Lo que se esconde en una pileta dañada
Un hombre compra una casa con pileta. Es una pileta grande, de 10m x 5m, más de 2m de profundidad en la parte honda y una escalera en L de escalones anchos. Muchas piletas hoy se construyen con ese tamaño y con esa forma, pero esta es antigua. Tiene más de veinte años. Normalmente, un constructor de piletas ofrece garantía de diez años, así que este hombre sabe que su pileta está en su tercera edad, y no se preocupa cuando detecta, apenas mudado a su nueva casa, que pierde agua. Está rajada y no le importa, piensa que la puede arreglar. Llama a un albañil, el albañil hace lo suyo y el hombre queda tan conforme que decide cambiarle la cara a su pileta y le manda a hacer un revestimiento de venecitas. Sin embargo, al tiempo la pileta vuelve a perder agua. Sigue rota. Entonces el hombre, después de tanto esfuerzo, se preocupa y comienza con su raid de consultas. Todo tipo de especialistas se acercan a darle consejos. Y como ninguno garantiza nada, "la pileta ya es vieja, esto es así", dicen todos los que se acercan, el hombre entra en una incipiente depresión. No puede creer que algo tan sencillo como arreglar una pileta no tenga una solución definitiva.
-Pero es así -le digo cuando me contrata para que la limpie-. Si se rompió una vez se va a romper siempre. A lo sumo, algún arreglo va a durar más que otro, pero es puro azar.
El hombre desconfía hasta de sí mismo. Necesita un consejo que lo alivie, no necesita realidad. Entonces le digo que no se preocupe, que juntos podemos diseñar un sistema, algo que haga que la pileta se llene todos los días con la misma cantidad de agua que la que pierde.
-¿Algo automático? ¿Como el riego?
-Exacto.
Parece que le gusta la idea de disfrazar el daño. ¿A quién no? Y eso hacemos. Instalamos un caño muy pequeño en una esquina, casi invisible, al que alimentamos con el tanque de agua. La boca del caño tiene un dispositivo de retención que impide que la pileta se llene una vez que el nivel del agua empieza a dejarla sumergida.
-Increíble-dice el hombre cuando pasan los meses y su pileta está siempre llena.
Supongo que piensa que el sistema que inventamos nunca va a fallar. Vive de esa ilusión. Sea como sea, tiene razón, no es un sistema que requiera mucho mantenimiento. Es un sistema que puede ser casi eterno. Solo hace falta que yo esté atento. Solo hace falta que yo sea su piletero fiel. Él sabría cómo arreglar el sistema, llegado el caso, pero ahora hay entre nosotros algo más, hay una relación, hay amor. Sin embargo, un día su mujer se me acerca y me dice:
-Félix, no vengas más. Estamos con algunos problemas, queremos hacer cambios y... Bueno... En todo caso te aviso, pero por ahora...
Cuando me voy miro hacia el ventanal de la casa y veo a Mario, atrás de la ventana, empuñando un sable láser. Debe ser de los buenos, porque parece real. Mario se mueve muy bien, con gran perfección, parece un profesional. No sabía que hiciera esgrima. Pero, bueno, tampoco sabía que se llamaba Mario. Y ahora lo sé.
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