Los adolescentes ya no se conforman y van en busca del almuerzo ideal
Inmersos en la cultura gourmet, en época escolar los jóvenes se debaten entre el afán de autonomía, lo saludable y los gustos sofisticados
Cuando supo que este año tenía gimnasia en el turno de las 13.45, Carolina Arditi pensó en repetir el plan que con su mejor amiga habían puesto en marcha el año anterior. Entre la salida del colegio a las 12.50 -cursan cuarto año en el ILSE-, y la hora de gimnasia en el club GEBA, se dan una vuelta por un local de sushi. "Son como cinco piezas sin cortar, y almorzás con dos rolls más bebida por 40 pesos", cuenta la joven que prefiere ese menú a los sándwiches del quiosco del colegio.
La escena es elocuente y repetida. Los chicos con uniforme peregrinando en grupo en busca de un local en las cercanías del colegio que les proporcione un almuerzo rápido, rico y variado. Sucede en la zona de la plaza Lavalle, donde está el ILSE, también cerca de ORT en Belgrano y en los colegios con doble escolaridad de Palermo y Caballito, entre otros barrios: cada vez es más frecuente ver a grupos de adolescentes en la calle en busca del almuerzo ideal. Sucede que es la edad en que ganan autonomía, y una de las primeras áreas en que la aplican es en el almuerzo escolar.
"Cada vez se discute más sobre la comida, también entre los adolescentes, porque forma parte del proceso de independencia y de la formación de grupos de pertenencia propios de la edad", opina Julián Díaz, empresario gastronómico de los bares Florería Atlántico y 878. Justo a la vuelta de este último, está el colegio Ecos. "Ves a los chicos que van a comer a la parrillita con los laburantes del barrio, enfrentando una situación nueva", cuenta Díaz.
Maia K. empezó quinto en un colegio de Palermo con doble escolaridad que tiene un comedor cada vez menos elegido por los alumnos más grandes. "Me compro ensaladas en un bakery que abrió hace algunos meses al lado del colegio, nos preparan las ensaladas a gusto, con salmón, huevos, pollo, atún? es más que sólo lechuga, y bastante accesible de precio", cuenta. También van en busca de frutas y de alguna gaseosa al supermercado.
Para el doctor Enrique Berner, director del Servicio de Adolescencia del Hospital Argerich, fomentar una conducta responsable de los chicos en relación con la comida es tarea de los padres. "Es importante que los padres de chicos de 15, de 12 o de 9 empiecen a transferirles herramientas para que puedan avanzar con responsabilidad, con autonomía y conductas responsables."
Para Eugenia, de 17 años, en quinto del Florida Day School, la variedad en el menú del almuerzo es tan importante como el factor tiempo: va a un colegio con doble escolaridad donde tienen una hora para comer. "Todos prefieren salir a probar cosas nuevas", cuenta la joven. Incluso los que llevan viandas desde la casa descubren ante sus compañeros la diversidad de su paladar: sándwiches de tomates secos, empanadas árabes o fajitas mexicanas.
Aprender a alimentarse
"No es tan importante que almuerce muy bien cuando está en este tipo de jornadas, en tanto haya tomado un buen desayuno, la merienda sea adecuada y se prepare una comida para la noche que incluya carne, verduras y frutas", explica el doctor Berner, autor de Hijos adolescentes. El desafío y la oportunidad de ayudarlos a crecer (Grijalbo). Destaca, sin embargo, que siempre deben comer algo para no pasar tantas horas en ayuno, lo que perjudica el rendimiento académico por la baja de azúcar en sangre.
Si la vianda en algún momento pasó a representar en el imaginario adolescente el contacto con el hogar -la comida de mamá en la escuela, su primer ámbito de autonomía-, también es verdad que muchos jóvenes habituados a dietas más variadas en sus casas, ya sea por naturales o gourmet, experimentan un cambio de percepción: la vianda pasa a ser un privilegio si le brinda una solución atractiva.
La oferta gastronómica de Palermo y alrededores, por otra parte, es un sinfín de tentaciones para los chicos que buscan alimentarse, despejarse de la exigencia académica e ir formando su paladar. "Una vez por mes vamos con mis amigas a comer a Mark's -un café deli frente a la plaza Armenia-, ése es nuestro lugar y comemos ensaladas", detalla Maia sobre su rutina.
"El otro día mi hijo que va a tercero me contó que había almorzado con sus amigos en un restaurante árabe", cuenta Rosario, madre de tres adolescentes de diferentes edades que circulan por Palermo y Villa Crespo. "Me pareció genial, porque es una oportunidad que tiene de experimentar, de probar otras comidas y de manejarse solo", relata.
"Si los chicos van a comer afuera -opina el doctor Berner-, los padres deberían ayudarlos a entender lo importante de comer algo saludable, y todo comienza por restringir al máximo las bebidas azucaradas que llenan la panza y además consumirlas sin ingerir alimentos deteriora los dientes, no por el azúcar, sino por el pH ácido que tiene la mayoría." Una porción de pizza o de tarta en el bar no será tan grave si come una fruta y varía su alimentación en el resto de las comidas...
"Son los padres los que tienen que marcar en este tiempo y los adolescentes tienen que hacer lo que los padres indican como apropiado -explica el médico-. Mientras no sea una situación de riesgo y no perjudique sus normas familiares, experimentar con la comida podría tomarse dentro de la normalidad."
Como columnista en el programa Gente sexy, de la FM Rock and Pop, Julián Díaz es testigo del boom gastronómico entre los más jóvenes. "El de la comida es un tema omnipresente, y podés comprobarlo en las fotos que suben a Instagram, en los que se hacen vegetarianos o los que responden a las consignas de la picada o el asado, mientras que no hace mucho la comida era un tema de amas de casa", reflexiona. "Ahora hay chicos de 16 años que se reúnen a cocinar." Las ferias, los programas de televisión y los libros alrededor de la gastronomía tienen su parte en el proceso. "Todo colabora a poner en cuestión la sanguchización de todo, para trabajar en serio en la cultura alimentaria de las futuras generaciones."
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