La locación era un misterio. Nadie sabía a dónde se dirigía, y todos trataban de adivinarla. De riguroso blanco, tal como lo solicitaba el código de vestimenta del evento, los invitados subieron a la combi que los trasladaría al pic-nic más famoso y concurrido del mundo sin saber cuál era el destino. Los diferentes grupos de amigos fueron arribando al espacio elegido: el Puerto de Frutos de Tigre. De repente, el mercado se llenó de voces, abrazos y gente que se saludaba.
Una vez allí, como una marea blanca que tiñe el espacio público, desplegaron sus mesas y sillas, y acomodaron la vajilla (también blanca, por supuesto), listos para una experiencia única bajo las estrellas, cargada de carcajadas y complicidad. Aunque los asistentes eran acreditados a través de un cuidadoso sistema en tres fases, el sistema privilegiaba a quienes eran sugeridos por aquellos que ya habían participado de la primera edición, el año pasado. Eso permitió mantener el espíritu del evento y que se convirtiera en una enorme reunión de gente conocida. The Platinum Card de American Express, sponsor del evento, le ofreció a sus socios la posibilidad de acceder a Le Dîner como invitados especiales.
El inicio: un encuentro de amigos
El pic-nic ya es un clásico internacional: fue creado hace 30 años en París por François Pasquier y su grupo de amigos. Actualmente, se realiza en las locaciones más hermosas de Francia, donde atrae a más de 10.000 personas.
"Cuando empezamos a hacer la cena, hace 30 años, no teníamos idea de lo que iba a devenir. Queríamos solamente hacer una juntada entre amigos", explica François Pasquier, fundador del evento. Según cuenta, en aquel momento, el objetivo fue comer algo rico al aire libre. François invitó a sus amigos. Y a su vez, ellos podían invitar a otros amigos con la condición de que vistieran de blanco impoluto, para reconocerse entre sí como parte de la misma velada. Pero cada año, esa reunión de amigos crecía mas y mas hasta convertirse en lo que es hoy: una sensación epicúrea internacional que se realiza en más de 80 ciudades y 30 países.
Cuando Pasquier explicó las razones del magnífico éxito global de su creación, dijo: "Creo que la originalidad y la elegancia son dos claves importantes. Este no es un evento típico, porque cada uno es anfitrión de su propio espacio y debe crear su propio evento. El esfuerzo es un valor en Le Dîner en Blanc y quien le ponga más energía, va a pasarla mejor", resumió.
El puntapié inicial
Como en el resto del mundo, el revoleo de los pañuelos fue el momento que dio inicio al pic-nic. Una vez que las mesas estuvieron listas, más de 1.200 personas agitaron en el aire sus servilletas para dar comienzo a esta segunda edición en Buenos Aires. El clima era festivo, con antifaces, guirnaldas de luces que ambientaban, velas y hermosas flores blancas sobre las mesas.
Un final resplandeciente
El final de la comida fue con otro ritual característico de Le Dîner: las estrellitas. Por apenas segundos, el Puerto de Frutos se convirtió en un escenario mágico: con globos que volaban y repleto gente vestida de blanco que agitaba luces centelleantes con alegría. Después de ese instante memorable, la música subió el volumen y la gente se perdió en la pista, donde bailaron hasta la madrugada.
Por segunda vez, Buenos Aires fue sede de Le Dîner en Blanc y los socios de The Platinum Card pudieron disfrutarla de la mano de American Express. ¡Una celebración informal y très chic!
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