Los fanzines siguen vigentes
Unidos por la autoedición y la producción artesanal, ofrecen un amplio universo de cómics, poesías e ilustraciones y se autoafirman como espacio de resistencia
En arteBA, en el Centro Cultural Rojas, en librerías porteñas y en ferias del libro independientes, municipales, provinciales y nacionales, el fanzine cobra relieve y adquiere mayor presencia. De publicación humilde hecha por aficionados con un costo mínimo y sin expectativas de rendimiento económico, el fanzine (fan’s magazine) pasó a ser objeto de culto en el mundo de la edición porque supo apropiarse de estéticas, tecnologías e ideologías contraculturales e irreverentes, y se dejó influir por los géneros bajos, de la ciencia ficción a la pornografía y del panfleto político a la historieta. Los días 2 y 3 julio, en la galería Ruth Benzacar se organizará la Feria Paraguay de Arte Impreso, para la que se convocó a productores independientes de arte gráfico, editoriales experimentales, artistas visuales y editores de fanzines de la Argentina y del mundo. Allí habrá conversaciones, talleres, homenajes y una exhibición de nuevos formatos. (Más información en feriaparaguay.com.ar)
Sobre el desarrollo de los fanzines en la Argentina, dice Débora Gutman, de Ediciones de Cero (www.edicionesdecero.tumblr.com): "Me interesa el zine gráfico, el que proviene del diseño, de la ilustración y afines. Es un trabajo formal por fuera de los fanzines de cómics o del fanzine punk". Gutman señala que cada vez hay más fanzines con papeles de texturas especiales, con ilustraciones de calidad y originalidad en ediciones encuadernadas. "Aunque el fanzine sea una pieza editorial diseñada en detalle, la diferencia con publicaciones como revistas o libros se manifiesta por el modo de producción artesanal. Está cosido con hilo de color, abrochado, tiene fotocopia en papel de calco, está hecho en risógrafo a varios colores, pero circula de mano en mano con el sentido del Do It Yourself." Gutman organiza desde 2010 el Buenos Aires Fanzine Fest.
"Existen fanzines sobre todo tipo de temas; incluso pueden agruparse en varios géneros –dice Melina Dorfman, autora de una serie de fanzines con relatos de viajes y fotos-. Hoy en día, los que predominan en la escena mundial, y por supuesto local, son los de arte, fotografía, diseño, ilustración y cómics. Con las nuevas tecnologías, muchos abandonaron la estética desprolija y artesanal para volcarse a producciones más industriales y estilizadas. Para ello, pasaron de cortar y pegar a diseñar en computadora, de fotocopiar en una librería a recurrir a un taller, y de imprimir en hojas blanco y negro a utilizar papeles y tintas de alta gama".
Dorfman, que presentará Londres en la Feria Paraguay el 3 de julio, indica que el resultado, pese al perfeccionamiento de la impresión, es el mismo. ¿Por qué? "Porque mantiene vivo el espíritu: una tirada baja, a precio accesible, que circula fuera del mercado de libros y revistas comerciales." Con la estética del fanzine, con una normativa desprejuiciada, ha influido en los últimos años la edición independiente de textos literarios. Pablo Gabo Moreno, editor del sello de poesía Caleta Olivia, cree "en esa prosperidad del panfleteo porque multiplica de la manera más sencilla el espacio creado para la difusión". Como otros editores, considera el fanzine una herramienta pop que avizora un código lingüístico, con una estética desestructurada y a la vez compleja. "Veo mucho fanzine en los kioscos, veo mucho fanzine de poesía y sostengo que el fanzine actúa mas como un nervio, como algo más inmediato y frenético. Hay fanzines que han trazado algo importante en la poesía reciente, como Color Pastel, de Germán Weissi y Laura Manzini, o Danke, de Julia Enríquez, y también ediciones propias como las de los poemas de Martina Juncadella".
Sobre Color Pastel, Weissi y Mazzini comentan: "Es un fanzine gratuito de poesía que se editó en Buenos Aires entre los años 2004 y 2012. Son más de 120 números en permanente reedición y un sinfín de hojitas distribuidas en diferentes provincias argentinas y países, con traducciones al inglés, al francés, al italiano y al catalán". El diseño es muy simple: una hoja A4, doble faz, doblada en dos pliegos. Cada número corresponde a un poeta argentino, latinoamericano o norteamericano. Como muchos otros fanzines, Color pastel circuló por centros culturales, teatros, librerías, festivales de cine, bares, facultades, bibliotecas, fiestas, festivales. "En 2016 publicaremos un libro que reunirá la mayor parte de estas ediciones 2004-2012", anuncian.
En simultáneo, ambos publicaron el fanzine Proveedora de droga, en homenaje a un poema de Osvaldo Lamborghini, un proyecto editorial de fanzines gratuitos con poesías, hojas de colores y arte plegable. Otros fanzines similares fueron Billa, de Romina Freschi; Busco lector, de Silvana Castro y Cecilia Magno; Pistilo, de Luisa Lindo, y Viento norte, de Leo Mercado.
Fanzine Army es un proyecto de Federico Martínez Aquino que agrupa publicaciones de trabajos gráficos que excluyen la fotografía y el diseño web; este año participó de la isla de Ediciones de arteBA. "La premisa es hacer un objeto único, con una tirada limitada y a un precio accesible", dice Martínez Aquino. Cada edición posee el toque personal: una tapa color, con letraset, intervenida o con serigrafías. "Participé en la producción de las primeras ediciones del Buenos Aires Fanzine Fest, en las que se hicieron encuentros anuales de publicaciones independientes con un alto tenor gráfico, o zines de artista." Esos encuentros tuvieron mucha repercusión en el ambiente gráfico underground porteño.
Alex Schmied, editor de Tren en Movimiento, publicará en pocas semanas Libro de fanzines, una historia de los fanzines en la Argentina. "Es una publicación que reúne textos sobre el universo del fanzine, y sus zonas aledañas, y sus derivados –dice–. Me interesa pensar las prácticas editoriales, y creo que muchas «formas de hacer», muchos modelos de edición de hoy, tienen las marcas de la ética de producción y circulación del fanzine: libertad creativa, circulación de la publicación casi en una relación uno a uno entre productores y lectores, el intercambio de esos roles."
Si bien la autoedición es el denominador común de los fanzines, el universo temático que despliegan parece infinito; con mayor o menor caudal de texto o ilustraciones, con vivencias narradas, poemas o cómics, con texturas, dibujos o serigrafías, hechos de fotocopias o impresos, cosidos a mano o ensobrados, los fanzines se perfilan como un espacio de resistencia al conformismo que domina la industria editorial.
Algunos títulos
Qué leer para entrar en contacto con este tipo de formatos editoriales
Animal
Son poemas de Cristhian Monti acompañados por dibujos de Ana Wandzik
Proveedora de droga
El título homenajea un poema de Osvaldo Lamborghini; son gratuitos
Danke
Reúne poesía contemporánea bajo la atenta edición de Julia Enríquez
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