Lorenzo Ferro, en la piel de un asesino serial
"Lo que el pueblo argentino supo o cree saber sobre mí no es más que una leyenda (…) A todos les digo: no existe el asesino Robledo Puch. No existe el mayor asesino serial de la historia criminal argentina. No soy el monstruo que inventaron", escribió Puch en una de las cartas que le envió al periodista Rodolfo Palacios, autor de El Ángel negro, el libro que sirvió de disparador para que Luis Ortega imaginara El Ángel, la película que se presentó en Cannes y que se estrenará el próximo 9 de agosto.
Carlitos es Lorenzo Ferro. Toto para los que lo conocen, el hijo del actor Rafael Ferro y la vestuarista Cecilia Allassia, el que fue capaz de poner el cuerpo al chico que entre el 15 de marzo de 1971 y el 3 de febrero de 1972 mató a balazos a once personas por la espalda o mientras dormían, incluidos sus dos compinches. Tenía 20 años cuando lo arrestaron y está preso desde entonces, es uno de los casos policiales argentinos más resonantes. La prensa de entonces lo bautizó la bestia humana, Muñeco maldito, El verdugo de los serenos, El unisex, Fiera humana, El gato rojo, Carita de ángel, El chacal y El ángel de la muerte. "Nunca un caso criminal conmovió tanto a la sociedad argentina", reflexionó Osvaldo Soriano en el suplemento Cultura de La Opinión, en febrero de 1972.
Toto es Carlitos y logra quitar el aire con su interpretación, con su debut actoral, donde seduce, genera empatía y hasta complicidad. No pensaba en ser actor, pero un casting en Underground, la productora de Sebastián Ortega, lo cambió todo. "Lo que me gustó de vos es que todos vienen a interpretar a un asesino, a un loco, a un oscuro; vos, en cambio, viniste en el rol del chabón que se divierte robando. Eso te hace distinto", le dijo Luis. Apenas lo vio, supo que era él. No dudó. Pero siguió buscando porque su nombre para una película con este nivel de producción no era fácil de negociar. Por el casting pasaron más de mil chicos, hasta que Lorenzo quedó finalmente elegido.
¿Qué recordás de aquella primera audición?
Mi papá me contó que había un casting para un personaje llamado Carlos Robledo Puch. En ese momento estaba en el colegio, así que me metí en el laboratorio (donde están las computadoras) y busqué en internet. Me puse a leer y no lo podía creer, ¡chau, qué chabón, hasta le disparó a un bebé! La semana siguiente le pedí a mis amigos que me acompañaran. Nos tomamos un taxi y nos bajamos ahí, en Underground. Me dieron una planilla y pasé. Tenía que aprenderme una letra que no estudié muy bien porque estaba con pruebas en el colegio, estaba con un montón de cosas y además, porque no me había tomado muy en serio esto del casting. Fui a cagarme de risa. Cuando se prendió la cámara me di cuenta de que definitivamente no sabía la letra, así que empecé a improvisar frente a Martín (Ortega), a chamuyar que había robado un reloj. Todo lo decía con una sonrisa en la cara. Después de ver el video, me llamó Luis, le gustó eso de mí, esa esencia. Fueron siete castings. En aquel entonces estaba terminando el secundario. No sabía si anotarme o no a la facultad.
¿Te anotaste? ¿Qué carrera elegiste?
Sí, porque pensé que no iba a quedar y así que me inscribí en Diseño Industrial. El mismo día que aprobé Matemática, en febrero de 2017, me llamó Luis a decirme que a las seis de la tarde se decidía todo. Fueron seis meses de espera. No dejaba de mirar el celu. Hasta que llamó y me dijo: "Vamos para adelante".
Si no quedabas, ¿arrancabas la facultad?
Ni lo quiero pensar. Me anoté por anotarme, ahora que estoy acá creo que no hubiera aguantado ni un mes. No sé, la verdad es que, si no hubiera pasado por esto, quizá terminaba la carrera. Es muy loco cómo uno se acomoda, como aparecen esas puertas. La verdad es que no tenía muy en claro lo que quería hacer, sabía que en algún punto me divertía actuar con mis amigos, hacer un personaje para que ellos se cagaran de risa, eso siempre me divirtió, pero nunca lo vi como una profesión. Por eso fui al casting, así, como si nada. "Voy –me dije–. Total no pierdo nada".
La preparación del personaje fue intensa. Dos veces por semana se juntaba en la casa de Luis con el director y con Alejandro Catalán, maestro de actores ("un capo, hizo magia", reconoce Toto). Luis le decía por dónde quería que fuera el personaje, lo que imaginaba, su mirada. "Yo era testigo de esa charla entre dos maestros. Catalán a veces hacía de mi papá [el chileno Luis Gnecco]; otras, del personaje del Chino (Darín), de (Daniel) Fanego, de Peter (Lanzani), de mi mamá (Cecilia Roth). Luis filmaba. Tengo miles de videos en mi computadora. Después pasamos a trabajar con un sparring, porque el Chino estaba en España. Ahí armamos las escenas de Ramón y Carlitos. Fue muy duro, cuatro meses de intensa preparación".
¿Cómo fue el proceso de meterte en la piel de Puch? ¿Leíste el libro, artículos periodísticos de la época...?
Al principio, estaba muy enganchado con el libro de Palacios y me la pasaba buscando data en internet, pero después entendí que todo lo que estaba haciendo no funcionaba porque no tenía que interpretar a Robledo Puch; tenía que interpretar al Carlitos de Luis. Dejé de leer todo ese material, agarré el guion y empecé a hacer miles de anotaciones. Si me hubiera quedado con el libro y lo que se dice en internet, no habría funcionado, porque la película es otra cosa. Es otro personaje. Es una mirada libre hacia Carlitos. Por suerte me di cuenta, sino me hubiera hecho el loco todo el tiempo.
Finalmente, ni vos ni Luis conocieron personalmente a Robledo.
No, en un momento estaba seguro de que conocerlo me iba ayudar un montón, pero ahora a la distancia no sé, no creo. Quería escuchar su voz, su relato. En su momento, Luis le escribió una carta diciéndole que iba a hacer la película y parece que él se la mostró a los policías y por eso se enteró la prensa. Hoy Luis está seguro de que si lo hubiera conocido, no habría podido hacer lo que hizo. El no conocerlo le permitió imaginarlo y construir con Catalán y conmigo, primero un piso, y luego una casa.
El parecido que lográs con el Robledo Puch de aquellos años es notable y la comparación, más allá de que Luis diga que su "Carlitos es una inspiración libre", va a generar comparaciones.
Si, es power, lo sabemos. El que va a buscar la historia fiel, se va a llevar una sorpresa, porque no lo es. Esta es una visión romántica de Carlitos, un personaje hecho por Luis, una especie de rockstar. Su historia es diferente a la de tantos otros asesinos, era de zona norte, tenía cara aniñada, no le faltaba plata, quebró con todos los estereotipos, se corrió de esa idea de "portación de rostro". Robledo tiene un montón de seguidores, gente que le escribe cartas a la cárcel, que quiere conocerlo, mujeres que lo buscan. Creo que a la gente le va a gustar la película y que Carlitos va a generar empatía con el personaje y cierta polémica.
Un asesino distinto, refinado, invertido, rubio y con novia bonita –describió Andrés Calamaro en uno de los prólogos al libro de Palacios–. Un hijo deseado que llegó como el ángel caído de una estrella maldita (…) Un asesino serial que dos generaciones recuerdan angelical, vestido con la camiseta rayada como los gondolieri de Venecia. Como Tadzio, pero sin Venecia y con más muertes que pagar.
Los expertos en criminología sostienen que la atracción por estos personajes está relacionada con dejar librado nuestro costado más oscuro.
Y sí, todos tenemos nuestro lado oscuro. Pensá que todos los que vieron la serie de Pablo Escobar de alguna manera no querían que lo atraparan, a pesar de que sabían cómo terminaba y que era un hijo de…; lo mismo con Breaking Bad y tantos otros. De alguna manera uno se convierte en la cámara y ellos actúan para vos y ahí es donde se genera ese vínculo. También hay otros personajes que no generan empatía en lo más mínimo, a mí me pasó con Christian Bale en American Psycho. Siempre se trabaja esa línea entre la empatía y la no empatía, yo prefiero la empatía.
¿Qué es lo que más te sedujo del personaje?
La libertad que siente. Él se siente libre y vivo mientras roba. El tiempo se detiene en cada robo, más cuando está al lado de Ramón. Es un personaje al que nunca terminás de sacarle bien la ficha, siempre tiene un vale cuatro, un ancho de espada. Actuaba muy natural en situaciones que para cualquiera no son normales, como entrar a una casa a robar, pasearse, tomarse un whisky, poner música y echarse a bailar. La libertad que sentía le permitía moverse así.
¿Te despertó contradicciones, dudas?
Lo que más ruido me generó fue un poco su sexualidad, pero después me di cuenta de que era un ángel y que los ángeles no tienen sexualidad [Carlitos al comienzo de la película se autodenomina como un ángel caído del cielo]. Al otro día de la presentación en Cannes, periodistas de distintos países del mundo me hacían la misma pregunta: ‘¿qué se siente representar a un chico gay en la pantalla?’. Flashearon con Call Me by Your Name [de Luca Guadagnino].
¿Qué respondiste?
Lo que pienso, que no sabía si era gay, que realmente no importaba. Lo que pasa es que necesitaban encasillar la relación entre Ramón y Carlitos, pero no tiene un lugar, es una relación que vuela porque tiene que volar. No tiene nombre, no pertenece a un lugar. Era parte de esa libertad que sentía, él tenía esa idea de que lo podía hacer todo.
Tras la proyección en Cannes, Stephen Dalton señaló en The Hollywood Reporter que la película "hace explícito el subtexto erótico latente, adorando la belleza andrógina de su antihéroe sexualmente ambiguo". Además de señalar algunas cuestiones morales en la forma en que Ortega traza el retrato de su personaje, reafirma: "El Ángel es una pieza de época con estilo que cuenta con actuaciones muy sólidas y una excelente banda sonora vintage".
Al ritmo de El extraño del pelo largo, en la voz de La joven guardia, Carlitos baila. "Es raro el juego con mi cuerpo, Catalán me pidió que tomara la imagen del cuerpo femenino a la hora de bailar, abrirme, no quedarme en el macho, romper con eso, que fuera una mina, una especie de Michael Jackson. En los calentamientos, antes de actuar, bailaba. Luis ponía música y me dejaba solo con el perro, hasta que encendía la cámara. Cuando llegaba a casa repasaba los pasos frente al espejo. Tenía que abrirme, permitirme sentir de otra forma". Ese aire andrógino sobrevuela en toda la película y se hace carne cuando Ramón desliza: "Te parecés a Marilyn Monroe". Carlitos, frente al espejo, mira su reflejo en un alto de un robo en una joyería. Tiene puestos unos aros carísimos que resaltan lo carnoso y húmedo de sus labios. Tiene cara de estrella de cine y, por qué no decirlo, parece un ángel.
La música juega un rol fundamental en el film y también en la vida de Ferro. "Siempre rapee, hice durante un tiempo freestyle. La música para mí es una terapia. Iba a competencias, si buscás en YouTube seguro algo te aparece. Algunos fines de semana, los que tenía libre de rodaje, iba a competencias, para despejarme un poco. Está bueno la espontaneidad que se da, te agarrás de todo lo que tenés alrededor, es como la actuación. De alguna manera tiene que ver con la filosofía de vida de Carlitos, el personaje que pensó Luis, eso de entrar a robar e improvisar".
Las críticas en el marco del festival fueron positivas, en su mayoría. En lo que todas coincidieron fue en destacar la presencia arrolladora de Lorenzo Ferro. "El Deseo, la productora de los hermanos Almodóvar, regresa a Cannes con un espectacular film de género que evoca muy libremente las andanzas del ladrón y asesino en serie más célebre de la historia criminal argentina. Un film de Luis Ortega, que supone la revelación del inenarrable Lorenzo Ferro, al que secunda un impecable Chino Darín, y un imparable musicón", publicó Fotogramas. "Es cierto, las críticas estuvieron bastante bien. Me mandaron, creo que ocho, para que leyera. Con la primera se me cayó una lágrima, pero ya con la cuarta, no quise seguir leyendo. No terminás de caer, es raro lo que pasa".
¿Nervios para el estreno?
Uff. Siento que se va a parecer a una fiesta de quince para mí y eso me da algo de fiaca. Van a venir todos a saludarme, a decir que estuve bien, palmaditas en la espalda. Está buenísimo, pero… Quizá puedo sacar mi lado malo [se ríe].
¿Qué te gustan más, los héroes o los villanos?
Creo que a la mayoría, hasta los 12 años, nos gustan los superhéroes. Después, te atraen más los villanos como el Guasón. Es que te cansás de esos personajes que hacen todo bien, para mí el superhéroe es mucho más irreal que el villano; el malo falla siempre, es más crudo, más terrenal.
¿Carlitos es un villano?
No, no lo es, y esa puede ser la polémica que despierte El Ángel. En Historia de un clan, al personaje de Awada se le notaba el lado oscuro, en cambio Carlitos es mucho más transparente. Lo que hace está mal, pero piensa que está bien. Al espectador le genera cierta empatía y en ese momento, en el que ves la película, no sentís que esté tan mal lo que está haciendo. Obviamente, cuando salís, decís que es un hdp. Para él todo es un chiste, siente que está actuando para Dios. ‘Si te mato, no pasa nada, porque es un casting que Dios está haciendo y yo tengo que hacer lo posible para quedar’. Muchos pueden pensar que nosotros somos los buenos y esa puede ser la polémica de la película.
LÍNEA DE TIEMPO
- 1998. Nace el 9 de noviembre Lorenzo "Toto" Ferro. Es el hijo mayor del también actor Rafael Ferro y la vestuarista Cecilia Allassia
- 2004. Se cría en Belgrano. La primaria la hace en un colegio católico de la zona, por comodidad: queda solo a una cuadra de su casa
- 2011. El secundario lo cursa en ORT, colegio judío que le permite tomar contacto con puntos de vista diferentes; elige la orientación Medios de Comunicación
- 2013. El skate es su pasión. Toma contacto con la cultura hip hop, con el rap y el freestyle
- 2017. Es elegido por Luis Ortega para interpretar a Carlitos Robledo Puch, en El Ángel
- 2018. En mayo presenta en el festival de Cannes su debut en la actuación. El Ángel, el séptimo film de Ortega se exhibe en la sección Un Certain Regard. El próximo 9 de agosto llega a los cines argentinos
- El futuro. A la espera del estreno de El Ángel, el 9 de agosto, quiere seguir con la música y ansía volver a actuar. "Muero de ganas, cada vez que veo una buena película digo: ‘¿Cómo no soy yo?’
Producción Agustina Butler. Asistente de producción: Camila Pepa; Asistente de fotografía: Sebastian luraghi; Maquilló y peinó: MatÍas callegari con productos Givenchy para SebastiÁn Correa estudio; AgradecimientoS: Adidas, Alen, Ay not dead, Dr Martens para Grimoldi, Garçon García, Nevada, Revolver.