Nueva York, agentes federales, extranjeros de origen ruso, un político en campaña con un pasado guardado bajo siete llaves, una muerte violenta, protocolos de seguridad y paranoia nacidos luego del atentado contra las Torres Gemelas, más muertes, correrías y cenizas reavivadas de la Guerra Fría: todo un mix en el que Jack Reacher, el protagonista de las 24 novelas de Lee Child (Inglaterra, 1954), se mueve con la astucia, la independencia y la solitaria meditación de un gato. La curiosidad lo impulsa, pero no lo mata, y le permite trazar el sendero exacto de una escritura que sabe dosificar información, suspenso y acción de fascinante intensidad.
"Simplemente olvídate. De verdad no te puedes permitir buscar donde no debes", le recomienda a Jack Reacher el encargado de seguridad de un candidato a senador, tras la visita de este inquisidor personaje. Pero meterse a husmear en donde no se es llamado es justamente la especialidad de los mejores héroes que ha dado el género policial. Lee Child no es ajeno a esta tradición y la sabe llevar a los escenarios contemporáneos: en esta novela, no sabemos muy bien adónde se dirigía Jack Reacher ni por qué estaba en Nueva York, ya no está activo para ninguna fuerza ni es contratado en forma privada. Simplemente aparece allí, como un vagabundo del dharma y del karma. La casualidad lo ubica en un mismo viaje en subte con otros cinco pasajeros y lo vuelve testigo de una muerte violenta. Este será el inicio del relato que se irá revelando a lo largo de sus más de 400 páginas. El indicio borroso de un iceberg gigante de secretos de Estado, que incluyen vestigios de antiguos conflictos y anuncios de nuevas guerras que solo este personaje vislumbra.
"Gorilas, no guerrillas. Un grupo de investigadores zoológicos estaba rastreando un macho adulto espalda plateada. Le querían poner un transmisor en la oreja. La criatura pesaba cerca de 250 kilos. Un cuarto de tonelada. Lo adormecieron con una pistola de dardos cargada con un tranquilizante para primates. Con eso era con lo que el líder de los federales me estaba apuntando. Una pistola de dardos". Jack Reacher no escatima ironías y sutiles críticas a la nueva cartografía paranoide y represiva estadounidense. En este sentido, distorsiona un poco el marco tajante de buenos y malos que suelen delinear este tipo de relatos –siempre en favor de las instituciones como la policía o el gobierno– para permitirse una escala de grises falencias con las que hay que convivir y de las que ningún personaje está exento. Incluso el propio Reacher: "Cuestionable era una palabra larga y complicada para todos nosotros. Doce letras, e implicaciones que podían llenar todo un manual. Ciertamente mi propia carrera no resistiría un escrutinio exhaustivo. No me quita el sueño. Pero en general me pone contento que los detalles estén bajo llave".
Traducido por el escritor Aldo Giacometti, este libro publicado originalmente en 2009 llega ahora a nuestras pampas gracias al trabajo conjunto de las editoriales Blatt & Ríos y Eterna Cadencia, que vienen apostando a la difusión de esta obra de gran éxito comercial, elogiada por autores de la talla de César Aira, Elvio Gandolfo y Stephen King. Leer para creer el porqué. Ya lo había hecho Borges con Chesterton, y no se equivocó.