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Día y noche, acostado contra la valla que rodeaba su precario y poco estimulante recinto. Así se lo veía a Huxley, el carnero que detrás de las rejas del zoológico de Nueva Jersey -un lugar que lamentablemente se había convertido en su hogar- durante más de diez años había anhelado la libertad. Su tristeza era tan evidente para los visitantes que todos los conocían como “el carnero deprimido”.
“Huxley se acostaba en el suelo las 24 horas del día, los siete días de la semana y no tenía refugio ni un solo amigo”, recuerda Rian Feldman, fundador de Uncle Neil’s Home (UNH), un santuario en los Estados Unidos donde rescatan y rehabilitan animales llamados de granja. “Era obvio que había renunciado a la vida y se había rendido a la miserable existencia que le habían impuesto”.
Una imagen y varias noches sin dormir
El carnero necesitaba ayuda desesperadamente si quería sobrevivir. “No tenía refugio y era evidente que su pata delantera lesionada le causaba mucho dolor”. Dispuestos a cambiar los días de Huxley, desde el refugio presentaron una una propuesta urgente a los comisionados del condado para que les entregaran al animal.
La imagen de Huxley había desvelado a Feldman. Lleno de dolor y angustia porque podía ver y sentir su inmenso sufrimiento, lo visitaba con frecuencia y le prometió que algún día lo sacaría de ese lugar. Efectivamente, no dejó de luchar. Fueron largos meses de puja con las autoridades y responsables del zoológico hasta que el condado lo entregó. Así, un 23 de diciembre de 2021, Huxley finalmente se dirigió a la casa donde viviría felizmente los años que le quedan.
Una vez allí, el examen médico completo mostró un panorama que había que atacar por varios frentes. El carnero sufría de osteoartritis severa, lo que requería inyecciones de esteroides, terapia con láser y control del dolor. De acuerdo a una serie de radiografías que le hicieron, la cojera de Huxley se debía a una artritis extremadamente avanzada en el codo con antecedente de, al menos, unos tres años y sin tratamiento.
Pasados algunos días en rehabilitación, Huxley pronto estuvo listo para ser esterilizado. Si bien la cirugía no era compleja en sí misma, sus cuidadores estaban un tanto nerviosos. Huxley tiene alrededor de ocho años, y la edad se presentaba en su caso como un riesgo mayor. Pero la operación fue exitosa.
Un acto simbólico
Más adelante también llegó el día en que Huxley sería esquilado, un paso simbólico hacia el comienzo de su nueva vida. “Su esquila eliminaría la lana demasiado pesada y sucia que le proporcionaba su única fuente de calor durante el invierno y su única fuente de consuelo cuando dormía en el suelo frío y duro todas las noches. Era hora de que él comenzara de nuevo, y lo estábamos despojando espiritual, emocional y físicamente de su vida pasada. Ya no necesitaba esa lana vieja porque ahora tenía una cama cálida y agradable, su primera cama, que le brindaría calor, comodidad y protección de aquí en adelante”.
Todos esperaban con ansias ese día en el santuario. Sin embargo, una complicación de urgencia en su salud lo dejó internado por unos días y con un pronóstico reservado. ¿Era quizás un último intento de su vida pasada para derribarlo? Huxley ya había probado el sabor de la libertad y no estaba dispuesto a bajar los brazos, ni mucho menos sus patas. Se recuperó, obligó a todos sus médicos a enamorarse locamente de él y volvió al santuario más fuerte que nunca.
Huxley ahora está viviendo la vida que se merece. Ya no es “el carnero deprimido”, sino el carnero al que se le puede ver sonriendo en el pasto con sus amigos. “Huxley está muy feliz, muy presente y en paz. Se sintió como en casa cuando llegó al santuario, y nuestras otras ovejas residentes se enamoraron de él al instante. Es feliz, amado, y se despierta cada mañana con un nuevo entusiasmo por la vida que no tenía antes de su liberación”.
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