Logró superar a Nadia Comaneci y tenía todo para triunfar, pero un peligroso salto la dejó cuadripléjica y cambió la historia de la gimnasia
Elena Mukhina dio la vida por ese deporte y fue preparada para vencer a la rumana; su carrera terminó antes de tiempo y su experiencia marcó un antes y un después
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Técnica, precisión y constancia son tres de los pilares fundamentales dentro de la gimnasia artística, una de las disciplinas más fascinantes, pero también más competitivas y exigentes. La generación del ‘70 recuerda a la impresionante Nadia Comaneci y su diez perfecto, y la del 2010, a Simone Biles por su increíble destreza, pero también por su valentía de hablar sobre la importancia de la salud mental en el deporte. Sin embargo, existió una atleta que se entrenó para hacerle sombra a la rumana y, de hecho, lo logró. Elena Mukhina fue una de las mejores gimnastas del mundo, hasta que un peligroso ejercicio acabó no solo con su carrera, sino también con su vida. Su historia marcó un antes y un después en la historia de dicho deporte y cambió las reglas del juego para siempre.
Mukhina nació el 1 de junio de 1960 en Moscú, cuando aún formaba parte de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Tuvo una infancia extremadamente dura: su padre era alcohólico y abandonó a su familia cuando ella era apenas una niña. Tiempo después quedó huérfana, a raíz de un incendio que se cobró la vida de su madre. Fue criada por su abuela.

En medio de una difícil niñez, encontró en la gimnasia un espacio de liberación, una herramienta para sobrevivir y seguir adelante. Se entrenaba a diario en el club deportivo CSKA. Para su suerte -o su desgracia depende de cómo se lo mire-, en esos tiempos el podio en los saltos y las vigas era pura y exclusivamente de los rumanos. Una por entonces desconocida Nadia Comăneci se abría paso en la historia y ponía en jaque el dominio ruso, quienes no se quedaron sentados y salieron a buscar a la próxima estrella que les pueda devolver el primer puesto. Y, efectivamente, la encontraron.

La sobrexigencia al límite para ganar una medalla
Cuando Elena era apenas una niña de 12 años que practicaba gimnasia como un hobby, los ojos del entrenador ruso Mikhail Klimenko se posaron en ella. Venía de dirigir al equipo masculino soviético y, como Rumania se llevaba todos los laureles, decidieron enfocarse en las mujeres para recuperar la gloria.

La dupla de Mukhina y Klimenko fue, por un lado, poderosa y, por el otro, destructiva. La experiencia y el conocimiento de él, la implementación de ejercicios destinados originalmente a los hombres y el trabajo duro, convirtieron a la joven en una competidora a la cual respetar.
Todo parecía indicar que los soviéticos avanzaban a paso firme en la recuperación del podio: Elena ganó el all around en el Campeonato Mundial de gimnasia artística de 1978 y, además, se llevó el oro en suelo y en la categoría de equipos, y la medalla de plata en asimétricas y barra. En una competencia mano a mano con Rumania, la URSS se quedó con el primer lugar.

Un movimiento en falso y una carrera que llegó a su fin de la peor manera
Corría 1979 y faltaba solo un año para los Juegos Olímpicos de Moscú. Llegaba el desafío final, la prueba de fuego para Mukhina, esa para la cual la entrenaron: era su momento y la única opción era ganar, más aún en su propia casa. Pero, la sobreexigencia extrema a la que la fue sometida terminó costándole muy caro.
En vísperas del Campeonato Mundial de 1979, con sede en los Estados Unidos, se dio el primer quiebre: durante uno de los entrenamientos, se rompió la pierna. Esto la inhabilitó a representar a su país, y no solo eso, sino que Rumania volvió a arrebatarle el primer puesto.

El calendario corría y parecía que las manecillas del reloj giraban más rápido. Se avecinaban las olimpíadas y la promesa rusa no estaba en condiciones de volver a la pista. No obstante, la ambición, la presión y el deseo de gloria de la federación hicieron caso omiso a las recomendaciones médicas y la obligaron a entrenarse antes de estar completamente recuperada.
Fue así como, para sumarle dificultad a su rutina de piso, el entrenador incorporó el llamado Salto Thomas, creado en 1978, uno de los más complejos y originalmente diseñado para los hombres. Ella debió ejecutarlo, a pesar de su frágil estado físico y a sabiendas de que aún le faltaba tiempo de rehabilitación.
Un deportista de alto rendimiento conoce su cuerpo y si no está listo para ser exigido y, aún más con contraindicaciones médicas, el resultado solo puede ser devastador.

Mientras practicaba el complejo salto, Elena cayó sobre el mentón, se rompió el cuello y quedó cuadripléjica.
“El accidente pudo haberse evitado”
La carrera de la gimnasta terminó ese día, a los 19 años, mucho antes de lo esperado y sin la posibilidad de cumplir su sueño, porque previo a convertirse en una deportista de elite, era una joven inocente, con ilusiones y deseos que encontró en el deporte una forma de sobrevivir.
Faltaba poco para la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1980. El comité intentó ocultar la verdadera razón por la cual su estrella se perdía el torneo y argumentaron que aún no estaba físicamente lista, incluso deslizaron que fue culpa de ella haber practicado el salto. Si bien no participó, la recompensaron con la orden de la insignia de honor y, más tarde, con la medalla de plata de la orden olímpica.

En una entrevista para el documental More than a game (Más que un juego) de 1991, la exgimnasta habló sobre la traumática experiencia que vivió y contó detalles del fatídico día: “No estaba física ni psicológicamente lista. Fue un accidente que pudo haberse anticipado”.
En este sentido, sostuvo que su entrenador la trató como un “pequeño robot” y fue demasiado exigente: “No existía nada más aparte de la gimnasia. No tenía el derecho de estar ahí. Los problemas del afuera simplemente no existían. Él no entendía que tal vez estaba cansada, me decía ‘no lo estás, simplemente no quieres hacerlo’. Ese era su método de entrenamiento”.
Un cambio rotundo en la gimnasia
Si bien su carrera deportiva terminó de manera abrupta y en la peor de las circunstancias, su historia sirvió para marcar un antes y un después en la gimnasia. Luego de que saliera a la luz la verdadera causa de su “renuncia”, el Salto Thomas, uno de los ejercicios más difíciles creado por el gimnasta norteamericano Kurt Thomas, fue prohibido para las mujeres. La última que lo realizó fue la china He Xuemei en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. En 2017, 25 años después, fue excluido para los hombres.

Elena murió el 22 de diciembre de 2006 en Moscú, por complicaciones en su salud. Tenía apenas 46 años. Más de la mitad de su vida sufrió las consecuencias del abuso de poder y, si bien probablemente su nombre ya no resuena en una conversación sobre las mejores gimnastas del mundo, su talento, su carrera y su experiencia, sin duda alguna cambiaron la historia de la gimnasia artística.
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