El actor imprime en su apariencia una evolución de lo más natural que lo aleja del artificio
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Leonardo Sbaraglia es el galán infinito que se inicia como tal en la TV con Clave de sol y se mantiene a través de las décadas, aun sin desempeñar ese estereotipo, pues goza de una actitud cercana que lo distingue. Cuando una persona encuentra su estilo ya no se mueve de ahí. Este parece ser el caso de Sbaraglia, que al suceder los años imprime en su apariencia una evolución de lo más natural que lo aleja de la idea del hombre que espeja su imagen en el artificio, como la del dandi. Sin embargo, el actor de 50 años proyecta su look al apropiarse del uniforme compuesto por el tándem blazer y remera, a diferencia de colegas de su generación que necesitan de asesorías en cuestiones de vestimenta para caminar las alfombras rojas. El termo Stanley en una mano y el mate camionero en la otra ayudan a componer una postal que resume de cuerpo entero a uno de los mejores actores argentinos.
Look de pelos
Sbaraglia empezó su carrera con el film La noche de los lápices, de Héctor Olivera, y al año siguiente, en 1987, y por cuatro años, estuvo en la pantalla de Canal 13 como Diego en ese semillero que fue Clave de sol. De voz aflautada, así recorrió un camino donde el pelo marcará las etapas de este actor que se volvió popular a través de la pantalla de cine, con Tango feroz (corto y morocho), Caballos salvajes (largo y decolorado) y Cenizas del paraíso (morocho con melena), para citar algunas de las producciones que lo llevaron a ser uno de los actores más destacados del cine iberoamericano. Tiempo de prendas básicas, como la campera de jean y la remera blanca, que no dicen mucho, pero ensalzado por un abundante corte redondeado que enmarca rasgos potentes dados por cejas bien pobladas, ojos verdes y barba.
Modelo de actor
En el 2000 se volvió un referente en España luego del estreno de Plata quemada, que protagonizó junto a Pablo Echarri y Eduardo Noriega. En aquel entonces comenzó a dividir su carrera entre Madrid y Buenos Aires. Como figura emblema del cine no tardó en convertirse en modelo de marcas de moda masculina, dado que es un hombre que logró mostrarse diferente luciendo lo que todos usan: campera de cuero, pulóver, camisas y bufandas. Incluso encontró el discurso justo para agradar a los auspiciantes. “Me llenan el armario y el corazón”, dijo sobre Hugo Boss, pero también elogió los percheros de Etiqueta Negra, Key Biscayne y Old Bridge. Leo habla con esmero de un estreno de teatro, cine, televisión, o la importancia de la moda, y no duda en recomendar el trabajo del diseñador Martín Churba, de Tramando, cuando en España le preguntan por marcas argentinas.
Maduro y sensual
Le gusta el traje oscuro; a veces, lo contrasta con una remera o hace que combine con una camisa. Lo más parecido a un uniforme, pero llevado por Leo Sbaraglia con soltura y chic. Con el blazer, más alguna pieza clásica debajo, resuelve el vestir como tantos hombres, pero en este actor –que también incursionó en la canción junto al cordobés Fernando Tarrés y ofició de maestro de ceremonias en El increíble magnetismo del Gran Hotel Glamour Shuffle, el show rockero teatral que presentó con su hermano Pablo– se siente fresco, cómodo y personal. Los rulos desordenados y la barba hoy están poblados por pelos grises y blancos que ensalzan aún más la noción de galán infinito.