
M. Night Shyamalan
Después del gran éxito de público que fue El sexto sentido, este director nacido en la India regresa para cosechar nuevos aplausos con El protegido, y promete arriesgar más y más en sus filmaciones para plasmar un estilo que va contra la corriente, porque insiste en situaciones con más humanidad y menos efectos especiales
Filadelfia.- Es alto, delgado, de grandes ojos marrones por donde asoma su juventud. A los 30 años, M. Night Shyamalan se ha convertido en uno de los directores más poderosos de Hollywood y está viviendo el sueño de muchos: le pagan por hacer lo que le gusta. Por la escritura del guión de El protegido recibió cinco millones de dólares y otros cinco por su trabajo como director de la misma película. A la gente le gusta lo que él hace. Quinientos millones de personas de todo el mundo vieron su film anterior, El sexto sentido.
Con una sonrisa siempre a flor de labios, que suele crecer hasta la carcajada, Shyamalan exuda seguridad y habla sin tapujos.
-No me gusta basarme en lo que dicen los críticos, me pone nervioso y me enoja mucho -asegura con vehemencia en las oficinas de su productora, Blinding Edge, en Conshohoken, un suburbio de Filadelfia-. ¿Voy a trabajar dos años y dejar que veinte personas decidan mi destino? De ninguna manera. Me puse como objetivo hacer una película en la que esa decisión la tuviesen millones de personas, sin importar lo que esas otras veinte dijesen. Y eso fue exactamente lo que pasó: El sexto sentido obtuvo críticas mediocres; The New York Times la odió, pero hicimos veinte millones de dólares en el primer fin de semana después de que esas mismas críticas se publicaron.
Indostaní de nacimiento, Shyamalan se crió en los Estados Unidos, en el seno de su familia de clase media acomodada. Adoptó la nacionalidad norteamericana para poder obtener becas de estudio. A los 10 años, por diversión, hizo sus primeros escarceos en el terreno del cine con una cámara de 8 milímetros. -¿Cómo surgió su interés por el cine?
-¡Ah!, el cine le interesa a todo el mundo. ¿Cómo me interesé en hacer cine? Supongo que fue por las películas que se estrenaron cuando era chico: Star Wars, Encuentros cercanos del tercer tipo, Tiburón, ET... A esa edad uno es muy impresionable.
-Así que durante la secundaria hizo sus películas caseras...
-Y cuando terminé la secundaria me aceptaron en la escuela de cine de la New York University (NYU).
-En otras entrevistas dijo que sus directores favoritos son Spielberg y Lucas. Habiéndose formado en una escuela de cine es raro que en esa lista no aparezcan Fellini, Godard, Renoir...
-Es verdad. Si bien vengo de un lugar más orientado al cine arte e independiente, nunca me sentí atraído por ese tipo de films. Yo me engancho más con las grandes multitudes, gritando y reteniendo el aliento, pasándola bien y llorando.
-Hablando de llorar, ¿por qué sus personajes siempre parecen tener una carga muy pesada que los acongoja y angustia?
-Esa hora y media es como un viaje durante el cual los personajes se liberan de esa carga. Los personajes que empiezan no teniendo ninguna carga, deberían llevar sobre sus espaldas algo de lo que desembarazarse.
-¿Es único hijo?
-No, tengo una hermana seis años mayor.
-Se lo pregunto porque sus dos últimas películas (El sexto sentido y El protegido, actualmente en cartel en Buenos Aires) muestran un núcleo familiar de padre, madre y único hijo.
-Me gusta mantener las cosas simples, y las haría aún más simples si pudiera. Mientras que hay gente que se entusiasma viendo grandes batallas, a mí lo que me encanta es hacer escenas de diálogos. Me resulta mucho más atrapante un grupo de gente cenando que un batallón de efectos especiales. Yo tengo que encontrar la humanidad del momento, eso me parece muy poderoso, y en las escenas de peleas descomunales o interminables persecuciones de autos es más difícil encontrar la humanidad.
-Dado que tiene 30 años recién cumplidos, se podría esperar que utilizara un lenguaje cinematográfico más joven en términos de la música, la problemática de los personajes, etcétera.
-Es verdad. Si bien la gente de mi edad está tratando de hacer cosas más arriesgadas que las que hago yo, esa estética no es la que me inspira. Me entusiasma más la forma de contar de la antigua escuela, como Hitchcock, por ejemplo; películas que tienen un ritmo más lento, que hacen sumergirse en la historia y su mundo paso a paso. El estilo de los cortes superrápidos provoca mucha distracción, y si bien el espectador puede entender la idea que se quiere transmitir, nunca se hunde en ella, sino que se queda con la imagen del montaje.
-Pero la problemática de los personajes que escribe no parece tocarse nunca con la que puede tener una persona de su edad.
-Creo que sí se relacionan conmigo de alguna forma. Wide awake (la película que hizo antes de El sexto sentido y que fue un fracaso de crítica como de público) se trataba de un chico que buscaba a Dios, y quizá reflejó mi búsqueda de un camino en la vida, como también la preocupación de que el amor nos pase por al lado. El sexto sentido es, para mí, acerca de la comunicación, de balancear el trabajo y la vida familiar, algo con lo que estaba lidiando en ese momento. Además, Malcom -el protagonista- se pregunta si es bueno en lo que hace y yo también tenía esa duda. Y El protegido explaya la duda: "¿Qué se supone que debo hacer en esta vida? ¿Dios pretende que sea alguien especial? La gente me dice que soy especial, pero, ¿debo creerlo o soy un fraude, alguien común que tuvo suerte?" Ese tipo de cosas.
-¿Y usted cree que está destinado a hacer algo importante o sólo que tuvo buena suerte?
-Es cuestión de creer en una cosa o en la otra. Yo puedo creer cualquiera de las dos en cualquier momento. Cuando me pongo a escribir una nueva película me siento tan lleno de ideas y estoy tan contento que pienso que eso es lo que se supone que debo hacer en este mundo. Pero en otros momentos veo todas mis fallas y mis errores, y creo que cualquiera podría hacer esto y estar en mi lugar.
-A la revista Entertainment le dijo que con El sexto sentido se había propuesto hacer la película más taquillera del año y que fuese nominada al Oscar. Lo logró pero, ¿cómo se hace realidad un plan como ése, que usted hace parecer tan simple? Todo el mundo quiere hacerlo así.
-Exacto, todo el mundo quiere hacerlo, pero pocas personas lo reconocen. Lo correcto políticamente es decir: "¡Oh!, espero que a la audiencia le guste, bla-bla-bla." Yo fui sincero. Le dije a mi equipo: "Hagamos la mejor película del año, la de mejor calidad, la más exitosa comercialmente". ¿Teníamos la garantía de que lo haríamos? Noooo. ¿Podría haber fallado completamente? Por supuesto. Y si eso hubiese ocurrido, habríamos vuelto sobre nuestros pasos, analizado qué había salido mal y tratado de hacerlo de nuevo. Y cada vez que filmemos intentaremos hacer la mejor película del año, la más taquillera, que sea nominada al Oscar... Si ésas no son tus expectativas, ¿para qué estás haciendo películas? ¿Pretendés hacer una película meramente buena, no la mejor del año? Entonces, que no te dejen dirigirla, que no te den la plata. Yo hago cine comercial, así que para mí el objetivo es alcanzar la mayor cantidad de audiencia con la más alta calidad que pueda. Esa es la verdad, pero muchos se la guardan y dicen: "¡Oh!, espero que le guste aunque sea a un par de personas y voy a ser feliz". Mentira. Yo soy honesto, yo quiero que la reacción que provocó El sexto sentido se repita cada vez que se estrena una de mis películas. No va a ocurrir siempre, pero voy a tratar.
-¿Así que cuando se sentó a escribir pensó: "Voy a hacer una película comercial y para tal fin va a tener que tener esta y esta característica"?
-Sí, eso fue lo que ocurrió. Pensé: "Ya tuve suficiente con las películas independientes, no voy a llegar a ningún lado con eso, no soy bueno haciéndolo, a los críticos no les gusta..."
-Y ahora esa misma gente lo está llamando prodigio...
-Es interesante. El protegido es la película que mejor respuesta de los críticos ha logrado en mi carrera, lo que no es mucho decir. A algunos no les gustó, pero a los que sí, les gustó mucho. En general, los directores de cine comercial no toman tantos riesgos como yo, no hacen tomas de cuatro minutos totalmente en silencio, no se toman el tiempo para exponer las sutilezas de la actuación, en oposición a los efectos especiales, que es algo que tienta y distrae mucho. Yo también quiero que la audiencia esté atrapada, pero atrapada de una forma diferente. En El protegido nos dijimos: "Demos un paso hacia el futuro del cine comercial, quizá vayamos en la dirección incorrecta, pero vamos a ir en esa dirección y veremos si la gente nos sigue. En caso contrario, desandaremos el camino y trataremos de ir en otra dirección".
-¿Cómo es su proceso creativo?
-Todo empieza con una idea. Junto con esa idea hay un color emocional. Cuando encuentro el color emocional que realmente me entusiasma trato de hacer una historia alrededor de ese color. Es difícil de explicar, pero la humanidad de las situaciones es la prioridad siempre, por eso en El sexto sentido el chico dice: "Veo gente muerta", y no: "Veo fantasmas". Es alrededor de ese sentimiento que trato de hacer todas las escenas.
-¿Cómo hace que Bruce Willis sea el actor indicado para todos sus papeles protagónicos?
-El sexto sentido no la escribí pensando exclusivamente en él, aunque sí lo tenía presente. Tenía claro que no quería escribir una película para los críticos, sino una que por la cual la gente sintiera curiosidad. "¿Una película de miedo con Bruce Willis? ¿Cómo será?" El protegido sí la escribí para él, y en retrospectiva, aunque lo pensé, no se me ocurre otra persona que hubiese podido interpretar a David Dunn y no verse tonto. -¿Se acuerda de la primera vez que vendió una historia?
-Yo no vendo historias, ni siquiera a mis agentes, es una de mis reglas. Lo considero un signo de inseguridad: si creés que es buena, escribila. Una vez que tengo el guión escrito, tampoco le cuento a nadie de qué se trata. Es una filosofía, no me gusta vender: si tenés el tiempo para leer las 120 páginas leelas; si no, encontraremos a alguien que lo tenga. Si leés las primeras diez páginas y no sentís ganas de seguir... me sorprendería.
-Después de que a Wide Awake le fue tan mal, ¿no lo asaltaron preguntas como: "¿Sirvo para esto? ¿Podré filmar de nuevo?"
-Sí, eso es lo que se siente al principio, durante el período de duelo. Pero después de un par de meses me enojé: yo sabía que podía escribir y me propuse hacer un guión que yo sintiera que era extraordinario. Si nadie lo compraba, peor para ellos, lo dejaría en un cajón y listo.
Lo primero que les dije a mis agentes fue: "No vamos a vender este guión por menos de un millón de dólares". Llamaron a los 12 estudios y les dijeron: "A las 10 van a recibir un guión escrito por Shyamalan, no les vamos a decir de qué se trata. La oferta empieza en un millón". Esto provocó mucho interés y por suerte nos salió bien, pero nos podría haber salido el tiro por la culata. Ocurre que hay un momento de tu vida en el que estás listo para tomar todo. Y, de todas formas, no tenía nada que perder.
-¿Ni el amor propio?
-¿Amor propio? Después de que los críticos destrozaran Wide Awake y de que también fuera un fracaso de taquilla, no me llamaba nadie de la industria, estaba al final de la escala de directores. Así que no me pareció un riesgo, tenía bastante confianza en el material y no me quería poner en una posición vulnerable, como me había pasado con Labour of love, un guión que había vendido a los 23 años, pero del que me habían quitado la dirección. No quería que eso volviese a pasar así que aposté a todo o nada.
-Cuando lo nominaron al Oscar el año último, ¿preparó un discurso por si ganaba?
-No; sabía que no iba a ganar. Para el momento de la ceremonia, más o menos ya se sabe.
-Por su experiencia, ¿supone que si hace otra película que fracasa estrepitosamente, pueden olvidarlo y que todo volverá a empezar?
-El sexto sentido hizo 50 millones de dólares en siete días. Quizás algún día haga una película que al bajar de cartel lleve acumulada en total esa cantidad de dinero. En ese momento recordaré estos días gloriosos.
Eventualmente, voy a tener un fracaso, seguro, porque pienso tomar más y más riesgos, hasta que en un momento voy a ir demasiado lejos. Esa es la manera en que quiero fracasar, no quiero hacerlo por complacencia.
-Tiene una actitud temeraria frente a la vida y su confianza en usted mismo parece no tener límites.
-La confianza en uno mismo nace de la elasticidad: un elástico se estira, pero vuelve a su tamaño original, se adapta a la situación. No es tener confianza en que vas a tener éxito siempre o que el mundo te dejará tener éxito, no.
La cuestión pasa por el hecho de que si recibís un golpe que te desploma, durante un momento parece que no vas a poder moverte, pero cuando ese momento pasa, te levantás más enojado, más fuerte y mejor persona de lo que eras cuando caíste.
Pongamos el caso del crítico de The New York Times, Steven Holden. Cuando una película es muy chica, todo lo que importa es la crítica de The New York Times, un hombre decide tu destino. A él no le gustó mi primera película, Praying with anger, y duró en cartel dos semanas. Me tomó tres años reponerme.
Hice Wide Awake, de nuevo él hizo la crítica, la detestó. En dos semanas la película estaba afuera de los cines. Me dije: "No voy a hacer más películas para vos", y escribí El sexto sentido.
Holden hizo la crítica, la destrozó, pero el día del estreno la película rompió el récord de taquilla de ese mes, agosto. Como Holden no obtuvo el puesto de crítico en jefe, lo hicieron a un lado. Otra persona fue como jefe, hizo la crítica de El protegido, que le encantó. Pensar que Holden estuvo aplastándome, ahogándome por siete años, diciendo: "Apesta, es malísimo..."
El sexto sentido fue elegida la película favorita del año y él no tuvo nada que decir, no pudo hacer la crítica de El protegido porque su opinión no tiene peso para los lectores.
Por otro lado, si él no hubiese estado en esa posición yo no habría sido ni tan bueno, ni tan rápido, ni tan fuerte. Mi crecimiento hubiese sido mucho más lento, así que de alguna manera le tengo que agradecer: hizo que todo fuese mucho más rápido y tanto más dulce cuando ocurrió.