Owen Crippa está decidido a repatriar el Aermacchi con el que voló entre la flota enemiga. La Armada Argentina vendió la nave a un empresario y hoy está desarmada en un galpón de Estados Unidos
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El 21 de mayo de 1982, en las playas de San Carlos, en el estrecho que divide a la Isla Soledad de la Gran Malvina, la Fuerza de Tareas británica realiza la Operación Sutton, que consiste en el desembarco masivo de 5500 tropas apoyadas por catorce buques, helicópteros y jets de combate.
A las 10.30, la operación que se desarrolla sin contratiempos es descubierta desde el aire. Un veloz Aermacchi 339 piloteado por el aviador naval Owen Crippa -enviado a realizar una misión de reconocimiento armado- se encuentra cara a cara con la fuerza de invasión. La historia es por demás conocida: Crippa descubre a un helicóptero británico que se encuentra en las inmediaciones realizando una tarea suicida, atraer misiles Exocet hacia su máquina, y decide atacarlo. El piloto argentino que vuela bajo para evitar ser descubierto por los radares enemigos asciende para disparar al helicóptero que se encuentra en vuelo estacionario encima suyo. Al ganar altura y sobrepasar un cerro, se encuentra con una imagen imponente: logra ver, en todo su esplendor, el despliegue enemigo en plena operación de desembarco. Abandona el ataque sobre el helicóptero y se lanza en picada solo, sin más respaldo que su pericia como piloto.
Elige un blanco, una fragata tipo 22 que resulta ser la HMS Argonaut. Abre fuego con sus cañones de 30 mm, arma similar a las que portaban los Sea Harrier. Luego de rociar al buque con sus disparos, lanza ocho cohetes Zuni de 75 mm en salva contra la estructura de la fragata. Crippa desea asestarle un duro golpe al puente del comando, antenas, radares y dejarla fuera de combate. Algunos cohetes logran su cometido, el buque es averiado y tres tripulantes son heridos de diversa consideración. El comandante de la Argonaut declaró luego que, tras el ataque sobre su sistema de radar 965, este había comenzado a funcionar mejor.
Luego de su ofensiva, Crippa queda expuesto a la respuesta del enemigo. Le queda una sola chance segura para sobrevivir: volar entre los buques de guerra británicos, a baja altura. Piensa que si los buques disparan sobre él, lo más probable es que se impacten entre ellos. La treta da resultado. Sin embargo, el cabo británico Strange, que presta servicio en el transatlántico Canberra, le lanza un misil portátil Blowpipe que, de inmediato, comienza a perseguir al jet naval argentino. Crippa advierte el inminente peligro, corta motor, realiza un viraje violento y esquiva el misil que pasa por detrás de su avión. “A no más de 25 metros”, dirá luego.
Sin más chances de seguir entre los buques enemigos, realiza un escape épico, pocas veces visto. Vuela pegado al mar con su turbina en potencia máxima, con una mano en el comando de vuelo guía a su avión y con su otra mano toma la manija de eyección de su asiento. Sabe que si es alcanzado debe eyectarse de inmediato y, si lo logra, tal vez sobreviva. El mar, delante suyo, parece estar hirviendo: el agua se levanta en columnas similares a los géiseres ante los múltiples disparos que golpean sobre el mar alrededor suyo.
Buques y tropas en tierra no pierden la oportunidad de abrir fuego sobre el solitario jet, practicando tiro al blanco. Además saben que si escapa llevará la noticia del desembarco y no pasará mucho tiempo para que San Carlos se convierta en un infierno.
El escurridizo jet burla a la poderosa fuerza de tareas. Crippa realiza maniobras evasivas, rupturas, giros de derecha a izquierda, mientras le reza a Dios. Tiene 32 años y siente que, muy probablemente, termine su vida sin regresar a su querida Santa Fe. En esos instantes un suceso imprevisto -y sobrenatural- lo sorprende: siente una mano invisible que lo toma de su hombro. Es algo extraño, por supuesto, pero lo interpreta como una buena señal que le hace saber que saldrá con vida. Un instante después, Crippa advierte delante suyo una loma. Su salvación.
Los últimos segundos del escape son terroríficos. La tierra salta a su alrededor, se mueve como en volcanes de turba producto de los disparos que impactan lacerando las tierras irredentas. Crippa cruza la loma y del otro lado encuentra un paisaje desierto. Los disparos han cesado. Lejos de retirarse, suelta la manija de eyección y, sin perder el tiempo, toma un bolígrafo que lleva en su equipo de vuelo. Al resguardo de la geografía, dibuja sobre su anotador de rodilla la posición de los buques y la zona del desembarco. Los peores presagios británicos se cumplen: han sido descubiertos.
El piloto naval regresa al aeropuerto de la capital en las Islas Malvinas y entrega la preciada información. Los mecánicos revisan el Aermacchi y no pueden creer lo que ven. Rodean al avión, van de un lado a otro, miran encima de las alas y debajo. El avión no tiene un solo impacto. Este Aermacchi, conocido como (4-A-115) sobrevivirá al conflicto y Crippa también.
Lo que sigue al ataque de Crippa es un verdadero infierno. La Fuerza Aérea Argentina lanza cuatro oleadas de ataques desde el continente y la aviación naval se suma con otras dos. Al final del día, la fragata Ardent resulta hundida, varios buques navegan inutilizados por averías de bombas o fuego de cañón, dos helicópteros ingleses y un Harrier han sido abatidos y decenas de muertos consolidan el primer costo de la Operación Sutton.
“Lo vendieron para comprar repuestos para los helicópteros que hacen la campaña antártica”
La otra historia -que no es tan conocida- es la del avión que voló Crippa en su épico vuelo. Veintitrés años más tarde de aquel suceso, las autoridades de la Armada Argentina decidieron vender el emblemático Aermacchi. La nave fue adquirida por un particular que la llevó a los Estados Unidos y, de inmediato, la puso a la venta. Buscó hacer una diferencia promocionando la aeronave por su valor histórico.
Owen Crippa, hoy empresario retirado, afincado en la localidad de Sunchales, Santa Fe, lleva adelante un proyecto sin precedentes en la historia de nuestro país. Trabaja sin descanso para repatriar el Aermacchi mediante una campaña de adherentes y devolverlo a la Argentina para que dicha pieza de museo, única en su tipo, pueda ser expuesta y visitada por todos los argentinos.
-¿Cuándo se enteró que su avión fue vendido, Crippa?
-En el año 2005, cuando fui invitado a la Base de Punta Indio por la promoción de aviadores navales que se recibía ese año y me fue comunicada la noticia. Fue un golpe muy duro, pensé que el avión sería enviado al Museo de la Aviación Naval. Pero no, lo vendieron...
-¿Sabe por qué fue vendido?
-Porque la Armada Argentina no contaba con un presupuesto para realizar la compra de repuestos para los helicópteros Sea King que debían cumplir la campaña antártica anual. Se decidió llevar adelante la venta de tres Aermacchi modelo 339 fuera de servicio a cambio de los repuestos necesarios.
-¿Cuál es el estado actual del avión?
-El estado del avión es bueno, se encuentra desarmado en un hangar privado de los Estados Unidos, junto a los otros dos Aermacchi que también están a la venta.
-¿De qué modo piensa lograr traer el avión a nuestro país?
-El modo de lograr su repatriación va ser atendiendo todos los requisitos legales que correspondan. Tenemos un preacuerdo con el vendedor sobre el precio de venta. Estoy decidido a realizar una colecta pública, que permita reunir fondos para cubrir la adquisición del Aermacchi, tramites que se necesitan gestionar como transporte, seguros, etcétera…
-¿En qué estado de tratativas se encuentran con los propietarios de la aeronave?
-Estamos en la etapa final de las tratativas, solo nos resta habilitar una cuenta preferentemente de alguna institución o empresa que nos permita realizar la operatoria en moneda extranjera donde se ira depositando lo recaudado hasta cubrir el monto necesario.
-¿Cuáles son sus planes para el Aermacchi? ¿Realizará alguna gira de muestra o irá a algún museo?
-Por el momento, una vez arribado al país, el plan será ponerlo en las condiciones que la nave exhibía durante 1982. El avión era nuevo, recién llegado desde Italia, directo de fábrica, poco antes de la guerra. Sería bueno exhibirlo en todo el país, para que todos tengan posibilidad de conocerlo.
-¿Las personas interesadas en sumarse a su trabajo, como pueden hacerlo?.
-Podrán hacerlo a través de este correo de contacto; owencrippa@yahoo.com.ar. Quiero agregar que estoy a disposición de empresarios, arquitectos y empresas constructoras que quieran plegarse al proyecto para aportar sus conocimientos, diseños de construcción y lograr un espacio acorde donde se colocará la aeronave. Destacar que el armado del avión lo haremos con los veteranos mecánicos que tuvieron durante años su mantenimiento. Se requerirá a la Armada Argentina espacios para realizar estos trabajos y para albergar al personal que concurra a tales efectos además de su traslado, alojamiento y comidas. Estos costos trataremos de que sean solventados con recursos conseguidos para no afectar el magro presupuesto de la Armada Argentina.
-¿Es cierto que, además la repatriación del avión, se encuentra abocado a la realización de un libro con sus memorias para este año tan especial?
- Tengo fe, espero que Dios me ayude. Esa misma mano que sentí sobre mi hombro aquel día que me encontré solo y rodeado por el enemigo volando en San Carlos.
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