Los hombrecitos de Oz
Protagonizaron una escena inolvidable de El mago de Oz. Sus nombres, sin embargo, no figuran en los créditos del film. Parecían duendes. Aquí contamos quiénes fueron esas pequeñas y asombrosas personas
Para 1938, los estudios de la Metro se vieron en la necesidad de reclutar a un centenar de liliputienses -midgets, en la voz inglesa- para dar vida a los habitantes de Munchkinland en la primera escena en tecnicolor del film: el aterrizaje de Judy Garland en las tierras de Oz, más precisamente en el país de los munchkins.
La MGM buscaba personas que, a diferencia de los enanos, fueran de proporciones armoniosas y que pudieran bailar y caminar igual que la gente de estatura normal. Para esto, se reclutaron, de los cuatro puntos cardinales de Estados Unidos, 124 hombrecitos, varones y mujeres, cuyas estaturas no pasaban de 1,10 metro. Pero como el número era insuficiente, se contrató, además, una docena de chicos y a un par de enanos, los cuales, disfrazados, fueron indistinguibles del resto.
Una gran parte del grupo de liliputienses llegó bajo la tutela del barón Leopold von Singer, empresario del mundo del espectáculo. Leo Singer, como se hacía llamar, provenía de una importante familia austríaca. Su abuelo, Max Steiner, introdujo a Johann Strauss en el mundo de la música, y fue además el fundador del Vienna Surblatt, uno de los primeros diarios tabloide del mundo.
También Singer dejó su huella en Viena al construir, antes de la Primera Guerra Mundial, la pintoresca Liliputstaad, una ciudad hecha a la medida de los liliputienses, dotada de tiendas de souvenirs, restaurantes, cafés y casa de gobierno. El pueblito sigue en pie y es toda una atracción infantil.
Previo a El mago de Oz, los pequeñitos de Singer habían protagonizado varias películas, entre ellas un bizarro western musical, considerado uno de los peores films de la historia, que se tituló El terror de Tiny Town (1938). La comicidad, un tanto cruel, hacía hincapié en la excentricidad de los protagonistas.
Si bien la alegría reinaba entre los munchkins por el hecho de haberse convertido en parte de una superproducción de Hollywood, había un punto en el que no todos estaban tan satisfechos: la paga. La de Toto -el inseparable cairn terrier de Dorothy- era más sustanciosa que la de cualquier munchkin: unos $ 125 por semana, mientras que ellos percibían en el mismo lapso un promedio de $ 75. Los contratados a través de Singer cobraban aún menos que los que habían pactado individualmente con el estudio, ya que el empresario austríaco se quedaba con la mitad. Pese a esto, muchos de los liliputienses de Singer creían que él era una persona justa. "Era como un padre. Era un buen hombre", decía Nita Krebs, una de las tres bailarinas munchkins que dan a Dorothy la bienvenida a Oz.
Durante los descansos, cuando no estaba ocupada con su tarea escolar, Judy Garland -que tenía 16 años- se sentaba en un rincón del set y allí charlaba con sus menudos colegas. Sentía mucha curiosidad por sus vidas, así como ellos la sentían por la de Garland. "No teníamos mucha oportunidad de hablar con gente como Billie Burke (la Bruja Buena) o Margaret Hamlinton (la Bruja del Oeste) -decía el liliputiense Meinhardt Raabe-. Pero Judy era grandiosa con nosotros. Era muy agradable."
De visita en el ya afamado set, personalidades como Myrna Loy, Mickey Rooney, Victor McLaglen y Walter Pidgeon se detenían, presos de una explicable curiosidad, a conocer a los munchkins.
La Navidad llegó en pleno rodaje. Judy Garland quería hacer algo especial por sus muy especiales compañeros de filmación: ordenó para ellos una enorme caja de bombones.
"Debió haber habido unos 15 o 20 kilos de chocolate en esa caja, porque era enorme", recuerda la liliputiense Margaret Pellegrini, que habitaba en Oz un nido donde los bebes nacían rompiendo un cascarón.
Fern Formica, del elenco femenino de los munchkins, decía haber estado fascinada con la filmación, pero más aún al encontrar a individuos que vivían el mismo drama de su vida. "Esa fue la primera vez que vi a personas que estaban en el mismo bote que yo. Podía hablar con gente que realmente sabía cuán difícil es mover un mueble grande, que sabía qué se siente cuando una es constantemente observada. Compartir estas experiencias me hizo ver que tal vez no estaba tan mal como pensaba, sino que, por el contrario, estaba tan bien como cualquier otra persona."
Durante los fines de semana, algunos preferían disfrutar la vida nocturna de Hollywood. "Un grupo de nosotras concurría a un lugar llamado El Club 90-90 -recordaba Ruth Duccini. Adorábamos ir a bailar."
Cedrick Gibbons, director de arte de El mago de Oz, ha explicado algunos de los conceptos en los que se basó para crear el mágico país de los munchkins: "Nos dieron un guión en el cual una niña sueña que vive una gran aventura en un país imaginario. Para diseñar Munchkinland, soñado por una chica de Kansas -recordaba Gibbons-, partimos de la premisa de que lo más pequeño que esta niña de Kansas pudo haber visto jamás, han sido hormigas. ¿Y cómo viven las hormigas? Bajo el manto de pasto y las raíces de los árboles. Entonces, nuestro patrón arquitectónico se basó en hongos, hierba y malvones."
El resultado de esta concepción, apropiada para los munchkins y sus originales vestuarios, fue un exótico set, que alcanzaba con sus casitas y bosques hasta 20 metros de altura. El liliputiense Meinhardt Raabe decía al respecto: "Era del tamaño de un coliseo. Y para un chico del campo de Wisconsin, como yo, el ver toda esa magnificencia me parecía totalmente fuera del mundo".
Durante la filmación de El mago de Oz se creó una especie de leyenda turbia alrededor de los munchkins. Se corrió la voz de que en el hotel Culver, donde estaban alojados, protagonizaban bacanales, donde el alcohol y el sexo eran moneda corriente.
Jerry Marren, el munchkin que obsequia a Dorothy con un enorme chupetín, comentaba que esas historias fueron creciendo con el correr del tiempo: "Era mucho trabajo y muy duro: seis días de la semana llegábamos al estudio a la 6 de la madrugada y nos íbamos a eso de la 7 u 8 de la tarde. No había mucho tiempo para fiestas salvajes y toda esa clase de estupideces".
Formica, por su parte, decía: "Estoy cansada de esta historia de las orgías. La gente no parece entender que las personas pequeñas somos iguales a ellos y que sólo diferimos en el tamaño. De todas formas, si uno junta un grupo de 124 personas, es muy probable que alguna que otra tenga un tornillo flojo".
Había, en efecto, un par de liliputienses borrachines: los hermanos Martina. Hubo, además, dos hechos que inflaron los rumores de escándalo. En 1962, a los 45 años, Judy Garland dijo en un programa de televisión que los munchkins eran pequeños borrachos y que en el hotel jugaban a cazarse con redes para mariposas. La actriz solía exagerar, cambiar un poco las cosas con el fin de conseguir un puñado de risas. "Todo se transformaba en algo épico", dijo alguna vez su hija, Liza Minnelli, aludiendo a la costumbre de su madre, que moriría dos años después de aquellas declaraciones desfavorables para los munchkins, a los 47, y presuntamente por una sobredosis.
El otro hecho, el más influyente, fue la película Bajo el arco iris, comedia lapidada por la crítica, que no le encontró la menor comicidad. Ese film describía, con trazos gruesos, las supuestas borracheras de los munchkins en el hotel Culver. Estaba protagonizada por enanos, y sólo dos de los munchkins originales trabajaron en ella. En ese elenco figuran también Chevy Chase y Carrie Fisher (la famosa princesa Leia).
Hoy, a muchos de los fans de El mago de Oz la palabra munchkin los remite a aquella otra película. Desafortunadamente, los rumores, ciertos o no, se han convertido en una mancha muy difícil de quitar.
Al terminar el rodaje de El mago de Oz, muchos de los liliputienses regresaron a sus casas y nunca volvieron a ser registrados por la lente de una cámara. Otros, en cambio, tuvieron sus pequeños destellos de gloria.
Probablemente, los que tuvieron mayor trascendencia sean dos de los tres miembros de la Lollipop Guild (algo así como el gremio del chupetín), que bailaban y cantaban, gesticulando como chicos malos. Ellos son Jerry Marren -uno de aquellos dos que tuvieron un papel en la caricaturesca Bajo el arco iris- y Harry Doll.
Cuando trabajó en El mago de Oz, Jerry Marren tenía 18 años y medía 91 centímetros; hoy, tiene algunos más. Luego de ese film, encarnó al bebe Lester en varios episodios de La pandilla, programa clásico norteamericano de los años 30, que protagonizaban chicos de no más de 8 años. Luego hizo de Profesor Atomo, en la película de los Hermanos Marx At the Circus, de 1939.
Marren posee una extensa lista de apariciones en películas, hecho que lo convierte en el munchkin más prolífico: Sansón y Dalila (1949); El planeta de los simios (1968); SOS, hay un loco en el espacio, de Mel Brooks (1987), y las series Hechizada, Star Trek y El Superagente 86. Vive junto a su esposa -también liliputiense- en Hollywood Hills, en una casa construida íntegramente a su escala. Hoy, a los 70 años, Jerry disfruta su retiro de la escena, jugando todos los veranos en el equipo de softball Los Bajitos de Hollywood.
Harry Doll, el otro que hizo larga historia, nació en 1903, en Alemania -al igual que sus tres hermanas, también liliputienses- con el nombre de Kurt Schneider. Al llegar a los Estados Unidos con su hermana Frieda, formaron parte del show itinerante del legendario Búfalo Bill. Ya para 1929, los cuatro hermanos vivían juntos en Florida.
Adoptaron el apellido por Doll debido a que la gente les decía que parecían muñecos. De allí en más, Kurt sería Harry; su hermana Elly, Tiny; Frieda, Gracie; e Hilda, Daisy, nombres sin resonancia teutónica.
Harry, el más famoso y pequeño de los cuatro hermanos (1,05 metro), apareció en el clásico de 1930 The Unholy Three, junto a Lon Chaney. Más tarde, él y Daisy trabajaron en el film de culto Freaks, de Tod Browning.
Además de Harry, también fueron munchkins sus tres hermanas. Tras haber filmado El mago de Oz, los hermanos Doll trabajaron en el Circo Ringling Bros. Harry Doll murió en 1985, a los 84 años. Tiny es la única de los cuatro que queda con vida.
Muy esporádicamente, varios otros munchkins también interpretaron, después de El mago de Oz, pequeños papeles para la televisión y el cine. Algunos trabajaron con Johnny Weissmuller, disfrazados de monos, en Tarzán Finds a Son! (1939); otros, haciendo del botones de Phillip Morris y realizando alguna que otra aparición en capítulos de Los tres chiflados.
En la actualidad, serían unos 15 los munchkins sobrevivientes. Son ellos los que viajan por el país como embajadores de la película El mago de Oz en sus aniversarios. Aquellos que ayer no tuvieron lugar en los créditos de la película hoy son una leyenda. Debido a los avances de los tratamientos hormonales, un liliputiense es ahora toda una rareza. Aquella escena que dura sólo 10 minutos se ha convertido en algo único e irrepetible en la historia del cine; algo que, muy probablemente, la humanidad no vuelva a ver jamás fuera de la pantalla.
Las ideas de papá
Karl Kocisczky nació el 21 de septiembre de 1918 en Prackendorf Deutch, Hungría. Fue un niño común hasta los 4 años. Allí, su crecimiento se detuvo en los 75 centímetros. Esto provocó en su padre un profundo rechazo. "Intentó todos los métodos para hacerme crecer -recordaba Karl-. Me pusieron en una máquina de estiramiento. Me dejaron allí un buen rato, hasta que uno de mis huesos hizo un ruido muy fuerte. Después, mi padre tuvo otra brillante idea: meterme en un barril con el hervor de hojas de alguna extraña planta." Kocisczky ingresó en el mundo del espectáculo a los nueve años: su padre había permitido de buen grado que un circo se lo llevara. "Se fue para siempre, dejándome solo."
Cosas de munchkins
- ¿Cuál es el origen de la palabra Oz? Frank Baum, autor de la novela El maravilloso mago de Oz (1900), decidió el nombre cuando reparó en la segunda parte de su fichero: iba de la A a la N y de la O a la Z.
- La señorita Hilldred Olson, de Dassel, Minnesota, era una munchkin diminuta: cabía en el estuche de un violín.
- Little Jeane La Barbera, una de las tantas munchkins, se casó con Robert Drake, hombre de estatura normal, vinculado con el espectáculo. Little Jeane le llegaba a la cintura a su marido. El matrimonio resultó indisoluble, y duró más de 40 años.
- El más viejo de los munchkins sobrevivientes fue Johnny Leal, que en 1996 tenía 91 y residía en Ojai, California.