Rayane Souza es creadora del grupo “Gordos en la ley”, un grupo activista que crea conciencia sobre el tema y ayuda a víctimas que sufrieron discriminación laboral
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“Es extraño, a pesar de que está tan cerca de mi casa, no fue hasta hace cinco años que comencé a regresar aquí para ir a la playa”. Rayane Souza creció en una isla en Vitória, la capital del estado brasileño de Espírito Santo. Sus padres son dueños de una casa en Ilha do Boi, un barrio acomodado con algunas de las mejores vistas de la ciudad. Nos reunimos en la orilla del mar para hablar sobre la “gordofobia”, una expresión que describe la discriminación contra las personas de mayor peso.
Sensibilizar sobre lo que es la gordofobia
Ella es una de las fundadoras de Gorda na Lei (“Gordos en la ley”), un grupo activista que crea conciencia sobre el tema y empareja a abogados y víctimas de prejuicios que quieren buscar una reparación legal.
Brasil puede ser conocido por el estereotipo de cuerpos “bronceados y listos para la playa”, pero también es un país donde los activistas proponen -y aprueban- leyes para hacer que las ciudades sean más accesibles para todas las formas del cuerpo.
Los abogados llevan casos de discriminación a los tribunales -especialmente en el lugar de trabajo- y las mujeres celebran la belleza de las tallas grandes en concursos.
Mientras Rayane habla con la BBC en un banco frente al océano, su novio toma fotografías. Todo se va a Instagram, donde la ahora influencer comparte su día a día con sus más de 19.000 seguidores. Esta versión de sí misma a los 32 años está a kilómetros de distancia de la niña que pasó 11 años sin siquiera poner un pie en la playa.
“En mi adolescencia solía mencionar todas las excusas de manual para evitar los viajes a la playa con mis amigos. Decía que tenía mi periodo, que estaba enferma… y cuando eso no funcionaba, yo era la única persona a la que verías con pantalones negros y una camisa holgada sentada en la arena”, recordó.
“He sido gorda toda mi vida. Era una niña gorda, una adolescente gorda. Estaba acostumbrada a escuchar comentarios sobre mi peso”, sostuvo. Pero, ella dice que algo cambió cuando fue a la universidad.
Experiencia traumática
En 2012, compañeros de clase de Rayane crearon un grupo de WhatsApp para comentar su figura. Tomaban fotos de sus redes sociales y hacían comentarios crueles sobre su apariencia. En un momento, uno de los estudiantes se sintió culpable y le contó lo que pasaba.
Fue esa experiencia traumática la que cambió su perspectiva. Al lidiar con el dolor, la influencer descubrió el movimiento “Cuerpo Positivo”, un concepto nacido en EE.UU. en los años 70 que se enfoca en “el autocuidado, el amor propio y la autoaceptación”.
“Cuando supe lo que era la gordofobia, entendí lo que me pasó a lo largo de mi vida. Nunca fue culpa mía, fue culpa de la sociedad”, indicó. En 2019 le pidió a su amiga Mariana Oliveira, una reconocida abogada de derechos humanos, que creara un grupo para promover una campaña.
Ahora, reciben alrededor de 70 mensajes por mes de personas que quieren una compensación por haber sido discriminadas o compartir su historia. Según las estadísticas oficiales, hay más de 1.400 casos abiertos en los tribunales laborales brasileños relacionados con la gordofobia.
Discriminación en el lugar de trabajo
La gordofobia no es un delito en el país, pero existen formas de abrir un proceso legal, como llevar a una persona a los tribunales por difamación, calumnia o incluso acoso moral, explica Mariana.
Menciona un caso particular en el que el dueño de un negocio condicionó el pago de una bonificación a que una de sus empleadas perdiera peso. “Incluso la hizo subirse a una balanza”, agrega.
Los jueces fallaron a favor del empleado y fijaron una reparación de alrededor de $1.800 dólares, una de las cantidades más altas registradas en Brasil en relación con un caso de gordofobia, aunque sigue siendo una pequeña suma en comparación con otras decisiones del sistema judicial brasileño.
En su defensa, el empresario aseguró que le sugirió que bajara de peso porque “la veía como una hija y quería lo mejor para ella”. En su decisión, los jueces escribieron que nada en su interacción se parecía a una relación padre-hija y resumieron su asombro: “Los hechos que emergen de este proceso son surrealistas, aunque indiscutibles”.
Pese a que el número de casos llevados a los tribunales fueron en aumento, Rayane y Mariana dicen que mucha gente todavía no se anima a buscar reparación porque prefiere evitar revivir el trauma. Ese es el caso de una mujer en Espírito Santo que quedó atrapada en un torniquete de un autobús durante cuatro horas y tuvo que ser rescatada por los bomberos.
“La gente estaba tomando fotos y burlándose de ella, publicando videos en las redes sociales”, cuenta Rayane. Los torniquetes son un gran problema para las personas más grandes en Brasil. Rayane dejó de tomar el autobús cuando tenía 14 años, luego de quedar atascada mientras se dirigía al centro de Vitória.
“Tengo el privilegio de poder tomar un taxi o conducir yo misma a donde quiero ir. Pero, esa no es la realidad para la mayoría de los brasileños”, aseguró.
En la búsqueda de cambios
En su opinión, algunas de las leyes deben cambiar para que la ciudad sea más accesible y cómoda para personas de todos los tamaños. En lo que respecta al autobús, la influencer cree que una solución fácil sería permitir que los pasajeros embarquen por la puerta trasera; hoy en día, la gente tiene que pedirlo como un favor al conductor, a veces sin éxito.
Uno de los lugares de Brasil donde se hizo un cambio de política es Recife, otra ciudad portuaria. El año pasado se aprobaron dos proyectos de ley contra la gordofobia: uno estableció un día para crear conciencia y otro hizo obligatorio que las escuelas compraran pupitres más grandes para los alumnos, al menos uno por aula.
“Escuché muchas historias de personas que habían pasado por tantas humillaciones en sus años escolares. Personas que tenían que ir todos los días a la oficina del director para agarrar la silla de un adulto”, dice la concejala Cida Pedrosa, quien propuso el proyecto de ley.
En su opinión, las iniciativas para hacer que la ciudad sea más inclusiva para personas de todos los tamaños son tan importantes como las que luchan contra la obesidad y promueven la alimentación saludable o el ejercicio.
“Una cosa no está necesariamente conectada con la otra. Tenemos la obligación de brindar alimentos saludables a los estudiantes de las escuelas públicas y alentar a las personas a llevar un estilo de vida saludable. Pero, al mismo tiempo no podemos seguir reproduciendo la idea de que las personas gordas están enfermas”, agrega.
Esa es también la campaña de Carol Stattler. Ella es del grupo “Bonita de Cuerpo”, que se unió a la concejala Cida Pedrosa para aprobar la nueva legislación. Ella afirma que las personas más grandes a menudo son estereotipadas como perezosas, lo que las frena en el entorno laboral, y se las considera individualmente responsables de su situación.
Sin pensar que en el mundo actual, donde muchas están empleadas en trabajos mal pagados y tienen que viajar durante horas en megaciudades, y donde tener dinero para comer frutas y verduras, y encontrar tiempo para hacer ejercicio puede ser un privilegio.
“Esto es estructural, la gente está engordando y tenemos que lidiar con eso”, manifestó. Las cifras oficiales muestran que la mitad de los brasileños tienen sobrepeso y uno de cada cuatro se considera obeso.
No es fácil perder peso y la evolución tiene parte de la culpa. A lo largo de la historia, la humanidad pasó más hambre que abundancia, una dinámica que ayudó a programar nuestros cuerpos para aumentar el apetito cuando se adelgaza, asegura la doctora Lúcia Cordeiro.
El componente psicológico también puede jugar en nuestra contra -alrededor de 30% de las personas obesas en el país tienen trastornos alimentarios-, explica la especialista en endocrinología. Es por eso que el tratamiento exige con frecuencia el aporte de los profesionales de la salud mental.
Otro 30% de los casos provienen de factores genéticos. El doctor Cordeiro explica que la obesidad es una condición inflamatoria asociada con una amplia gama de enfermedades, desde el cáncer hasta la insuficiencia cardíaca y la apnea del sueño.
Aun así, una persona puede tener sobrepeso u obesidad y considerarse saludable. “Y también lo contrario: se puede ser delgado y poco saludable”, afirma la experta desde su clínica de Recife.
“Evaluamos la salud global del paciente. Si tiene sobrepeso pero no hipertensión ni diabetes ni trastornos de lípidos, se puede clasificar como un paciente sano”, enumeró.
En su opinión, el aumento de la obesidad es un problema de salud pública que debe abordarse. Sin embargo, eso no significa que la sociedad no necesite adaptarse para hacer la vida más cómoda a las personas más grandes o para luchar contra la discriminación. El mundo necesita ambos, sugiere: “Tenemos que decirle a la sociedad que intente vivir una vida saludable, pero debemos tener cuidado con la forma en que enviamos el mensaje, para que no se transforme en prejuicio, en gordofobia”.
De vuelta en Vitória, Rayane asegura que mucha gente tiene “miedo de ir al médico”. La BBC escuchó varias historias de personas a las que se les dijo que tenían que adelgazar sin importar sus síntomas o las razones que los llevaron a buscar atención médica. No son pocos los que aseguran que es habitual que los profesionales de la salud avergüencen a quienes acuden a la consulta.
De ahí que la influencer esté en la búsqueda de un médico “empático” que la ayude a comer más sano. Ella y su prometido Thiago planean tener un bebé y ella quiere que el embarazo transcurra de la mejor manera posible: “Quiero mejorar mi calidad de vida, comer más sano. Si pierdo peso en el proceso, que así sea, pero ese no es mi objetivo principal. Creo que puedes tener un cuerpo gordo y un embarazo saludable”.
En su opinión, uno de los conceptos erróneos más grandes que tiene la gente sobre los grupos antigordofobia es la idea de que los activistas abogan por un estilo de vida poco saludable. Lo que quieren, explica, es hacer las ciudades más accesibles, que los médicos traten a sus pacientes con dignidad y que las personas tengan oportunidades justas en el mercado laboral.
“Nada que ver con romantizar un estilo de vida poco saludable. De hecho, no alentaríamos a las personas a permanecer en un cuerpo que está constantemente marginado. Alentamos a las personas a empoderarse, a buscar sus derechos. Las decisiones de estilo de vida pertenecen a cada uno”, concluyó.
*Por Camilla Veras Mota
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