Origen, historia y presente de algunas de las piedras preciosas más grandes, famosas y caras del mundo.
1) Cullinan
El Diamante Cullinan fue el diamante en bruto más grande jamás encontrado con calidad de gema con un peso de 3,106.75 quilates (621.35 g), descubierto en la mina Premier en Cullinan, Sudáfrica, en 1905. Fue nombrado tras Thomas Cullinan, el presidente de la mina. En abril de 1905, se puso a la venta en Londres y se vendió dos años después. En 1907, el gobierno de la antigua República de Transvaal compró el Cullinan y luego se lo regaló a Eduardo VII, rey del Reino Unido.
La gema fue dividida en varias piezas menores por la companía Asscher de Amsterdam quienes examinaron el enorme cristal durante seis meses antes de cortarlo. La mayor piedra se llama Cullinan I o la Gran Estrella de África (106,08 g). La piedra está montada en la cabeza del Cetro del Soberano con Cruz. La segunda más grande es Cullinan II o la Segunda Estrella de África, con un peso 63,48 g, montada en la Corona del Estado Imperial. Ambos son parte de las joyas de la Corona. Otros siete diamantes importantes, que pesan un total de 208,29 quilates (41,66 g), son propiedad privada de Isabel II, quien los heredó de su abuela, la Reina María, en 1953. La Reina también posee brillantes menores y un conjunto de fragmentos sin pulir.
Desde 1985 existe un diamante mayor, el Golden Jubilee, que ganó ese nombre cuando fue adquirido por el rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej con motivo de los 50 años de su reinado. Es apenas 15 quilates más pesado que el Cullinan I (3 g), pero como se trata de una joya nueva y de color amarillo –muy similar con un topacio–, no ha logrado "destronarlo".
2) Koh-i-Noor
Es una gema de corte ovalado que pertenece a las joyas de la Corona británica, lo que a veces hace que se confunda con los Cullinan I y II. Desde 1937 adorna una corona especialmente hecha para la Reina Madre para el día de la coronación de su esposo, el Rey Jorge VI. El nombre de este diamante significa "Montaña de la Luz".
Es un diamante único, no solo por su valor comercial, sino también por su valor emocional y cultural, ya que está envuelto en diferentes mitos. Se cree que el Koh-i -noor trae mala suerte e incluso la muerte a los hombres que la tienen, y es inofensiva para las mujeres. También se dice que puede haberse colocado en el famoso trono de pavo real de Shah Jehan (que había construido el Taj Mahal) como uno de los ojos del pavo real. Sus registros datan de 1304 cuando al parecer estuvo en manos del Imperio Mogul, pero algunos creen que la piedra fue encontrada hace más de 5.000 años, dados algunos textos religiosos hindúes.
Por motivos de seguridad, está encerrado en la Torre de Londres, de donde sale solamente en ocasiones muy especiales, como la coronación de un nuevo monarca inglés. Una de las últimas apariciones públicas del diamante fue en 2002, en los funerales de la Reina Madre, cuando estuvo en su ataúd durante la procesión fúnebre.
3) Orlov
También conocido como Orloff, es una piedra preciosa de grandes dimensiones que pertenece a la colección de diamantes del Kremlin en Moscú.
Tiene la forma y las proporciones de un huevo cortado al medio y su origen conocido se remonta al siglo XVIII, cuando fue descubierto en el ojo de una estatua en un templo hindú situado en Mysore, al sur de la India, de donde un soldado francés lo robó. Desde entonces, la piedra cambió de manos muchas veces, siempre con el derramamiento de sangre de por medio, hasta que llegó a Amsterdam en 1774. En la capital danesa, un príncipe ruso, Orloff, la compró (por alrededor de medio millón de dólares) y se la entregó al la Reina Catalina II.
Actualmente forma parte del Fondo de Diamantes y se exhibe en el Palacio de la Armería del Kremlin.
4) Centenario
Al igual que el Cullinan, el diamante Centenario fue descubierto en la mina Premier en Transvaal, Sudáfrica, en julio de 1986. Originalmente pesaba 599,10 quilates en estado bruto.
Al maestro tallador Gabi Tolkowsky y su equipo, encargados de dividirlo, les tomó tres años cortarlo y tallarlo.Con 273.85 quilates, 247 facetas, el diamante Centenario, solo es superado en tamaño por los Cullinan I Y II de 530.20 quilates y 317.40 quilates, ambas se encuentran en las Joyas de la Corona Británica. El Centenario lleva ese nombre en honor al primer siglo de vida de la compañía que lo poseía, la De Beers Consolidated Mines que, se cree, ya no sería el propietario.
5) Regente
El Regente es un célebre diamante que forma parte de la colección de joyas de la Corona de Francia expuesta en el museo del Louvre. Es uno de los diamantes en la corona de Luis XV.
Está tallado en forma de diamante y fue engarzado en la corona que Luis XV usó en su ascensión al trono. Posteriormente, perteneció a Napoleón Bonaparte quien lo llevó en la empuñadura de su espada.
Actualmente se encuentra expuesto en la galería de Apolo del museo del Louvre junto a otras joyas de la Corona de Francia.
6) Taylor-Burton
El diamante en bruto fue hallado en 1966 en la mina Premier en Sudáfrica con un peso de 240.80 quilates que, al cortarse pasó a pesar 69,42 quilates. En 1969 fue adquirido por la joyería Cartier y,luego vendido al actor Richard Burton para su esposa Elizabeth Taylor.
En el momento de la venta, en 1969, el diamante estaba engarzado en un anillo de platino con dos diamantes más pequeños a cada lado. Pero Taylor encontró el diamante demasiado pesado para usar como anillo, y encargó un collar de diamantes que incluía una configuración personalizada para el diamante. El collar fue diseñado para ajustarse al cuello de Taylor permitiendo que el diamante cubriera su cicatriz de traqueotomía, fruto de de su combate con una neumonía casi mortal en 1961.
Burton lo compró por U$S 1,100,00. "Liz" lo usó en el 40 cumpleaños de la Princesa Grace de Mónaco y en los 42° Premios de la Academia y después de la muerte de Burton, en 1979, vendió la piedra, según se dijo, en cerca de U$S 2.8 millones que donó en su memoria para la creación de un hospital en Botswana. Fue visto por última vez en Arabia Saudita.
7) Ojo del ídolo
Varias historias rodean al diamante azul tallado más grande del mundo, pero lo cierto es que ninguna tiene gran fundamento. Una dice que fue robado de una estatua de Brahma en la India; otra que la piedra fue usada por el jeque de Cachemira como pago por el rescate de la princesa Rasheetah, que había sido secuestrada por el sultán de Turquía; un tercer relato cuenta que, alrededor del año 1607, pertenecía a un príncipe persa llamado Rahab. El príncipe habría llevado a cabo negociaciones no rentables y tuvo que usar el diamante para pagar sus deudas. Sea cual haya sido su historia real, el Idol's Eye desapareció durante unos 300 años y esta desaparición fue objeto de innumerables especulaciones sobre su paradero. No fue sino hasta 1865 que la piedra apareció en una subasta de Christie's en Londres, donde se vendió a alguien identificado solo como "BB". En 1934, su dueño fue finalmente identificado como Abdul Hamid II (1842-1918), el 34º Sultán del Imperio Otomano.
Después pasó de manos varias veces hasta que en 1945, el Idol's Eye fue vendido a la señora May Bonfils Stanton, hija del cofundador del periódico Denver Post, y muy enamorada de las joyas. Tanto, que dicen que lucía el collar a la hora de desayunar todas las mañanas. Al morir en 1962, su colección fue subastada por Galería Parke-Bernet de Nueva York y lo recaudado se destinó a sus organizaciones benéficas favoritas. El joyero de Chicago Harry Levinson fue quien compró la piedra. De allí pasó a manos de Laurence Graff en Londres, quien la habría vendido al controvertido presidente filipino Ferdinand Marcos para su esposa Imelda. Hoy se desconoce el paradero de este espectacular diamante.
8) El Beau Sancy
El Beau Sancy o pequeño Sancy es un diamante blanco de 34,98 quilates. Fue propiedad de la reina María de Médici, esposa de Enrique IV de Francia.
El origen indio de esta piedra es indiscutible, porque antes de los descubrimientos de los yacimientos de Brasil en 1725, las minas de Golconda, en la India, eran las únicas minas de diamantes conocidas. Allí también tienen su origen los diamantes Hope, Koh-i-Noor y Regente.
El único propietario conocido antes de María de Médici es Nicolas Harlay, señor de Sancy, al cual debe su nombre la piedra. Sancy era un hombre de negocios francés al que, entre 1594 y 1598, Enrique IV de Francia nombró Superintendente de Finanzas. El origen de su fortuna es familiar ya que los Sancy eran muy ricos. Además del Beau Sancy, Nicolas Harlay también poseyó el Sancy o gran Sancy, un diamante todavía más grande, de 55,23 quilates, que vendió a principios del siglo XVII al rey de Inglaterra Jacobo I.
El Beau Sancy fue pasando de manos dentro de la familia y luego de haber permanecido durante más de doscientos años en el tesoro de la Casa de Prusia, fue subastado por su propietario, el príncipe Jorge Federico de Prusia, el 15 de mayo de 2012 en Ginebra, donde fue adjudicado a un comprador anónimo.
9) Blue Hope
El diamante, también conocido como diamante azul o piedra maldita, fue por un tiempo propiedad de Luis XIV. Durante la Revolución Francesa desapareció y reapareció en 1830 cuando lo compró Henry Hope, por quien recibe su nombre y su asociación con la mala suerte de sus dueños, ya que la familia Hope entera murió en la indigencia.
Evalyn Walsh McLean compró la piedra en 1911 y así se convirtió en el colgante de un collar de diamantes tal como lo conocemos hoy. Al morir McLean, Harry Winston Inc., de Nueva York, se hizo con toda la colección de joyas de la señora McLean, incluido el diamante Hope. Durante los siguientes 10 años, Harry Winston Inc. mostró el diamante Hope en muchas exhibiciones y eventos de caridad en todo el mundo hasta que, en 1958, donó la piedra a la Institución Smithsonian. Seis millones de personas la visitan cada año en el Museo Nacional de Historia Natural de Washington.
10) Hortensia
Una piedra de 20 quilates de color melocotón, que lleva el nombre de la reina de Holanda, Hortense de Beauharnais, hija de Josefina e hijastra de Napoleón Bonaparte.
El Hortensia ha formado parte de las joyas de la Corona de Francia desde que lo comprara Luis XIV. Hoy se exhibe en el Louvrede París junto al Regente.
LA NACION