Ocurrió en La Pampa, las autoridades actuaron de forma rápida y llegaron hasta las últimas consecuencias del caso.
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Vivía en libertad, en La Pampa silvestre, quizás en alguno de los rincones del territorio donde el hombre aún no dejó su huella de destrucción. Hasta que una madrugada, en el límite del Parque Nacional Lihuel Calel cayó en una trampa cepo, o trampa de oso. Fueron los guardaparques del área quienes la encontraron mientras realizaban un relevamiento en la zona. Y tuvieron que actuar de emergencia. Inmediatamente se comunicó la situación a las autoridades y se puso en marcha un protocolo de rescate de fauna silvestre. Hacía horas que saltaba de un lado al otro, intentando escapar. La durmieron, le quitaron la trampa y le realizaron la primera amputación en un “quirófano” al aire libre para poder sacarle la trampa en la que uno de sus miembros había quedado atrapado.
Una vez recuperada, fue trasladada a la Reserva Provincial Parque Luro para una segunda cirugía. Y así, de la noche a la mañana, luego de dos largas y complejas cirugías más un miembro perdido, Unelen comenzó su vida de cautiverio. Porque la libertad también le había sido amputada.
En el lugar dispuesto para su rehabilitación, Unelen pasaría los siguientes días. “Parque Luro cuenta con cuatro recintos interconectados, ubicados en el monte. Aislada, Unelen permaneció en esos cuatro recintos para que pudiera correr y moverse. El único contacto con humanos que tuvo fue con quien la alimentaba. Además, se la monitoreaba con cámaras trampas estratégicamente ubicadas para poder seguirla de cerca”, explica Viviana Antoniaci, intendente del Parque Nacional Lihuel Calel de La Pampa.
“No quería comer porque prefería morir”
Sin embargo, a pesar de que la pata delantera amputada progresaba sin mayores dificultades, Unelen se negaba a alimentarse. Y tuvieron que cambiar de planes sobre la marcha. Solicitaron asesoramiento de Pumakawa, una ONG ubicada en la provincia de Córdoba y dedicada a la conservación ambiental de especies autóctonas en detrimento numérico o en riesgo de extinción en la región centro de Argentina.
“Con gran esfuerzo de Parques Nacionales y los permisos pertinentes de la Secretaría de Ambiente de Córdoba la trasladaron a nuestro predio. Cuando la vi por primera vez me encontré con un puma sufriendo, muy asustado, abatido, con miedo incontrolado. Unelen no comía porque claramente prefería morir”, asegura Kai Pacha, presidente de la institución y experta en pumas.
Los pumas estresados cambian el color de ojos, que llegan a ser verdes. La respiración se vuelve acelerada y hasta se les ve el movimiento del corazón. En algunos casos intentan ir hacia atrás, como acorralados, e incluso llegan a babear. “Ella tenía color de ojos diferentes sin llegar al verde intenso. Sus pupilas estaban dilatadas. Se mostraba arrinconada y con la respiración acelerada. Además, ante cualquier movimiento, mostraba sus dientes y cara de ataque (que en realidad es defensa)”, agrega Pacha.
Una flor para el miedo
Comenzaron entonces un tratamiento homeopático, alimentación especial y baños de sol. De a poco, Unelen se animó a salir de su cubil y tener más confianza con sus cuidadores. “Trabajamos el miedo con Zinnia peruviana. Supimos que esa era la flor para tratarla cuando, cada vez que estaba cerca de ella, yo terminaba con dolor de panza. Con el paso de los días pude observar que su recinto se llenó de esta flor. Cuando vemos las hierbas que crecen alrededor de nuestros refugios (casas) se dice que es lo que necesitamos. En ella coincidió. También en mi casa creció esa flor. De hecho, esa homeopatía la llevo a relajarse, a no reaccionar alteradamente ante la presencia del cuidador, a responder a salir y a entrar al cubil de manejo y a salir al sol”.
Castigo ejemplar
Durante el día, Unelen utiliza el cubil y el fondo de la jaula. Allí se le armó una cueva, cubierta de mucha vegetación y un tabique para que recorra desde el cubil hacia esa cueva sin exposición. De noche es más inquieta y recorre toda la jaula. Se adaptó a un tener un miembro menos, camina con pequeños saltitos. Sale y entra cuando van a hacer limpieza y cuando llega el momento de alimentación. También se dispusieron juegos, como cueros colgados a unos 50 cm de altura para que practique y a veces la comida a 1.2 para que use el espacio medio, se levante en dos patas y ejercite.
Pero la historia no termina allí. La abogada Natalia Cardozo de Parque Nacionales y la intendente Viviana Antoniaci hicieron las gestiones correspondientes para que la justicia se expidiera por primera vez a favor de la puma. En consecuencia, el dueño de la trampa debió pagar una multa elevada y abonará mensualmente una cuota alimentaria -que se ajusta cada seis meses y será de por vida- de Unelen. Unelen significa “la primera” y con ella, se puede apelar a este caso para hacer justicia en otros de crueldad de estas proporciones.
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