Leandro Cristóbal cuenta su receta para que sus tatuajes no pierdan el estilo y recuerda cuando su madre lo echó de su casa por haberse hecho el primero.
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En la cocina es fundamental combinar distintos sabores sin perder nunca la armonía y este cocinero parece llevar esa máxima grabada en la piel. Para notar esa concordancia, alcanza con ver los brazos tatuados de Leandro Cristóbal, cocinero y fundador de Café San Juan y La Vermutería (sus sellos que ya comenzaron a propagarse más allá de las fronteras de San Telmo). Lele reconoce que la mejor receta para mantener el estilo de sus tatuajes fue dejarlos siempre en manos de su mejor amigo o, a lo sumo, de alguno de los hermanos de él, porque no hay que olvidarse que la sangre siempre se mezcla en estas cuestiones de tinta.
¿CUÁNTOS TATUAJES TENÉS?
Once o doce, según cómo los cuentes, porque son piezas grandes que me hice por etapas. Mi mejor amigo es tatuador, así que casi entiendo más de tatuajes que de cocina... A los 16 me hizo un pulpo en el hombro, es una pieza de siete horas, más o menos. Siempre me tatué con el Colo Pablo Barada, salvo uno que me hizo Leo, el hermano que vive en España, y otro Santi, el otro hermano, que es el mejor amigo del mío. Tienen un estudio en Quilmes que se llama Barada’s Tattoo. El Colo fue de los primeros en salir de Argentina y viajar a convenciones. Yo con él conocí Ámsterdam, fuimos a Madrid, a Suiza... Tengo mil viajes de tatuajes hechos.
¿CÓMO ERAN ESOS VIAJES DE TATUAJES?
Yo iba a cocinar y él a tatuar. Son dos profesiones muy callejeras: vas con tus cuchillos y cocinás o vas con tus máquinas y tatuás. El primer viaje estuvimos un año y monedas en París y en Varese, en el norte de Italia. Nos volvimos y después nos fuimos unos cuantos años a España.
¿QUÉ TE DIJERON EN TU CASA DESPUÉS DEL PRIMER TATUAJE?
Mi vieja me echó de casa a las patadas. Me dijo que me lo había hecho porque era un vago y estaba todo el día al pedo. Yo tenía una marca de ropa con dos amigos y nos la pasábamos andando en skate. Cuando caí con ese escracho gigante, se pudrió todo. Una vez me agarró durmiendo con mi hermano justo cuando nos tatuamos el apellido en la cintura. Parece una patente... Son los dos iguales, pero a mí me lo hizo el Colo y a él Santi. Con el tiempo mi vieja se curó de espanto.
¿TUVISTE PROBLEMAS EN ALGÚN TRABAJO POR LOS TATUAJES?
Soy independiente y abrí mi boliche, así que nunca pasó nada. Capaz que un cliente mira medio raro alguna vez, pero siendo el cocinero y el dueño, está todo bien. Tengo tatuajes lindos, coloridos, no tumberos. Y eso que hace más de 25 años que estoy tatuado, era otra época. Creo que hubo un cambio después de que se tatuó Tinelli. Me decían que me había tatuado como él y tenía que explicar que ya estaba tatuado de antes. Igual me parece genial, de alguna manera los legalizó.
¿CUÁNTA IMPORTANCIA LE DAS AL ESTILO DE LOS TATUAJES?
El estilo del Colo es japonés moderno, así que todas mis piezas son bien coloridas. Nunca fui con un dibujo puntual, no caés con el escudo de Boca. Llevo una idea y él hace lo que le parece, sus piezas son todas free hand, las dibuja en el momento. Le pedí una estrella, y yo me imaginaba una estrella negra, pero me hizo una estrella marina medio japo de todos colores. En el hombro también tengo un dragón enorme y me hice varios tatuajes eclesiásticos. Un ángel que dice “Isabella”, mi hija mayor, y una paloma de esas que hay en las iglesias, pero medio trash, que dice “Bianca”, la más chica. Está bueno mantener el mismo tatuador, pero si cambiás, tenés que investigarlo bien antes de que te pinche y asegurarte de que tenga tu estilo.
¿TENÉS PENSADO EL PRÓXIMO?
Me voy a tatuar las costillas con las cabezas de un dragón y de una carpa, dos motivos japoneses clásicos. No sé cuándo me los voy a hacer, porque, cuando uno se vuelve más viejo, duelen más. Ya no tengo ganas de que me masacren cuatro horas sin parar. Si te duele, te hinchás las pelotas y ya no te importa si no te queda tan bueno.
¿TE ARREPENTÍS DE ALGUNO?
Cada vez me gustan más. Son recuerdos, viajes, vivencias, no hace falta que tengan un significado directo, como hacerte una sartén porque justo aprendiste a sartenear... Eso no es lo mío. El tatuaje es básicamente un adorno, no hay mucha más mística para mí.