Los misterios del futuro: la ciencia responde si es realmente posible predecir el porvenir
El pasado es accesible a través de huellas, pero no podemos enviar a nuestros exploradores en busca de los libros del futuro, por ahora
- 5 minutos de lectura'
¿Qué sabemos del futuro y cómo lo sabemos? Anticipar lo que está por venir, predecir o ser capaces de definir hacia dónde nos dirigimos es una aspiración tan vieja como las preguntas que nos formulamos sobre el origen del mundo. De dónde venimos y a dónde vamos.
El pasado es accesible a través de huellas más o menos indelebles. Sin embargo, no podemos enviar a nuestros exploradores en busca de trazas o evidencias en los restos arqueológicos o en los libros del futuro (o eso asumimos).
Nuestra mejor herramienta para indagar sobre la realidad, el método científico, resulta strictu sensu inaplicable. Podemos formular hipótesis sobre lo que está por venir, pero no podemos diseñar experimentos que nos permitan refutar su validez en el presente. Con los “estudios de futuros” nos movemos en un terreno filosóficamente pantanoso. El futuro es siempre una asignatura pendiente.
En la futurología, ¿todo vale?
¿Hasta dónde podemos anticiparnos? ¿Hasta dónde extender nuestra imaginación sobre el futuro? ¿Hasta dónde deberíamos hacerlo? ¿Por qué nos dominan las imágenes distópicas y apocalípticas sobre la guerra nuclear, el calentamiento global o la sumisión a la inteligencia robótica? ¿Son igual de validas todas las propuestas? ¿En la futurología todo vale?
Para responder a estas preguntas en el curso Estudios de Futuro: Ciencia, Filosofía y Ficción de la UNED, mostramos los fundamentos, el alcance y las limitaciones con las que nos encontramos. Y lo hacemos conciliando disciplinas que, a menudo, se presentan como alternativas irreconciliables, como son la ciencia, la filosofía, y también la ficción.
En Cómo mienten las leyes de la física, la filósofa Nancy Cartwright combate el fundamentalismo científico. Alcanzar la verdad es imposible, por la sencilla razón de que la verdad es un concepto que nos hemos inventado nosotros. Negarnos a verlo sería, como argumentó en un controvertido debate el físico Paul Davies, un artículo de fe.
Los factores invisibles que influyen en nuestras decisiones
Las decisiones de una multinacional, un pequeño negocio, un gobierno o administración o nuestras propias decisiones como padres, hijos, vecinos o en cualquier otro rol están influidas por la visión que tenemos del entorno, por ideas, juicios éticos o ideológicos y, a veces, simples prejuicios. El cálculo que podemos realizar sobre opciones, oportunidades y riesgos se superpone y confluye con la narrativa, el relato personal o dominante en la sociedad en un momento determinado.
El primer gran reto es tomar conciencia de los factores a menudo invisibles que influyen en nuestras decisiones y de las posibilidades y métodos que es posible utilizar para, en función del problema y los objetivos, mejorar nuestra comprensión, valorar e incrementar nuestras opciones y mejorar nuestra perspectiva.
La batalla por las imágenes de futuro
Crear el futuro es una labor en gran medida colectiva. La mayor parte de las personas tenemos una capacidad muy limitada de influir en el desarrollo de los acontecimientos. Pero ni siquiera el más poderoso de los autócratas, las grandes corporaciones o la persona más rica del planeta tienen un control preciso sobre el porvenir.
En un sistema complejo como son la sociedad y la economía, la información y la capacidad de actuación son siempre limitadas y la toma de decisiones se produce en un entorno de gran incertidumbre. A menudo, como en el caso de la proverbial mariposa que batiendo sus alas en el Pacífico acaba produciendo un huracán en el golfo de México, el futuro es sistémicamente inaccesible. Y sin embargo, de alguna manera, nuestras acciones en apariencia irrelevantes acaban integrándose en el curso de acción del colectivo.
La imagen de un futuro compartida por un colectivo amplio es más poderosa y mucho más plausible que la de un futuro, por brillante que sea, que reside solo en la cabeza de un genio desconocido. En la obra The Image of the Future, de 1973, Fred Polak, pionero en los estudios de futuro, defiende que sin una visión persuasiva del futuro y la convicción de que la acción para alcanzarlo es posible, cualquier organización, nación o civilización acabará por decaer.
En la sociedad actual, el cine, la televisión y las redes sociales son el campo de batalla sobre el que se descarga un intenso bombardeo de imágenes que intentan atraernos. Y este es el segundo gran reto de los estudios de futuro: iluminar la existencia de imágenes que nos tientan con sus atractivos cantos de sirena, ayudarnos a tomar conciencia y mejorar nuestra capacidad para integrar expectativas y crear nuestras propias imágenes colectivas de un futuro deseable y alcanzable.
El futuro de los estudios de futuro
Los estudios de futuro solo pueden ir a más. Vivimos en un mundo cada vez más complejo, donde la tecnología nos ofrece posibilidades que no parecen tener límite, pero al mismo tiempo magnifica los riesgos que debemos asumir. El número de problemas es ingente y los recursos para enfrentarlos siempre escasos.
Existe en la actualidad una corriente de pensamiento creciente sobre el futuro a muy largo plazo y nuestra responsabilidad como depositarios y administradores de opciones de futuro durante el brevísimo instante que representa nuestra vida. El reto nos parece apasionante.
Este texto se reproduce de The Conversation bajo licencia Creative Commons.
Temas
Más leídas de Lifestyle
A.R.A Fournier. La historia de un naufragio que marcó a la Armada y a un hijo que nunca conoció a su padre
Le robaron 2 millones de dólares. Protagonizó una de las series más populares de los 2000 pero fue víctima de una secta
Es neurólogo en Chicago y revela cuáles son los carbohidratos con “mala fama” que son buenos para el cerebro
Según la IA. Los cinco alimentos que aumentan la concentración y mejoran la memoria