Se trata de “Hacia La Victoria”, compuesta por ocho integrantes que recibieron impactos de bala en octubre del 2019
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Cantar en Santiago de Chile es un acto de protesta para la banda Hacia La Victoria. Sus miembros quedaron ciegos, parcial o totalmente, luego de que la policía les disparara durante el estallido social que sacudió al país sudamericano desde octubre de 2019 y cuyas protestas masivas se extendieron hasta principios de 2020.
El teclista de la banda, Vicente Pascal, perdió el ojo izquierdo tras el impacto de un perdigón. “Perdí todo mi globo ocular”, recuerda. El baterista, Gustavo Gatica, tuvo aún menos suerte al perder ambos ojos por culpa de perdigones disparados por la policía durante una protesta en noviembre de 2019. Varias fotos de su cara llena de sangre se viralizaron en las redes sociales. Su caso se convirtió en un símbolo de la represión policial en las protestas.
Más de 30 civiles murieron en enfrentamientos violentos con la policía, y más de 400 quedaron con daños permanentes en la vista. Sebastián Piñera, quien era entonces presidente del país, reconoció que hubo un uso excesivo de la fuerza para sofocar las protestas y prometió reformas. Su sucesor, Gabriel Boric, también prometió ayudar a las víctimas de la violencia policial.
“Nos dispararon para dividirnos”
Los ocho integrantes de la banda musical Hacia La Victoria se conocieron a través de organizaciones de apoyo a las víctimas. No solo comparten la pasión por la música, sino también las ganas de interpretar canciones para defender los derechos humanos.
Para Pascal el puro acto de hacer música es “revolucionario”. “Nos dispararon para dividirnos y por eso es muy valioso para mí que nos unamos y creemos (música)“.
Hacia La Victoria utiliza la música para denunciar la violencia policial en Chile. Sus miembros se encuentran entre los críticos más vocales de una nueva ley, conocida como Naín-Retamal, que aumenta las penas por delitos contra funcionarios policiales, y establece la legítima defensa privilegiada en actuaciones vinculadas al uso de la fuerza.
Organizaciones como Amnistía Internacional han advertido que esta ley podría tener graves consecuencias para los derechos humanos en el país.
El proyecto de ley Naín-Retamal se aprobó apresuradamente en abril después de que un policía muriera en servicio mientras perseguía a delincuentes armados. Daniel Palma fue el tercer agente asesinado en menos de un mes.
La muerte de agentes policiales, además de un aumento del 32% en la tasa de homicidios en todo el país entre 2021 y 2022, avivaron los temores sobre la inseguridad en una de las naciones más seguras de toda América Latina.
Un “acto de traición”
Una encuesta publicada en abril arrojó que el 95% de los chilenos creían que la Policía debería poder usar armas de fuego reales para enfrentar casos extremos de violencia armada. En 2019, solamente el 49% de la población apoyaba esto. En medio de las preocupaciones sobre el aumento de la inseguridad, el Gobierno del presidente Gabriel Boric respaldó el proyecto de ley, pese a numerosas críticas.
Para los integrantes de Hacia La Victoria, la decisión del gobierno de darle más libertades a la policía para usar sus armas de fuego sin reformar las instituciones ha sido un acto de traición.
“Entiendo que no se puede hacer un proyecto tan macro de un día para otro, pero es otra cosa ir en dirección completamente opuesta”, comenta Pascal sobre la aprobación del proyecto de ley.
Pero el legislador opositor Diego Schalper argumenta que los nuevos poderes son necesarios en un momento en que los secuestros y asesinatos relacionados con las drogas están en aumento.
“El Gobierno tiene entre manos una crisis de seguridad muy grave”, le dice a la BBC. Schalper, quien ha defendido el proyecto de ley Naín-Retamal, afirma que les da a los agentes policiales garantías de que no se enfrentarán a reacciones hostiles tras usar sus armas como parte de sus deberes policiales.
Víctima de una nueva medida
Dentro de las medidas para combatir la criminalidad, el Gobierno también permitió que la Policía vuelva a portar metralletas Uzi, 11 años después de que se suspendiera su uso tras la muerte de un adolescente a manos de un agente armado con una Uzi durante una protesta estudiantil.
Apenas unos días después de que se reintrodujera la Uzi este año, otro joven se convirtió en una nueva víctima mortal de la metralleta. David Toro, de 19 años, fue muerto a tiros tras ser detenido por agentes que sospechaban que estaba involucrado en tráfico de drogas.
El caso aún está siendo investigado, pero el adolescente nunca llegó a la celda. Pese a que no estaba armado, recibió varios tiros con una Uzi.
“Usaron un arma para la que ni siquiera tienen entrenamiento”, afirma Álvaro, el padre de David Toro. Álvaro Toro sostiene que su hijo paró su automóvil y obedeció las órdenes de la policía tras ser detenido.
“La Policía usa su poder para amenazar a la gente y se esconde detrás del uniforme”. Rodrigo Bustos, director de la sucursal de Amnistía Internacional en Chile, señala que el caso de Toro muestra el peligro que la nueva ley representa para la población civil.
“La ley Naín-Retamal asume que la fuerza policial es aplicada de manera racional, pero sabemos que eso no sucede en la práctica”, agrega. A su juicio, la ley Naín-Retamal “no tiene nada que ver con proteger a los policías” sino con minimizar el castigo que enfrentan los agentes culpables de malos tratos.
Consuelo a través de la música
Solo una pequeña fracción de las denuncias de violaciones de derechos humanos presuntamente cometidas por funcionarios durante las protestas han ido a juicio. Y muchas menos terminaron en condenas penales. Según el recuento más reciente de Amnistía Internacional a finales de 2022, de 10.938 denuncias presentadas apenas solo en 140 casos se presentaron cargos.
En los pocos casos que han llegado a los tribunales, la ley Naín-Retamal ya está siendo invocada con éxito por los abogados que defienden a los policías.
En mayo, cinco agentes fueron absueltos de golpear a un manifestante civil: el tribunal determinó que habían actuado en defensa propia.
El grupo Hacia La Victoria siente que las víctimas de la violencia policial han quedado abandonadas, y sus sobrevivientes han quedado con graves daños a su salud mental.
Cuatro personas que quedaron parcial o totalmente ciegas durante las protestas se quitaron la vida. A los miembros de la banda les enfurece ver la “impunidad policial” en Chile, pero encuentran consuelo a través de la música, cada uno aportando una mezcla de influencias musicales que van desde el rock hasta el rap, y desde el folk hasta el funk.
Su canción “Una Terrible Historia” cuenta la historia de un joven manifestante herido por la policía y resume el desequilibrio de poder que sienten ellos y otros heridos por la policía en las protestas: “Él luchaba por lo suyo, anhelaba dignidad, él usaba solo piedras, ellos, armas de verdad”, corea Sergio “Totó” Concha con su guitarra.
*Por Charis McGowan
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