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La curiosidad comandaba el barco en el que se acababa de subir. Todavía no terminaba de entender cómo funcionaban esas aplicaciones de citas, al menos no para ella. Había tenido una experiencia no del todo positiva ni tampoco gratificante con alguien que había conocido a través de esa vía. ¿Era quizás eso lo que la frenaba? ¿O estaba poniendo demasiadas expectativas en algo que realmente no conocía?
Pero estaba relajada. No tenía que darle explicaciones a nadie. Quería liberarse de los prejuicios, y se animó a jugar el juego que se le presentaba en la pantalla de su celular. Los perfiles que había visitado no le interesaban demasiado. Decidió entonces que bajaría el rango de edad para poder, tal vez, dar con alguien más afín a sus intereses. Y entre algoritmos y personas había un like que él le había dado hacía unos meses esperando. Por eso, tan pronto como ella hizo ese pequeño cambio en la configuración el cupido digital hizo lo suyo y comenzó un intercambio fluido entre ellos.
El match que se hizo esperar
La conquistó la tierna foto con su perro con la que se presentaba en su perfil. “Vi que teníamos intereses en común como viajar, algunos deportes y el amor por la comida rica. Además me encantaron sus fotos y me dieron ganas de conocerla. Esa primera vez hablamos de todo un poco: de la familia, los amigos, la vida social, el trabajo y el tenis. Casualmente supe que ella jugaba desde hace tiempo y yo precisamente en ese momento estaba retomando los entrenamientos que había abandonado”, recuerda Martín (30).
A ella le gustó mucho el sentido del humor de él, su sencillez, su inteligencia pero también sus ojos. “La charla la inició Martín, hablamos poco y nada por ese medio porque intercambiamos números celulares enseguida para poder enviarnos audios y fotos. Desde el inicio, la charla fluyó con naturalidad y nos sentimos muy cómodos el uno con el otro”, dice Heliana (35).
Una plataforma y un encuentro no planeado
Y así siguieron por unos meses más. Corría octubre de 2021 cuando Martín, que había ido a visitar a su familia en La Plata, emprendió su vuelta a Córdoba donde entonces vivía. Hizo un breve paso por Buenos Aires y fue en la terminal de ómnibus de Retiro que sucedió algo inesperado. “No fue planeado en lo más mínimo. Quise conocerlo antes de que partiera, ya que no sabía cuándo volvería” cuenta Heliana sobre su decisión de ir a despedirlo y agrega: “Él quedó muy sorprendido con esta actitud. Me esperó cargado de equipaje y expectativas y creo que lo tomó como algo lindo”.
Ese primer encuentro fue increíble. En pleno atardecer, con un entorno que no era precisamente el más romántico y un abrazo de película, ocurrió la primera cita. Fue en la plataforma 15 de Retiro. Martín y Heliana se encontraron, se saludaron y hasta se besaron un largo rato sin importar qué ocurría a su alrededor. “Fue una locura que solo el destino podría explicar”.
Tras la partida de Martín, las charlas y los encuentros continuaron. La distancia entre Córdoba y Núñez en la ciudad de Buenos Aires, donde vivía Heliana, no les impidió animarse a escribir los primeros capítulos de una gran historia de amor. Sin embargo, el destino tenía otros planes para la pareja que se estaba afianzando. A los meses de ese primer encuentro, Martín se mudó a Uruguay por trabajo.
Cruzar el charco sin pensar dos veces
“En ese tiempo estaba decidido a no analizar las opciones y aceptar las oportunidades que me presentara la vida. En cuanto me ofrecieron ir a Uruguay acepté, sin saber que Hely iba a aparecer en mi vida. Al mes de conocerla, se concretó la oportunidad, con un poco de incertidumbre por la chica que estaba conociendo y las posibilidades que con ella iban surgiendo. Sinceramente fui viendo cómo fluía todo, tanto lo laboral como lo sentimental, sin pensar en el futuro y tratando de disfrutar el presente. Si bien me estaba yendo a otro país, la distancia no iba a ser tan distinta a la que ya existía viviendo en Córdoba y ella en Núñez”.
Pero, una vez más, la distancia no amedrentó a Heliana. Se animó a cometer una segunda locura y fue a visitarlo a Colonia para pasar un fin de semana soñado que selló el amor entre ellos. “El encuentro fue mucho mejor de lo que esperaba. En cuanto estuvimos juntos bastó con mirarnos para poder expresarnos en una mirada todo lo que nos extrañábamos. Nos alojamos en una posada, fueron dos noches soñadas. Anduvimos en bicicleta, recorrimos la ciudad, nos reímos mucho. Cada momento era más hermoso que el anterior y ahí ambos confirmamos que queríamos estar con el otro sin importar la distancia que nos separaba. Fue la primera vez que le dije te quiero y, por suerte, fue algo recíproco”, dice emocionada ella.
Una historia que todavía se escribe
Martín y Heliana siguen escribiendo su historia de amor. Él vive en Uruguay y ella en la ciudad de Buenos Aires pero están comunicados constantemente por WhatsApp y videollamadas. Se organizan para cocinar, cenar, ver películas y series juntos, cada uno en su casa pero con la virtualidad como aliada. “Tratamos de vernos al menos una vez por mes, a veces más según los tiempos de cada uno, organizando planes tanto en Argentina como en Uruguay. Si bien no es fácil y cuesta, buscamos no perder el contacto y tener tiempos para el otro, para mantener la llama encendida y hacer planes juntos”.
De hecho, este mes partirán rumbo a la Patagonia para disfrutar de sus primeras vacaciones juntos. La idea es equilibrar el camping que le gusta a él y las ganas de conocer nuevos lugares que tiene ella y poder recordar el verano como un hermoso viaje.
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