Los relatos visuales de Liliana Porter
El 11 de septiembre de 2001 Liliana Porter vio desde España, por televisión, cómo las Torres Gemelas se desplomaban a ocho cuadras de su casa en Tribeca. Cuando regresó a Nueva York, su cuadra estaba repleta de camillas y todo olía a muerte. "Nada volverá a ser como antes", pensó.
Radicada en Estados Unidos desde 1964, la artista argentina buscó refugio en la naturaleza: vendió su loft, vecino a las residencias de Robert De Niro e Issey Miyake, y se mudó a una casa con granero en Rhinebeck, a dos horas de Manhattan, rodeada de pájaros y ciervos.
Casi dos décadas después, un pequeño venado lidera ahora un grupo de personas y animales en la muestra que le dedica el Pérez Art Museum Miami (Pamm). Se trata de una de las escenas representadas con muñecos y objetos en El hombre con el hacha y otras situaciones breves, muestra inaugurada en el Malba en 2013 y exhibida el año pasado en la Bienal de Venecia, antes de que pasara a integrar la colección del Pamm.
Como una suerte de (mini) retrospectiva, la obra integra a muchos de los personajes recurrentes en sus dibujos, grabados, pinturas, objetos, performances, instalaciones, videos y obras de teatro. Pero, sobre todo, refleja su actitud: la que une la búsqueda de la felicidad con la acción constante. De su madre, Margarita, Porter aprendió a no darse por vencida. Sobreviviente de una familia rumana que lo perdió todo –sus padres, sus hermanos, su casa–, ella le enseñó la importancia de disfrutar cada momento. De su padre, Julio, heredó el amor al arte: guionista y director de cine, él le contagió la pasión por contar historias.
Esa vocación la acercó a muchos escritores en México, donde realizó su primera muestra. Desde entonces participó en más de 450 en 35 países según anuncia el Museo del Barrio, que exhibe su obra hasta fin de enero. En las últimas semanas también estuvo representada en las ferias Art Basel y Pinta, en Miami, un año después de haber participado de la madrileña ARCO y de Pacific Standard Time LA/LA, además de haber recibido el Premio Homenaje del Banco Central.
El trabajo, el tiempo y el difuso límite entre realidad, memoria e imaginación son temas recurrentes en sus historias visuales, relatadas con humor. El hombre que hacha, los que palean una montaña de escombros y la mujer que teje forman parte del ejército de tiernas figuras que componen el universo Porter. "Entendidas como metáfora existencial –dice Tobias Ostrander, curador en jefe del Pamm–, estas escenas articulan la abrumadora y quizás imposible tarea humana de buscar la autorrealización o el sentido de la vida".