecentar el léxico de nuestra variedad, una vez que hayan sido adoptadas por un número suficiente de hablantes."
Sin embargo, no considera que los medios audiovisuales, especialmente la radio y la televisión, puedan tener un impacto a largo plazo en el léxico de la gente: "Lo que resulta menos frecuente es que estas expresiones tomadas de los medios pasen a formar parte del caudal expresivo de una variedad de la lengua mucho más allá de la época en que tienen éxito los programas que les dieron origen. En nuestro diccionario de voces argentinas, por ejemplo, tenemos sólo tres palabras (cocoliche, mateo y canillita) que, según todo indica, surgieron de obras de teatro."
Kalinowski recuerda también algunas expresiones de viejos ciclos de Tinelli que repetía todo el país en su momento y que actualmente nadie usa. "Esto podría ayudarnos a darle su dimensión al efecto que tienen los medios audiovisuales en el habla, muy eficaces al momento de imponer modas, pero no tanto como origen de léxico o expresiones permanentes", dice.
La anécdota que cuenta la periodista Ana Gerschenson ocurrió hace unos años, el día que su hija mayor cumplía seis. La fiesta se hacía en su casa, comandada por los animadores, dos chicos y una chica con trajes coloridos que contaban cuentos y organizaban juegos. Lo esperable, claro, excepto esa forma de hablarles a los chicos, como suelen hacerlo los dibujos animados doblados al español. Pastel en vez de torta, nevera por heladera, de tú en vez de "vos". Y ella se lo preguntó: ¿por qué elegían esa especie de español neutro? La explicación fue simple: la voz sobreactuada, el tono y esas palabras ajenas a nuestro léxico generaban un "clima más de dibujitos" que ayudaba a que los chicos les prestaran más atención.
Pero el que la sorprendió luego hablando de tú o pidiéndole un pastel de fresas fue su hijo Imanol, que hoy tiene 6 años. Él ya dejó el jardín de infantes y también el tú a la hora de hablar, pero, según cuenta su madre, ciertas palabras que debió escuchar en Art Attack, Dora la exploradora o en Discovery Kids ya se incorporaron a su léxico. También aparecieron algunos pedidos difíciles de complacer por no ser parte de nuestra idiosincrasia, como comprar malvaviscos para ponerlos dentro de la taza de chocolatada o ese tarro de mantequilla de maní que, así como lo trajeron de Estados Unidos, quedó casi sin tocar.
Producción de Lila Bendersky