Juan Manuel cuenta que sus adicciones se apoderaron rápidamente de su vida y, muchas veces, en los desfiles sufría convulsiones que lo aterrorizaban. Sin embargo, en un momento dio un giro de 180 grados porque se estaba muriendo por dentro.
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“Cuando empecé a desfilar en Europa para marcas como Christian Dior, me había hundido en una batalla contra la anorexia y la adicción. En fiestas y eventos, me drogaba para estar a la altura de mis círculos sociales y evitar los sentimientos que me producía la tensión de mi vida cotidiana. Las inseguridades me acosaban. Al empezar mi carrera como modelo pesaba 65 kilos, pero los responsables querían que adelgazara antes de los desfiles. La presión empezó a agobiarme y recurrí a laxantes, diuréticos y a inhalar quema-grasas por la nariz para salir adelante. Pasaba días sin comer nada para cumplir mi objetivo de peso. Hice un enorme esfuerzo para ocultar mis adicciones. Mientras tanto, yo me moría por dentro”.
De esta manera comienza una carta que Juan Manuel Arancibia, que en la actualidad tiene 34 años, fue escribiendo mientras se encontraba en una clínica de rehabilitación, donde permaneció dos años, para tratar su problema de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y de consumo de sustancias.
Juan Manuel cuenta que sus adicciones y comportamientos se apoderaron rápidamente de su vida y que se sentía como un hombre que se estaba ahogando, mirando desde abajo del agua hacia arriba, pero incapaz de alcanzar la superficie. Una metáfora que describe a la perfección el sufrimiento que estaba viviendo.
“Afrontar mis problemas y buscar ayuda parecía imposible. El día de un desfile de moda, mientras esperaba a que empezara la pasarela, apenas tenía fuerzas para mantenerme en pie. Se me hizo un nudo en el estómago, mientras la ansiedad y el estrés consumían cada célula de mi cuerpo”.
A veces, durante esos desfiles sufría convulsiones que lo aterrorizaban. Durante toda su juventud, había luchado contra la baja autoestima y la dismorfia corporal. Nada de lo que conseguía como modelo lo satisfacía ni resolvía sus problemas.
“Mi cuerpo ya no me pertenecía”
Cuando tenía 18 años y trabajaba en la pasarela, poco a poco comenzó a sentir que su cuerpo se le iba de las manos, pero se negaba a admitir que había tocado fondo.
“No comía durante muchos días, consumía cocaína justamente para aprovechar el hecho de no ingerir comida porque me cortaba el apetito y eso me venía bárbaro para bajar de peso y sentirme mejor en el trabajo. Por un lado, era todo muy enroscado y, por el otro, se complementaba todo”.
Un día, mientras luchaba por levantarse de la cama, se miró al espejo y, cuenta, ya no reconocía su propia imagen. “Me veía frágil y vacío. Una tristeza atravesó mi mirada y mi corazón se hizo pedazos. Me levanté despacio, sin dejar de mirar mi reflejo en el espejo, pensando que mi cuerpo ya no me pertenecía. Sentí un impulso repentino de ir al hospital. Así empezó mi camino hacia la recuperación, pero la curación nunca fue fácil. El mundo de la moda incluye un lado oscuro e inhumano que rara vez diseccionamos como sociedad”, reflexiona.
¿Cómo fue la rehabilitación?
Para ese entonces Juan Manuel había vuelto a la Argentina luego de trabajar para marcas muy conocidas del mundo de la moda en España. El regreso a su país tenía como objetivo poder reencontrarse con su familia y, especialmente, internarse en una clínica de tratamiento para personas con adicciones y trastornos alimentarios.
“La rehabilitación transformó por completo mi vida. Cada día que pasaba en recuperación, mis ojos se abrían un poco más al daño que estos comportamientos causaban en mi cuerpo, en mi vida y en los que me rodeaban. Pronto sentí que todo encajaba. Surgió en mí la voluntad de ser más amable conmigo mismo y de desaprender mis hábitos negativos. A medida que pasaban los días, a lo largo de esos dos años, aprendí a disfrutar de la comida. Con cada bocado, nutría el cuerpo y lograba algo que antes creía imposible”.
Durante ese tiempo de rehabilitación, Juan Manuel hizo un esfuerzo consciente para dejar de compararse con los demás y para centrarse en las llamadas partes negativas de su vida.
“Vi cómo mi verdadero yo emergía de entre las sombras de las partes falsas de mí que quedaron devastadas por la adicción y la inseguridad. Todavía hoy me cuesta desprenderme de las críticas percibidas, pero ya no soy el adolescente pálido y enfermo que veía en el espejo en el apogeo de mi carrera como modelo. Cuando recuerdo cómo traté a aquel chico, una intensa tristeza me invade el corazón”, confiesa, emocionado.
“La moda debe transmitir bienestar y felicidad”
Juan Manuel considera que una de las razones principales por lo que está atravesando la recuperación, tiene que ver con la decisión que tomó de apartarse de la industria de la moda. “Me ha dado una nueva perspectiva de la vida porque mi mundo ya no gira en torno a normas superficiales y poco realistas. Creo firmemente que la moda debe transmitir bienestar y felicidad. No debe ni por un momento crear y defender normas sociales severas de apariencia que alienen a las personas entre sí y de sí mismas”.
Si bien en noviembre se van a cumplir tres años de que no consume, en relación a los trastornos alimentarios está convencido de que impacta en su personalidad por lo que se trata de un “trabajo más complicado, de a ratos, es una problemática que la voy a llevar para toda la vida. La comida está en todos lados y las cosas emocionales se reflejan en mi cuerpo. Cuando yo estoy bien o mal mi cuerpo tiende a cambiar”.
En medio de su recuperación, Juan Manuel recibió varios llamados para trabajar como modelo. Sin embargo, con todo lo que le había sucedido y con los cambios positivos que estaba experimentando, respondió en forma negativa ante esas propuestas.
“En realidad, esta decisión se fue dando de a poco. El trabajo había empezado a disminuir, en Europa trabajaba para grandes marcas y cuando volví a la Argentina hice muchas campañas de las más reconocidas marcas, pero necesitaba cambiar de ambiente. Ya no me sentía identificado con el ambiente del modelaje y necesitaba explorar otras cosas. Es un ambiente que con mi vulnerabilidad y con las debilidades y complejos de personalidad que tengo no lo supe llevar bien”.
Desde hace un tiempo trabaja en las áreas de venta, comunicación y marketing de una empresa de criptomonedas.
“Siento que volví a nacer”
Hace tres años que Juan Manuel realiza terapia con un psicólogo una vez por semana y una vez por mes visita a su psiquiatra. “Mi terapeuta conoce mis características de personalidad y me aporta una gran parte de mí estabilidad emocional”.
Además, se aferra mucho al cariño y apoyo incondicional de su familia y al amor de Ignacio, su pareja desde hace un año. “Para mí, es muy importante estar enamorado. Siempre viví muchas frustraciones y decepciones en relación a este tema y todo ese dolor y esa soledad que sentía me hacían consumir y agarrármela con mi cuerpo, era todo muy emocional. La relación con Ignacio es muy especial, él me acompañó en la última parte del tratamiento. Nos amamos, nos acompañamos mucho y es un gran sostén”.
En la actualidad, cuenta, no sólo está agradecido de estar vivo, sino también de mantenerse firme en su convicción de que la verdadera belleza viene de sentirse cómodo en su propia piel
“Siento que me estoy empezando a dar amor, ese que nunca me pude dar porque todas mis conductas eran auto-destructivas. Y me siento orgulloso de este cambio y eso es también gracias al apoyo de mi familia, mi pareja, de la clínica donde estuve internado. Siento como que volví a nacer. Se trata de aceptar el cuerpo de uno y trabajar en la seguridad de uno mismo”.
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