La práctica de actividad física y de ejercicio de forma regular mejoran la ansiedad, la depresión y la disfunción cognitiva, disminuyen el estrés, y tienen efectos positivos sobre enfermedades neurológicas como el Parkinson y algunos tipos de demencias y de enfermedades mentales como la esquizofrenia.
"Los mecanismos por los que la actividad física y el ejercicio actúan a nivel cerebral son complejos y multifactoriales. En este momento son uno de los focos de investigación en Medicina del Deporte y Fisiología del Ejercicio", aclaró en una entrevista con Infosalus el doctor Luis Franco Bonafonte, responsable de la Unidad de Medicina del Deporte del Hospital Universitario Sant Joan de Reus.
Entre sus beneficios, el también secretario general de la Sociedad Española de Medicina del Deporte destacó:
1.- La mejora de la condición física general (consumo de oxígeno (CO2 máximo) y masa muscular) y de la imagen corporal;
2.- La socialización que produce el propio ejercicio, como hábito de vida saludable: relación con otras personas, integración en un grupo, evitando el aislamiento;
3.- La mejora hormonal y de algunos neurotransmisores como las beta-endorfinas, como más conocidos;
4.- El ejercicio estimula el crecimiento de células nerviosas y la producción de proteínas que mejoran la salud y la supervivencia de las células nerviosas;
5.- Se está investigando si el ejercicio puede tener un efecto positivo sobre algunas estructuras cerebrales, como el hipocampo y sustancias como el Factor Neutrófilo Cerebral (BDNF), relacionadas con la aparición de la depresión y de otras patologías mentales;
6.- Mejora los factores de riesgo cardiovascular y metabólico: Hipertensión arterial, dislipemia, disfunción endotelial, sobrepeso-obesidad, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, que son los causantes de la mayoría de problemas cardiacos (aterosclerosis, infarto de miocardio, trombosis, enfermedad arterial periférica, etc.);
7.- Disminuye las cifras de tensión arterial, en pacientes y en personas sanas;
8.- Controla los niveles de colesterol, mejora el metabolismo de los lípidos y la oxidación de las grasas en las mitocondrias;
9.- Disminuye la grasa visceral o intra-abdominal y los niveles de glucosa, mejora la sensibilidad a la insulina de los tejidos periféricos y por tanto el metabolismo de los glucidos;
10.- Disminuye el estado pro-inflamatorio general;
11.- Disminuye el riesgo de arritmias cardiacas, por control de las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y aumenta del tono vagal;
12.- Disminuye la viscosidad de la sangre y aumenta la fibrinolísis;
13.- Mejora del flujo coronario;
A su vez, el profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universitat Rovira i Virgili (URV) subraya que los beneficios en general para nuestra salud de la práctica regular de ejercicio son:
13.- Disminución de enfermedades cardiovasculares y metabólicas;
14.- Mejora del sistema inmune, endocrino y digestivo;
15.- Disminución de determinados casos de cáncer como el de colon y mama;
16.- Disminución de la osteopenia y osteoporosis con la consiguiente disminución del riesgo de fracturas;
17.- El ejercicio aeróbico también tiene efecto positivos a nivel molecular, protegiendo a los telómeros que, a su vez, protegen a nuestros cromosomas (nuestro ADN);
18.- Mejora el tono muscular y la fuerza, lo que disminuye el riesgo de caídas en personas mayores y mejora la condición física general;
19.- Mejora de la agilidad;
20.- Mejora el nivel cognitivo e intelectual y de la calidad de vida;
21.- Aumento de la esperanza de vida.
¿Cuál es el mejor ejercicio en este sentido?
Con ello, el doctor Franco Bonafonte resaltó que una combinación de ejercicio aeróbico (denominado habitualmente: cardiovascular), como caminar, trotar, correr, bicicleta, elíptica, natación, etc. y de ejercicios de mejora del tono muscular (trabajo de fuerza) serían los más idóneos para nuestro cerebro y corazón, pero en definitiva, para nuestra salud a nivel general; al mismo tiempo que avisa de la necesidad de evitar estar mucho tiempo sentado de forma continuada.
Así destacó que las recomendaciones generales por semana de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son de al menos 150 minutos de ejercicio suave como caminar o su equivalente en gasto de energía, o 75 minutos de ejercicio de una cierta intensidad (trotar, bicicleta, elíptica, natación, etc). "Lo mejor combinar los dos: 150 minutos de actividad física y 75 minutos de ejercicio, como mínimo. Aumentar el tiempo de ejercicio hasta los 300 minutos de actividad física suave y 150 minutos de ejercicio físico de mayor intensidad mejoraría los beneficios", agregó el experto en Medicina del Deporte.
De todas formas, a su juicio dijo que lo más importante desde el punto de vista de la salud en la población general es hacer al menos los 150 minutos a la semana más los 75 minutos a la semana de forma regular, incorporado como un hábito saludable más a lo largo de toda la vida.
"Por supuesto, tanto el tipo de ejercicio como las intensidades hay que adaptarlas de forma individualizada a cada persona. Esto es muy importante y determinante en el caso de personas con enfermedades, personas con factores de riesgo, personas mayores y en personas con algún tipo de discapacidad", valoró el especialista.
Con ello, el doctor Franco Bonafonte resaltó que en un excelente estudio realizado por Lee en 2012, se analiza los efectos de la inactividad física a nivel mundial: "El estudio concluye que la inactividad física es responsable de 6 al 10 % de todas las enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes tipo 2, los canceres de colon y de mama. También es responsable del 9% de la mortalidad precoz (más de 5 millones de muertes anuales). Sus efectos negativos sobre la salud son comparables a los que ocasionan la obesidad y el tabaquismo".
En el trabajo, indicó, que estiman también que en el total de la población mundial (activos físicamente e inactivos físicamente) si desapareciera la inactividad física se aumentaría la esperanza de vida entorno a 0.40 - 0.90 años (dependiendo de la zona geográfica del planeta).
"En otros estudios en los que se tenía en cuenta la población que ya es activa físicamente, el aumento de la esperanza de vida de los inactivos sería de 1,3 a 3,7 años en Estados Unidos, y de 2.6 a 4.2 años en el Este de Asia", manifestó el experto.
Así con todo, el secretario general de la Sociedad Española de Medicina del Deporte recalcó la importancia y trascendencia que tiene mantenerse físicamente activo a lo largo de toda la vida, no sólo para nuestra salud en general, sino también para una mejor calidad y esperanza de vida. "Junto con una alimentación sana y equilibrada, el descanso y evitar las drogas legales e ilegales es la mejor forma de cuidar de nuestra salud. Depende exclusivamente de cada uno de nosotros y en general en nuestro entorno es económica asequible", sentenció el doctor doctor Luis Franco Bonafonte.
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