David Simon, creador de The Wire y Treme, presenta The Deuce, una historia ambientada en Nueva York a mediados de los 70, protagonizada por James Franco y Maggie Gyllenhaal. Por Marcelo Pavazza
Mucho se ha escrito y discutido sobre David Simon desde que el creador de The Wire (2002-2008) entró en el Olimpo de la TV con aquella magna rapsodia americana que abordaba, con aliento literario y aires de tragedia griega, los más variados temas (la droga como hilo conductor para hablar de la política, los sindicatos, la educación, el periodismo). Pero, sobre todo, mucho se ha confiado en él: nada puede darte más crédito que haber creado la que fue considerada “la mejor serie jamás emitida en televisión”.
Después de The Wire llegarían la miniserie Generation Kill (2008), las cuatro temporadas de Treme y otra miniserie, Show Me a Hero (2015). Los resultados fueron dispares –casi siempre de buenos a muy buenos–, pero en todas ellas late lo innegable: el talento de este ex periodista y colaborador de la policía de Baltimore para explicar los entresijos del poder y mantener intacta esa pulsión nerviosa que lo caracterizaba cuando era un inquieto reportero de The Baltimore Sun. Liberal en lo político, contestatario, seco y duro con sus colaboradores, Simon es uno de los indiscutibles padres de la llamada “tercera era dorada de la televisión”.
Y aquí está de regreso, con The Deuce (estrena HBO el domingo 17, a las 21, apagados ya los ecos de Game of Thrones). Cocreada con su antiguo compañero de ruta George Pelecanos, la serie narra, en ocho episodios de una hora, los albores de la industria del porno a mediados de los 70 y entrados los 80, su legalización y consecuente auge. El epicentro de la movida es Nueva York. Más precisamente Times Square y la famosa calle 42 (el título de la serie refiere al sobrenombre con el que los neoyorquinos llamaban a esa arteria intransitable plagada de prostitutas, sex shops y peep shows que en los 90 el alcalde Rudolph Giuliani y su política de “tolerancia cero” transformaron en una zona privilegiada de la Gran Manzana).
Protagonizan James Franco y Maggie Gyllenhaal. El actor de 27 horas encarna a Frank y Vincent Martino, hermanos gemelos de personalidades diferentes (uno es un trabajador que trata de salir adelante en una ciudad devoradora; el otro, un corrupto). Pero es Vincent el personaje principal. Está basado en un hombre que efectivamente existió y que regenteaba un bar donde, según contó Franco en el panel que la serie tuvo en la gira bianual de la Asociación de Críticos de Televisión, “se podían mezclar policías, gente del entorno de Andy Warhol y transexuales. Mi personaje es la gran puerta de entrada para esta historia”. En el mismo evento, Gyllenhaal reveló que el suyo –una prostituta llamada Candy que, a lo largo de los episodios, tendrá importancia capital en el desarrollo de la incipiente industria de la pornografía– es una mezcla de dos personas de la vida real. “Siento que interpreto a un personaje que atraviesa cosas muy difíciles, un filtro a través del cual se puede observar la relación de las mujeres con el sexo, el poder, el dinero. Un modo muy interesante de explorar el estado en el que realmente estamos”, dijo la actriz, tal vez haciéndose cargo de una futura polémica: ¿cómo contar los comienzos de una actividad machista y altamente misógina –aún hoy lo es– en tiempos en que las cosas son realmente de otra manera y los paradigmas respecto de los géneros han cambiado radicalmente? Simon ensayó una respuesta: “La pornografía ha existido desde que un tipo francés inventó la cámara y la prostitución ha existido desde siempre. En The Deuce queremos contar las historias de los pioneros que comenzaron esa industria agresivamente. Estoy mucho menos interesado en si el porno es bueno o malo en un sentido moral, así como nunca me interesé en el imperativo moral de si las drogas son buenas o malas cuando hacía The Wire. Sí estaba interesado en averiguar cómo el poder y el dinero transforman a ciertas personas en víctimas y a otras en victimarios”.
Envuelta en un drama realista, a The Deuce no le faltarán referencias de época: el racismo, el surgimiento del sida, el reinado de las drogas duras, policías demasiado tentados por hacer la vista gorda (uno de ellos, Chris Alston, es interpretado por Lawrence Gilliard, el recordado D’Angelo Barksdale de The Wire). Fiel al estilo de Simon, la crudeza y el modo directo y sin medias tintas de narración, también estarán presentes, al igual que la exacta ambientación, cifrada en los escenarios, los autos, la música. Esa atmósfera ya perdida de la Nueva York de los 70 que de vez en cuando regresa en forma de ficción para recordarnos el origen de algunas cosas. Las mejores y las peores.
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