Louta. “En diciembre me imagino tocando en el Lollapalooza, todos felices”
A Louta la cuarentena lo encontró trabajando en su nuevo disco. Y la decisión fue... no interrumpirlo. "Le descubrí la vuelta a grabar en mi casa, a distancia", cuenta este veinteañero espigado que irrumpió hace cuatro años con un look retro (entre un personaje de Mad Men y un muñeco de juguete) y una música muy siglo XXI que combina desprejuiciadamente rap, trap, dance, sonidos procesados y un vivo performático de alto impacto visual. "El valor que pasaron a tener los recitales después de todo esto es otro porque hoy en día vemos un show por YouTube y lo sentimos casi como ilegal. Ves un beso en una película y decís : ¡Qué están haciendo, están locos! Por eso creo que vamos a volver a tocar en vivo desde un lugar diferente", especula con ilusión quien con su segundo disco, Enchastre (2018), y temas como "Puede ser" y "Ayer te vi" confirmó el crecimiento vertiginoso que venía experimentando en la noche palermitana y que lo llevó a ser número preciado en festivales como Baradero Rock, Buena Vibra o Lollapalooza.
"Creo que es una cosa natural del ser humano cuando que surge algo nuevo no entenderlo demasiado al principio", dice respecto al quiebre generacional que para muchos significó la aparición tan fuerte de una música urbana y sus derivados que Louta encarna junto a otros. Y que no guarda relación con lo que se venía escuchando masivamente. "Siempre pasa eso. Creo igual que en este caso fue una situación más blanda porque no es como en otras épocas que los padres no entendían bajo ningún punto de vista la vida que vivían sus hijos. Acá hay una cosa más cercana", diferencia. Y vuelve sobre el tema que hoy convoca a todos: "Hace tres, cuatro semanas que no hay un recital en toda la faz de la tierra. Ni siquiera en una cantina. ¡Eso es algo que nunca pasó!", se entusiasma a poco de estrenar "De este lado de la foto", su nueva canción y también el video que lo tuvo codirigiendo.
–¿Y cómo te está afectando más allá de lo musical?
–En general bien. Obviamente en la situación en la que estoy no tengo problemas para comprar alimentos o lo que fuese, no estoy en una situación vertiginosa. Pero igual decidí sentir todo lo que me estaba faltando, vivir la cuarentena a fondo. La otra era hacer de cuenta que no pasaba nada. Pero creo que ser consciente está bueno. Preguntarse cosas. Por ejemplo: ¿Che, no extraño a tal persona? Permitir que te pase, entenderlo, permitir que la cabeza de uno lo sienta.
–¿Y qué respuestas encontraste?
–Me di cuenta de que hay una valoración mayor de lo que ya no tenés. De ver recitales, de verse con gente. La necesidad de reírse fuerte, de entrar situaciones cotidianas. Esa vitalidad que a veces nos llena de preocupaciones pero que en realidad no son tanto porque es la vida como un músculo ejercitándose.
–Venís sacando canciones sueltas. La que salió en diciembre, "No te comas la peli", ¿puede leerse también como advertencia a vos mismo?
–Yo creo que va más por el lado del enrosque. Como cuando empezás a paranoiquearte y le tenés que ganar al monstruo interior que te quiere hacer creer que todo va a ser una mierda. Esa peli de oscuridad que aparece y te come la cabeza mal.
–Y desde lo musical, ¿hay continuidad con la canción que sacate después, "De este lado de la foto"? ¿Un ir hacia algo más simple?
–Justo se dio un minimalismo en esas dos canciones. Pero sí, me copa que el discurso sea claro, concreto. No sé si sencillo, pero sí concreto. Tanto en la letra como en la música. Que no haya mucha vueltita, mucho adorno.
–En varias entrevistas contaste que a los 19 antes de arrancar con la música viviste una etapa de depresión. ¿Cómo fue?
–Estaba sin ganas de nada, pero después remonté copado. Creo que es parte de cuando uno se pregunta un montón de cosas y no entiende demasiado. Una cosa contemplativa que te termina comiendo. Por eso a veces es mejor dar el primer paso aunque no sepas muy bien a dónde vas porque así ganás confianza. Avanzar siempre como lema.
–¿Qué te pasaba?
–Fue una crisis de no entender cómo funciona el mundo, para dónde hay que ir. Nadie te parece un referente. Todo te parece medio decadente. Después vas construyendo a partir de lo que te pasa. Un momento en que estás solo y te preguntás y ahora qué carajo hago, hacia dónde voy. Me quedaba bastante en mi cuarto, en mi casa.
–Lo pudiste poner en palabras.
–Después. En el momento no era muy consciente. Recién con el tiempo me di cuenta de qué era lo que me frenaba, a dónde estaba el miedo, que era el miedo a pifiarla.
–¿Ahí fue cuando encontraste en el budismo una salida?
–Sí. Empecé a practicar el budismo de Soka Gakkai. Fui a una reunión y me encontré con una pensamiento humanista que plantea un enfoque distinto; que todos los seres humanos tienen un potencial ilimitado. Y cuando uno empieza a poner en práctica eso es como regar a una planta que estuvo esperando agua mucho tiempo. Crece en seguida. El budismo es tener una cuenta de banco y que te den la clave para sacar la plata. Es lo que ya está dentro de uno, ese potencial inherente que todos tenemos, pero que no podés activar. Mediante la práctica, el budismo lo puede hacer emerger.
–¿Desde entonces es algo que aplicás en tu día a día?
–Sí porque es una práctica a reconfirmar todos los días. No tiene que ver con una comprensión, de entender algo y ya está, sino de enfrentar los desafíos diarios desde una postura distinta y alentar a las demás personas. Salir de ese encierro. Es real que gracias a la práctica budista puedo hacer lo que hago.
–Tu nombre real es Jaime James. ¿Qué te atrae de ser Louta?
–Louta es una página en blanco, es mi cuaderno y mi birome. Lo que pasa es que uno para crear necesita encontrar los márgenes, pararse desde un lugar. Yo creo que las personas son creativas inherentemente, que la cuestión es encontrar dónde pararse para poder salir disparados. Louta es una proyector que entiendo cómo funciona y puede proyectar lo que yo quiero. Es mi herramienta.
–¿Qué otras cosas te interesan más allá de la música?
–El otro día justo hice un programa de radio para Futurock. Estuvo muy piola. Saqué algo de adentro que me gustó mucho. Un programa sólo como conductor, una hora. Hice como un monólogo y me encantó. Después, me gusta leer. Me gusta mucho Raymond Carver.
–¿Cómo te imaginás diciembre de este año?
–Tocando en el Lollapalooza todos felices. Ya no más cuarentena, sacando un disco, viendo a otros artistas, festejando el nacimiento de una nueva sociedad mucho más copada. Que todas las personas puedan brillar. Que la cultura tenga un lugar importante. Y que florezca otra visión de la humanidad.
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