Lillian Fishman explora con su literatura historias de deseos, placeres y libertades de sus personajes
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En la primera línea de la novela debut de Lillian Fishman, Acts of Service, el narrador del libro nos comparte un secreto; “Tenía cientos de desnudos almacenados en mi teléfono, pero nunca se los envié a nadie”.
Eve es una camarera de 20 y tantos años que vive en Brooklyn, tiene una novia desde hace mucho tiempo, Romi, “la persona más noble que he conocido”, y pasa mucho tiempo considerando lo que significa ser una buena persona. En seguida nos damos cuenta de que tiene deseos insatisfechos.
“Mi cuerpo me gritaba que no estaba cumpliendo con mi propósito”, dice ella. “Estaba destinada a tener sexo, probablemente con un gran número de personas”. Una noche, sintiéndose “excepcionalmente hermosa y aislada”, Eve publica sus fotos desnuda en internet y, como resultado, conoce a una mujer, Olivia, quien le presenta a su novio rico, carismático y, a menudo, misógino, Nathan.
Así comienza un enredo sexual y un juego de poder entre los tres, explorado con vívidos detalles durante unas 200 páginas.
Las mujeres hablan
Si te dejas llevar por ciertos titulares de la prensa, el sexo es algo secundario ahora mismo en la vida de muchas personas. Aparentemente estamos viviendo una “recesión sexual”, en la que especialmente los jóvenes cada vez tienen menos relaciones sexuales.
Se culpó a todo, desde la crisis de la vivienda y la pandemia hasta una reacción violenta a la cultura de las conexiones sexuales de la última década. Pero hay un lugar donde el sexo está decididamente en la agenda: en la literatura. Particularmente en la escrita por mujeres.
En una nueva serie de libros de ficción y no ficción escritos por mujeres que exploran las complejidades del deseo, el sexo no es solo un subtexto o un breve encuentro sino que es el tema central en torno al que gira toda la historia. La novela de Fishman, de 28 años, es uno de los debuts más comentados del año, aclamada como una “obra maestra del sexo” por The Guardian.
Es un libro que se toma el sexo en serio y hace preguntas sobre su propósito y lo que significa honrar tus deseos, incluso cuando esos deseos están en desacuerdo con la forma en que te enseñaron a vivir tu vida. “En lugar de un libro sobre el deseo sexual, es más un libro sobre cómo nos reconciliamos con las expectativas”, le dice Fishman a BBC Culture.
Comparaciones
Fishman se dispuso a escribir una historia queer, explorando qué se siente al decepcionarse a sí misma al perseguir deseos heterosexuales en una época en la que la identidad y las expresiones sexuales tienen un fuerte significado político. Pero el libro también tiene una resonancia más amplia: el significado de encontrarse excitado por algo que en principio te desagrada.
En la aventura, Eve cede al placer y encuentra alivio al no tener que ser una “chica adorable”. Pero, como alguien preocupada por lo que dicen de ella las elecciones que hace cada día, lucha por reconciliar sus deseos en el dormitorio con los valores feministas y anticapitalistas con los que trata de vivir.
Aunque son libros muy diferentes, las escenas de sexo subidas de tono de Acts of Service se compararon a menudo con las de Fifty Shades of Grey. Fishman no está molesta con esto. “Quería que el libro fuera filosófico, pero también quería cautivar a la gente y animarla a leer. Así que para mí es un éxito que la gente haga esas comparaciones”.
El celibato
Si el libro de Fishman trata sobre una mujer que cree que el propósito de su cuerpo es el sexo, hay otra novedad literaria que aborda lo contrario: el celibato. Las memorias de Emma Forrest, Busy Being Free, abarcan los cinco años posteriores al final de su matrimonio en los que cambió el sexo por la soledad, un período simultáneo con el mandato presidencial de Donald Trump.
“Mi divorcio llegó en la época en que Trump fue elegido presidente y yo acababa de cumplir 40 años”, le dice a BBC Culture. “El peor hombre del mundo ahora era el hombre más poderoso del mundo, y el hombre más poderoso del mundo también expresó consistentemente un horror visceral hacia las mujeres de mediana edad. Así que la decisión consciente fue ‘Me abstendré por completo’ durante todo lo que dure su presidencia’”.
Al explicar su decisión en el libro, escribe: “Hay una edad en la que se considera que una mujer tiene un atractivo sexual decreciente, por lo que debe enredarse emocional y físicamente para seguir siendo elegidas. No voy a jugar ese juego”.
Forrest, que publicó cuatro novelas y un libro de memorias anterior, Your Voice in My Head, y dirigió una película, Untogether, pasó toda su vida guiada por apegos románticos. “Había sido sexualmente activa desde que tenía 16 años. Y me había dedicado por completo, para bien o para mal, al romance desde esa edad. Sabía que esto sería algo nuevo”.
Aunque no debería, leer sobre la soledad no solo como una opción legítima, sino como una excelente opción parece una idea radical, sobre todo, cuando existe una narrativa predeterminada de que una mujer que es soltera es porque le falta algo. Forrest dice que, poco después de su separación, amigos bien intencionados intentaron organizar citas para ella, aunque no estuviera interesada.
Abstinencia sexual
En el libro, a otra amiga le preocupa que Forrest esté perdiendo parte de sí misma al elegir estar sola. Su madre también se preocupa por su decisión. Pero Forrest hace que la soledad suene tan seductora como cualquier aventura amorosa.
Y escribe: “El celibato no solo era soportable, era épico”. No tener sexo se volvió “adictivo”, dice ella. “Cuanto más tiempo estuve sin él, más sentí que sí, que nunca más tendría que volver a hacerlo. En muchos sentidos, fue el mejor momento de mi vida”. Para ser un libro sobre el celibato, rebosa energía sexual.
“Se me hizo más fácil trabajar y más fácil tomar decisiones y más fácil aclarar lo que me gustaba, en los hombres, en el amor y el sexo. Lo que me interesaba de mí misma, cuáles eran mis valores”. La abstinencia de Forrest, junto con los confinamientos durante la pandemia de covid, también le dieron espacio para reflexionar sobre relaciones y experiencias sexuales pasadas, desde las que persiguió hasta las que nunca quiso.
“Ser mujer es un equilibrio entre cuánto queremos tener sexo con una persona en particular y cómo nuestro mayor temor es tener sexo en contra de nuestra voluntad con un extraño”, escribe. Reflexiona en cómo los hombres habían marcado muchos aspectos de su vida, desde cuántas de sus decisiones (ropa, trabajos, hogares) fueron dictadas por ellos y con qué frecuencia había confundido ser deseada con sentir deseo.
Pero el celibato ofrece “una habitación correctamente equipada para registrar los propios deseos, sin captar todas las vibraciones pasajeras que pertenecen a otras personas”. Cuando finalmente comienza a salir y tener relaciones sexuales nuevamente, hacia el final del libro, las cosas son diferentes.
Forrest se siente capaz de expresar sus deseos en voz alta y tiene un nuevo “poder para conjurar encuentros sexuales exactamente como los imaginé en mis fantasías”.
Entre las sabanas
Dondequiera que mires en la literatura en este momento, las mujeres están explorando sus deseos. En Vladimir, el animado debut de Julia May Jonas, un profesor universitario se obsesiona sexualmente con una joven autora después de que su marido se ve envuelto en un escándalo sexual.
Good Girl de Anna Fitzpatrick trata sobre una mujer que lucha por reconciliar sus ideales feministas con su tendencia hacia el masoquismo. En Milk Teeth de Jessica Andrews, una mujer joven trata de descubrir lo que realmente quiere: en el amor, el sexo y la vida. Cat Brushing, una colección de cuentos de la autora debutante de 80 años Jane Campbell, da voz a las vidas sensuales de 13 mujeres mayores.
Y en su colección de ensayos autobiográficos, The Crane Wife, CJ Hauser cancela su compromiso y se da cuenta de que pasó años viviendo la vida que se suponía que debía hacer, en lugar de la que realmente desea. Es un tema que fascina a Deesha Philyaw, autora de The Secret Lives of Church Ladies, una colección de cuentos sobre los deseos y apetitos ocultos de las mujeres negras del sur.
“No me propuse conscientemente escribir sobre sexo, sino que me encontré escribiendo sobre mujeres insatisfechas”, le dice a BBC Culture. Philyaw dice que es un sentimiento con el que se identifica, a pesar de haber hecho “todo bien y en el orden correcto; me casé con un hombre antes de tener hijos.
Y todavía estaba profundamente infeliz, profundamente insatisfecha. Estaba muy interesada en la cuestión de la satisfacción y el deseo, una vez que eliminas de la ecuación todos los “deberías”. ¿Qué queda? ¿Qué es posible? Al crecer en Florida, estaba fascinada por las mujeres negras que la rodeaban.
Sexo y placer
“Tenía mucha curiosidad acerca de ellas como seres sexuales mientras trataba de comprender y reconciliar las enseñanzas de la Iglesia, que eran tan contrarias al placer y tan cargadas de vergüenza, miedo y culpa”. Para Philyaw, era importante ubicar el sexo en el ámbito del placer.
“Quería desafiar la idea de que el sexo y la sexualidad siempre son tensos, que deberíamos operar como seres sexuales desde un lugar de miedo, vergüenza o culpa”, dice. “¿Qué pasaría si, en cambio, lo primero que nos hubieran enseñado sobre nuestros cuerpos fuera que son buenos, que nos pertenecen y que debemos priorizar nuestro propio placer? ¿Qué pasaría si nos hubieran enseñado a priorizar nuestra propia satisfacción sobre servir y complacer a los demás?”.
Sus personajes no son criados de esa manera, pero se esfuerzan por liberarse y seguir sus deseos. “Los resultados son desordenados y complicados”, dice Philyaw. The Secret Lives of Church Ladies cuenta experiencias que son muy diferentes a Acts of Service de Fishman, Busy Being Free de Forrest u otros libros recientes que exploran la sexualidad femenina.
Y, sin embargo, aunque todos estos libros detallan experiencias singulares, hay un hilo común: mujeres que intentan averiguar qué es lo que realmente quieren, separando su verdadero deseo de lo que se espera de ellas. Esto llega en un momento en que el tema parece cada vez más tenso.
Deseo prohibido
En los últimos años, Trump, #MeToo, el auge de la venganza pornográfica y el colapso de Roe v Wade contribuyeron a generar una sensación de ansiedad en torno al sexo. Varios libros recientes de no ficción, incluidos Bad Sex de Nona Willis Aronowitz, Rethinking Sex: A Provocation de Christine Emba y Want Me de Tracy Clark-Flory analizan lo que realmente significa la liberación sexual para las mujeres que viven en una sociedad misógina y patriarcal.
Expresar el deseo y seguirlo parece más complicado que nunca. “Lo que lo hace aún más difícil todo es que pase lo que pase acabas defraudando “, dice Fishman.
“Por un lado, si eres remotamente feminista, quieres creer, expresar y manifestar un tipo real de libertad sexual. Pero al mismo tiempo, también existe esta profunda creencia en el amor y la familia y que estas son las satisfacciones de la vida que el sexo casual nunca satisfará. Es absolutamente una trampa en cualquier sentido. Y creo que todos somos conscientes de eso”.
Pero ahora, como siempre, los libros sigue siendo un lugar para que las mujeres exploren libremente las complicaciones del deseo, como lo fue para Anaïs Nin, Erica Jong, Anne Rice, Catherine Millet, Mary Gaitskill y más. Para Fishman, Sally Rooney es la “maestra” de esto.
“Es algo tan satisfactorio lo que una novela puede alcanzar, y creo que ella lo hace maravillosamente”. Pero también cree que los autores contemporáneos suelen ser más tímidos con respecto al sexo que los escritores del siglo XX. “Hay algunos escritores de mediados de siglo que fueron realmente formativos para mí en términos de cuánto sexo explícito puedes escribir, como Mary McCarthy. Hay unos cuantos pasajes sobre sexo asombrosos en The Group”.
Eve Babitz, que murió a fines del año pasado, es otra inspiración, e incluso prestó su nombre al narrador de Fishman en Acts of Service. Emma Forrest también es una gran admiradora de la escritora de culto de Los Ángeles, mejor conocida por sus escritos sobre la vida en esa ciudad de los años 60 y 70.
“Lo que me encanta de Eve Babitz sobre el sexo es que lo ve como una forma de arte; que el gran sexo es arte. Tiene un fervor casi religioso”.Sin disculpas
Para Philyaw, la mejor literatura sobre sexo “presenta a mujeres que no se disculpan por abrazar sus deseos y buscar el placer, incluso a expensas de otras personas. Sula de Toni Morrison siempre será el estándar de oro para mí en ese sentido”. Sobre por qué el sexo continúa cautivando a los escritores, Philyaw apunta al escritor Garth Greenwell, aclamado como uno de los mejores escritores contemporáneos sobre sexo, y quien editó una colección de historias eróticas, Kink, el año pasado.
Greenwell escribió en The Guardian: “El sexo es una especie de crisol de la humanidad, por lo que la pregunta no es tanto por qué uno escribiría sobre sexo, sino por qué uno escribiría sobre cualquier otra cosa”. Si el sexo es una forma de explorar las grandes preguntas sobre la humanidad e interrogar nuestra cultura, también puede ser muy divertido para los escritores.
“Mientras más libres, subversivos y sin disculpas eran [mis personajes], más me divertía escribiéndolos”, dice Philyaw. Entonces, ¿podemos esperar que la literatura mantenga su libido? Ella ciertamente lo espera. “Hay mucho más por explorar”.
*Por Clare Thorp.*
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