"El problema con esta filosofía de vida es que transforma al individuo en un inútil. Y en un egoísta. Lo lamento mucho por los que se tatuaron Hakuna matata, pero esa forma de ver el mundo es uno de los enemigos conceptuales de El rey león". Para Juan Sklar (Buenos Aires, 1983), debajo de la historia monárquica, verticalista y patriarcal de la película de Simba hay, en realidad, una filosofía que busca defender y conservar un orden mayor: el del ciclo de la vida que trasciende a los individuos y los invita a reunirse en manada. Con argumentos convincentes, perfectamente hilados para sostener posiciones discutibles y provocadoras, este autor propone en cada análisis una posibilidad reflexiva al interior de cada lector. Más allá de los otakus y fanáticos de los dibujitos que visten canas, Sklar saca provecho de los momentos impuestos por la crianza: mirar una peli con hijos e hijas es una oportunidad de cohesión social en la que se impone, como adultos, la responsabilidad de indagar. "No los dejemos solos" se nos requiere en el prólogo, y los 12 ensayos que le siguen se ofrecen como un posible camino crítico.
"En la post-maldad hay malos y hay que darles su merecido. Lo que no hay es malos que sean esencial e intrínsecamente malvados. Tampoco hay maldad sin explicación. Y la maldad no es algo que se pueda percibir a simple vista. Es un paradigma sobre el bien y el mal completamente diferente al que dominó el siglo XX", extrae luego de atender a los cambios del personaje principal de Megamente. Porque tanto Pixar, Disney, DreamWorks, y hasta el mismísimo Studio Ghibli, no producen solamente entretenimiento y buenos momentos. La tesis de Juan Sklar es que, además, detentan e imprimen valores sociales vigentes y aspiracionales. Algo así como lo que antaño ponían de manifiesto los poemas épicos y los cantares en la sobremesa o la plaza pública, hoy acontece en el living de casa frente a la saga de Toy Story o en la oscuridad de la sala de cine pochoclero en algún estreno para audiencias infantiles.
Lo novedoso del análisis de Sklar es que se corre del primer gesto crítico punitivo sobre los productos de la cultura de masas, en los que solo se ve consumismo, deudas impagables con los feminismos y estructuras narrativas previsibles. El escritor da un paso más y toma estas piezas como auténticos lugares donde se tramitan y reactualizan significados que se dan en el terreno de la cultura en el presente contexto histórico: no solo es el poder del capitalismo de devorarlo todo y sacar pines de princesas empoderadas, también es reconocer aquellos nuevos acuerdos que han llegado al estatus taquillero o, por el contrario, subrayar los que no se han conmovido para nada pese a –al menos– un siglo de transformaciones sociales.
Autor de las novelas Los catorce cuadernos y Nunca llegamos a la India, y de Cartas al hijo –otras columnas radiales recopiladas, también editadas por Galerna–, Sklar cierra cada uno de estos ensayos con una suerte de epílogo que funciona como coaching emocional. Así, Aladdin sirve para hacer un elogio del enamorado frente al langa, Shrek de la vida conyugal, Nemo de la paternidad activa y El rey león, una alegoría completa muy útil para sostener la difícil tarea de construir una asimetría amorosa en la salvaje tarea de la crianza.