En Valdenegro 3057, un frente de ladrillos blanqueados con una puerta metálica verde y rematado en las alturas por pedazos de botellas de vidrio y alambres de púa alguna vez fue la fachada del Club Alumni de Villa Urquiza. En Gurruchaga 889, donde hoy hay un exclusivo local de valijas y mochilas, funcionó el Sportivo Palermo. En Avenida Gaona 1249, a metros del Cid Campeador, una tienda de instrumentos musicales da la nota en el lugar que albergó a Sportivo Buenos Aires. En el cruce de las calles Elía y Famatina, en Parque Patricios, el Club Atlético Piraña se mantiene a flote y sueña con revivir épocas pasadas. En Sánchez de Bustamante 748, un puñado de socios todavía le dan vida a Defensores de Almagro, en un gran caserón pintado de azul. Todos esos clubes pasaron por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y, en silencio, fueron dejándola. Algunos desaparecieron definitivamente y otros, con distinta suerte, subsisten aunque casi nadie recuerde que formaron parte del fútbol profesional organizado en este país.
El regreso de Piraña
"Se desafilió el equipo porque no había cómo sostenerlo. El presidente de ese entonces, Alfredo Vázquez, estaba muy solo. Las cosas estaban muy mal institucionalmente y no había ni un mango en el club". El que habla es Osvaldo Bianco, actual presidente de Piraña, y así recuerda lo que fue 1980, el último año que el club jugó en la AFA, en primera D.
Apenas dos años antes, en 1978, el equipo que solía usar remera blanca con una franja azul y otra roja había salido campeón de la última categoría. Bianco era el "5" titular de ese equipo. "Recuerdo la final que le ganamos a J. J. Urquiza en la cancha de Argentinos Juniors. Fue mucha gente. Vinimos a festejar al club, hicimos una comida… en ese momento era un logro impensado, no tomábamos dimensión", dice, en el buffet del club, donde hay ampliada una foto de ese plantel campeón. Tras abandonar la AFA, Piraña perdió todas sus actividades y la pileta del club quedó abandonada. En 2012, la institución cerró sus puertas.
"Ahí me llamó un muchacho a mí y a otros, y decidimos recuperar Piraña. Y lo logramos", dice Bianco, que cuando era jugador trabajaba de repartidor de hielo con su padre. "Pusimos un abogado, fuimos al Juzgado que intervenía y, en enero de 2014, nos devolvieron el club", recuerda este hombre de 62 años mientras está por empezar la cena por el aniversario número 76 de la entidad. Ya hay unas 150 personas que pagaron una entrada de $100 y que esperan, en la cancha de fútbol 5 cubierta donde están las mesas, a que llegue la comida que preparan los dueños del buffet, Fabián y Andrea. Luego habrá un show de magia a cargo del Mago Black, que, en un rincón del bar, se toma un vaso con fernet.
"Desde hace dos años viene para atrás todo. ¿Sabés lo que cuesta cobrar los $150 de cuota social que cobramos? Por eso hacemos esta fiesta, con un precio accesible", dice Bianco, que se enorgullece al contar que el club tiene 300 chicos que hacen fútbol. La gente de Piraña tiene otro sueño: volver. "Y… la gran meta es volver a la AFA. No es tan sencillo, no quiero entrar e irme al otro año, hay que subir los escalones de a uno. Tenés que tener 300.000 por mes de presupuesto", calcula Bianco. Sobre un armario, una jaula de pájaros vacía acumula polvo junto a un cuadro que reproduce el gol de Maradona a los ingleses. La fiesta está por empezar, vuelan las pizzas y los panchos hacia las mesas, Bianco ya está sentado junto a su familia. El Mago Black terminó su vaso de fernet y, camisa blanca y negra ornamentada con los símbolos de la baraja de póker, se apresta a dar su show, mientras de fondo suenan cumbias de los 90.
Los 15 de Almagro
Si Piraña sueña con regresar a la AFA, no parece pasar lo mismo en Defensores de Almagro. Allí, a pocas cuadras del Abasto, cada mediodía se reúnen los 15 socios que mantienen vivo al club para comer algo y jugar a las cartas. Una larga escalera blanca lleva hasta la entrada de la secretaría. Daniel Andrés, de 65 años, cuenta: "Llegué al club a fines de los 70. Ahora es como un club privado, la gente joven no viene, ¿qué van a venir a hacer?". Cuando avanza la hora del almuerzo, llegan los otros habitués. Entre ellos Hugo Pipieri, el actual presidente: "Yo jugaba en la primera del club hasta que se desafilió, en la D, en 1981, y además hacía de tesorero. En esa época no teníamos cancha. Al final poníamos plata nosotros".
Defensores de Almagro, como Piraña, tuvo su cuarto de hora cuando en 1970 salió campeón de la D y solo pudo sostenerse una temporada en la C. "Yo era hincha de Defensores de Almagro, lo seguía a todos lados, era fanático. Cuando ascendimos cortamos la Avenida Corrientes y Gascón, los vecinos tiraban papelitos. Con Piraña era medio clásico, era un equipo fuerte", dice Pipieri, que acota que por esos años el club tenía una sede sobre la calle Humahuaca. Poco tiempo después, se mudaron a un predio alquilado en Corrientes y Salguero. En ese lugar, a fines de 1981, luego de terminar último con apenas 5 puntos en 28 partidos jugados en la D, se tomó la decisión de desafiliarse de la AFA. "Seríamos 40 en la asamblea. La votación estuvo pareja. El club estaba más focalizado en el escolaso. La prioridad era tener una sede, así que se optó por eso en vez de por el fútbol, y se pudo comprar esta sede". Él, que tiene una inmobiliaria a pocas cuadras del club, reconoce: "Es raro ser hincha de un club que no juegue más. Yo era hincha fanático, eh… los primeros sábados sin Defensores de Almagro jugando fueron un sufrimiento muy grande".
El sueño perdido
Pero si Piraña y Defensores de Almagro, con sus matices, permanecen en actividad, otros clubes se eclipsaron, como los mencionados Sportivo Buenos Aires, desaparecido definitivamente en 2003, o Alumni de Villa Urquiza y Sportivo Palermo, extinguidos en algún difuso punto de los 80.
En una mañana de Saavedra, sentado en una mesa de un bar se encuentra José Pintado, experimentado técnico de inferiores y del ascenso y arquero de, entre otros clubes, Sportivo Palermo, a fines de los 50. El club, en la época amateur, había aportado jugadores a la selección argentina que ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928; además, tenía un estadio de buenas dimensiones en lo que hoy es el KDT, que incluso le prestó en 1937 a Argentinos Juniors para que ahí jugara el equipo de La Paternal. En 1941, un incendio le destruyó la cancha y, en paralelo, comenzó un largo deambular por las categorías menores de la AFA. "A mí me llamó el presidente de ese entonces, Rodríguez Alem. El técnico de ese equipo se llamaba Mateo Bello, era taxista", dice Pintado.
Según él, prácticamente no tenía hinchas. "Se cobraba cuando había un mango y entrenábamos cuando podíamos en la cancha de un sindicato por el puerto", recuerda el exarquero, al que, cuando se fue a jugar a Liverpool de Montevideo, para darle el pase, el mencionado Rodríguez Alem le pidió que le diese al club una bolsa con 10 pelotas. Con el correr de los años, Sportivo Palermo acentuó su decadencia. Sin cancha propia, lograba cesiones temporarias de predios en el Gran Buenos Aires o usaba la cancha de Defensores de Belgrano. En 1983, terminó antepenúltimo en la D, se desafilió de la entidad rectora del fútbol argentino y cerró sus puertas para siempre. Hoy, junto a otros nombres todavía menos conocidos como Defensores de Corrientes o General San Martín, su registro escrito sobrevive en viejos recortes de periódicos, teñidos de amarillo por el pincel del tiempo.
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