Tradiciones y contemporaneidad se mezclan sabiamente en este proyecto sencillo solo en apariencia.
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“Le tenemos un gran cariño a este proyecto: porque no es tradicional, por el desafío que implicó construirlo y por el alto nivel de exigencia del cliente, que no quería una casa de campo clásica, pero tampoco una moderna de volúmenes rectos, fría y aburrida”, dice el arquitecto Jorge Mazzinghi, del Estudio Mazzinghi-Sánchez.
Se nota el entusiasmo ante la provocación del ingenio, esa que empuja a mostrar el talento frente al otro payador. Pero acá estamos entre dos mundos. Y el Estudio levantó el guante con este volumen construido en steel frame, revestido en maderas de demolición. Una síntesis fantástica. Está la tecnología y la mano de obra artesanal; la transparencia dada por los enormes ventanales y su retracción, que protege el corazón de la casa con el ánimo de las viejas galerías. Y el fuego, en el centro de todo, como se hacía en los ranchos más elementales. Con semejante prenda, como para no quedarse.
Los tablones se atornillaron sin cepillar; solo se lijaron para aplicarles un protector incoloro. Buscábamos cierta rusticidad en la piel de la casa que contrastara con lo puro de sus líneas rectas
Interior abierto y sofisticado
El dueño trajo en un container unos pocos muebles de Suiza, como los sillones ‘Barcelona’ de cuero natural, la chaise longue de Eames, el ropero de roble pintado de rojo y las lámparas colgantes. "Son art déco originales y resultaron perfectas: un riel común hubiera quedado muy urbano, y las pantallas de mimbre o tela se hubiesen volado con la circulación de aire y el viento".
No hay cocina propiamente dicha, solo una salamandra que también se usa como horno. Está contenida en una pieza de hierro oxidado a medida que también contiene una mesada con pileta, espacio para la heladera, la leña y el guardado.
"Nos pareció interesante hacer una casa sin todas las funciones habituales de una tradicional. Un espacio abierto por dentro y contundente por fuera que no tiene las características de la zona, pero que retoma y estiliza algunas de sus formas y conceptos".
Un baño en cada extremo
Hay dos baños, de una estética bien distinta: uno es más de campo; el otro, con empapelado y lit de repos, más de estancia. Para el más gauchito se usó un tono "Malbec", como lo bautizó el dueño de casa, gran admirador de los vinos argentinos.
"Acá se puso en juego el calibrado de lo rústico. El dueño estuvo muy encima de los distintos colores y su combinación. Fue un proceso sumamente artesanal, aunque el aspecto haga pensar otra cosa. No es tan casual todo. Parece, nomás".
Como la parte central es prácticamente transparente, el Estudio retrasó las ventanas 2m de los filos exteriores: así se controla el impacto del sol y la temperatura. Galerías siglo XXI.
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