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Como las más románticas historias de amor, la de Merly y Nicolás comenzó el día menos pensado y, por supuesto, cuando ninguno de los dos estaba buscando alguien para compartir el resto de su vida. Sus destinos se cruzaron por primera vez en una sala de chat.
Él desde Rosario, Argentina, y ella desde Turbaco, cerca de Cartagena, en Colombia. Ella se conectó desde un café internet, donde se encontraba con su hermana. “Elegimos su nombre en un listado que había y empezamos a hablar. La buena conversación fluyó de inmediato. Luego, seguimos hablando por Messenger. Yo lo vi por cámara, pero él a mí no, pues la mía estaba rota. Solo tenía una foto de perfil, pero eso no fue impedimento para que después de tanto charlar me dijera que se quería casar conmigo”.
“Pensé que nunca me iba a llamar”
¿Había sido un flechazo de esos que ni Cupido mismo puede explicar? Algo en la colombiana de 21 años había cautivado a Nicolás al punto de que decidió dar un paso más. Sí, tenía que reconocer que quizás era un tanto apresurado. Pero su corazón le indicaba que allí era donde tenía que apostar. Le pidió el número de teléfono. Y Merly, un tanto inocente, se lo dio como en una suerte de juego y pensando que realmente él nunca la iba a llamar. Ella también había sentido algo especial.
Estaba equivocada sobre el joven argentino. Terminaron la charla por Messenger con las frases habituales de quienes intercambian mensajes por primera vez. “Él me dijo que le había gustado haber hablado conmigo y que tenía ganas de volver a encontrarla, por lo menos virtualmente. Nos despedimos y con mi hermana nos fuimos a mi casa. En el camino entró una llamada a mi celular. ¡Era él! No lo podía creer. Pero se cortó a los pocos segundos y no pudimos volver a hablar”.
Continuaron el intercambio por correo electrónico. Lo usaban para concretar citas por Messenger. A Merly le gustaba todo de él: era todo un caballero, educado, cariñoso, amoroso y con una sonrisa irresistiblemente simpática. Todo 2007 chatearon y hablaron por teléfono hasta que en enero de 2008 él finalmente viajó a Colombia para conocerla personalmente. “Cuando llegó el día de buscarlo por el aeropuerto yo no podía más de los nervios: no podía emitir palabra, las piernas me temblaban y el corazón me latía a mil. Todos en mi casa estaban a la espera del bendito argentino que me tenía loca de amor. El vuelo se demoró y después de varias horas de esperarlo, con lágrimas en los ojos, me di por vencida”.
Hasta que de pronto, con una sonrisa de oreja a oreja, él apareció en el hall donde ella esperaba.
— Bebota, qué hermosa estás, sos más linda en persona que en cámara, le dijo con voz de galán y mirándola a los ojos.
Nicolás se quedó quince días en el país caribeño y en ese tiempo conoció a la familia de ella y juntos hicieron planes. “Todo 2008 seguimos hablando por teléfono y por chat. Hasta que nos dijimos que la relación a la distancia no iba a funcionar tanto tiempo. Él había empezado a estudiar Instrumentación Quirúrgica. Yo había terminado mi carrera de Administración de Empresas y estaba trabajando, así que decidí dejarlo todo por él y viajar a Argentina”.
“Era muy difícil dejar todo y empezar de cero en otro país”
En primera instancia, ella iba a viajar en enero de 2009. Sin embargo, cuando se estaba acercando la fecha tuvo miedo. Era un paso muy grande el que estaba a punto de dar y todavía no se sentía segura. “Hablé con él y le pedí un poco más de tiempo. Era muy difícil para mí dejar todo y empezar de cero en otro país. Él se enojó, pues pensaba que nunca iba a viajar, así que esa noche decidimos que dejábamos las cosas hasta ahí. Yo no pude dormir, pues realmente estaba enamorada, sin embargo, tenía que ser fuerte y seguir con mi vida”.
Al día siguiente, ya entrada la noche, Nicolás la llamó. Estaba llorando, muy angustiado y le pedía perdón. “Me dijo que se había portado como un estúpido y que me tomara el tiempo que quisiera, pues me iba a esperar hasta que estuviera completamente segura. Arreglamos las cosas y seguimos chateando y hablando por teléfono, hasta que finalmente decidí viajar y dejar todo por él”.
“Me sigue gustando todo de él”
Un mayo de 2009 Merly pisó el suelo de Rosario. La pareja estuvo un tiempo viviendo con la abuela de Nicolás, mientras se acomodaba económicamente. Para ella no fue fácil la adaptación a su nueva vida en Argentina. “A medida que pasaba el tiempo, más extrañaba a mi familia, mis amigos, la música y, obviamente, la comida caribeña. Un rico desayuno con patacones y queso costeño, o las arepas con queso y un sabroso café con leche, un pescado frito con arroz de coco y un buen jugo de frutas naturales… pero poco a poco me fui acostumbrando”.
En 2011 Merly y Nicolás se casaron y dos años más tarde pudieron mudarse a su propia casa. Ambos ya tenían trabajos estables y su economía finalmente se había estabilizado. En 2017 nació Mauricio, el primer hijo de la pareja y hace dos meses llegó Martina a sus vidas.
“Hace ocho años que trabajo en la parte administrativa de una empresa de repuestos automotores. Nuestro nene este año termina el jardín de cuatro y en febrero del año que viene la bebé empieza la guardería. Mi esposo trabaja de dos de la tarde a ocho de la noche y por eso entre los dos los cuidamos mientras que no están en el jardín. Me sigue gustando todo de él. Es todo un caballero, amoroso, cariñoso, lindo; además, cocina, lava los platos, la ropa, plancha, limpia la casa, hace los mandados y atiende a los chicos. Aún seguimos enamorados, creo que más desde el primer día”.
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