Los fines de semana, Eugenia y Juan tomaban mate en su terreno (vacío) de Escobar después de hacer kitesurf, y jugaban a imaginarse cómo sería su casa. A dos parcelas de distancia, una trazada por el estudio BAM! Arquitectura les llamó la atención: "Algo así tenemos que tener nosotros". La pareja se acercó al estudio de los socios Gonzalo Bardach y Matías Mosquera con una única consigna: "Queremos una casa bien social". Lo demás, lo dejaron en sus manos.
Ellos respondieron a semejante acto de confianza con un proyecto que captaba el espíritu fresco de sus dueños: una construcción con materiales nobles de fácil mantenimiento y una distribución en dos plantas con un patio central que suplía la angostura del terreno (y garantizaba no tener que encender jamás una lámpara de día ni resignar vista al verde desde ninguna ventana). Además, lo acompañaron con una propuesta de interiorismo que realizó Gonzalo junto con la arquitecta Josefina Dibar, miembro también del Estudio. El resto de la historia es puro idilio estudio-cliente, y termina –alerta spoiler– con una casa en la que nunca faltan las visitas de amigos.
Usamos la luz natural como material arquitectónico: una terraza en la planta alta, lindante con el vacío donde se ubicó la escalera, lleva claridad a toda la casa desde su centro
Los muros son de hormigón a la vista con terminación fenólica. Como complemento cromático, y de bajo mantenimiento, se eligió revestir los pisos de las áreas sociales en la planta baja con porcelanato gris oscuro (Ilva).
"El interiorismo apunta a destacar la arquitectura y la relevancia del entorno verde. Elegimos muebles simples y delicados a los que dotamos de calidez con géneros o detalles de madera".
El ambiente cuenta con mesas auxiliares en chapa blanca, sillones tapizados con género aterciopelado gris topo (Casa Almacén), a tono con las cortinas (Jengibre Home & Kids), y un sofá blanco, con almohadones de terciopelo en tono mostaza (Rapsodia Home). En el centro, alfombra de lana a rayas (Elementos Argentinos).
En este sector se dispusieron alacenas y muebles bajo mesada con frente blanco laqueado, combinados con artefactos y bacha en acero inoxidable. Sobre la barra de cemento alisado, centro de mesa en hoja de palma, jarra cerámica blanca y ensaladera de bambú (todo de Falabella). En la mesada opuesta, repasador a cuadros (Rapsodia Home), pie de torta de mármol y jarra ‘Bistró’ (todo de Falabella).
La planta baja se planteó como un único ambiente que integra orgánicamente todas las áreas sociales con la galería y el jardín. Así, los metros realmente rinden: en términos prácticos y visualmente.
La mesa con tapa de vidrio que los dueños trajeron de su casa anterior se complementó con un juego de sillas de madera (Las Marinas). Además, se sumó a la escena una dupla de lámparas de chapa negro mate. Un estanque con plantas acuáticas y carpas –una pasión del dueño de casa– separa el living del comedor. Ese sector se dejó sin techar, para dar paso libre a la luz hacia ambos ambientes.
Siguiendo la premisa de desdibujar el límite entre interior y exterior, todos los ambientes de la planta alta dan a una terraza verde, que sirve a su vez de aislación al techo de la galería.
En el toilette, el sol que se filtra por la claraboya ilumina las fotografías de la dueña de casa ubicadas sobre la bacha de cemento.
El diseño de la terraza y el jardín, con plantas nativas y naturalizadas, estuvo a cargo del Estudio Bulla. "Me enganchó tanto el tema que terminé anotándome para estudiar paisajismo", comparte la dueña de casa.
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