Los guardianes del Papa
Conforman el ejército profesional más pequeño del mundo: 110 soldados. Ingresan siendo solteros y los respalda una historia de más de cinco siglos
En guardia. Son un símbolo del Vaticano, el Estado soberano más pequeño del mundo. Los guardias suizos que cuidan al Papa parecen personajes decorativos en las entradas de San Pedro, pero en realidad son un cuerpo de élite con una gran preparación y vasta historia.
El cuartel general de la Guardia Suiza reúne al ejército profesional más pequeño del mundo, con sus escasos 110 efectivos. Su historia comenzó en el siglo XV, cuando los papas contrataron mercenarios suizos para que los cuidaran y para poder participar de acciones militares europeas. Hace 500 años, los reyes tenían también su guardia suiza: en su momento, hasta cuidaron al rey Luis XVI, en el palacio de Versalles. En enero de 1506, el papa Julio II les pidió a los nobles suizos que se contratara una guardia para su protección, e inició así una rica historia que llega hasta hoy.
Como Estado independiente entre los años 752 y 1870, bajo la autoridad del papa y con capital en Roma, los Estados pontificios fueron una referencia política del Viejo Continente. Hoy, el Vaticano es el único país dentro de la capital de otro país. En su escaso medio km2 de territorio (la mitad son jardines) posee valiosos tesoros artísticos y guarda la memoria y el legado del primer papa, Pedro. Este lugar es sede de una monarquía absoluta y electiva donde el papa, como jefe de Estado, ejerce los tres poderes y a la vez es referencia de la Iglesia Católica en el mundo.
Los guardias que lo cuidan son todos suizos y católicos, como condición básica. Los requisitos para entrar a este ejército son tener entre 19 y 30 años, una altura mínima de 1,74 metros, ser de sexo masculino, tener una salud impecable y saber idiomas. Como formación militar tienen que haber hecho previamente el ejército suizo. Una vez aceptados, durante un mes se entrenan en cuestiones relativas al Vaticano.
Al llegar deben ser solteros, pero cuando consiguen el grado de cabo se pueden casar, siempre que haya en el cuartel un departamento libre. En promedio se quedan 3 años de servicio. Solo un 10% permanece unos 15 años. Viven en el Vaticano y son ciudadanos del Estado, pero sólo hasta que dejan de integrar la fuerza.
Aunque la diplomacia suiza suele promover su difusión en el mundo, la relación con Suiza no es directa, dado que se trata de un país laico y que los integrantes de la Guardia son católicos. Para trabajar en el Vaticano un aspirante debe ser bautizado y llevar una carta de recomendación de un cura.
El uniforme característico –que muchos piensan es un disfraz por su forma y vivos colores– es una derivación del original, creado en 1914 por un comandante de la fuerza siguiendo el diseño del de 500 años atrás. La espada es parte del uniforme, pero no aprenden a usarla.
En una época, el uniforme cambiaba con los papas. La base del actual son los colores de la familia Médici. Tal es su significado que un efectivo que se retira, si no cumplió 5 años de servicio, no puede llevárselo consigo.
Los que andan de traje negro cerca del papa son los oficiales de la guardia. Los demás custodian al Santo Padre en las audiencias, protegen su residencia, lo siguen en sus viajes y cuidan las entradas del Vaticano. Además de la Guardia Suiza, en el Vaticano hay una policía, la Gendarmería vaticana, que se dedica a una parte de la plaza y a la seguridad de los jardines.
Hoy para muchas de sus actividades siguen usando armaduras de acero y lanzas, por ejemplo, durante el servicio de honor en audiencias y otras actividades oficiales, cuando se quedan inmóviles. Sólo saludan ante el paso del papa, cardenales u obispos.
El cuartel tiene patio de maniobras, gimnasio, salas de juego para sus hijos, armería y sastrería. Una banda de música (integrada por ellos) toca en Navidad y Año Nuevo, cuando el papa reza frente al pesebre, o en su cumpleaños. Los 6 de mayo juran lealtad y les rinden tributo a los muertos de la primera vez que sirvieron al papa en acción de guerra.