Ignacio salió de la zona de confort y armó una empresa que tiene como propósito ayudar a reforestar la Patagonia y fomentar la inclusión socio laboral de personas con discapacidad.
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“Fue una etapa que se fue cumpliendo porque soy una persona muy inquieta. La estructura corporativa, la política interna, la monotonía y las aspiraciones profesionales propias me fueron llevando a pensar si realmente quería seguir con este tipo de empleos porque si renunciaba iba a salir de la zona de confort de la relación de dependencia. Pero a la vez, el desgaste del trabajo era muy intenso por la cantidad de eventos, el estancamiento profesional y otras cosas”, recuerda Ignacio al empezar a contar su historia.
Queda claro que la decisión de Ignacio Ciarrocca (40) no fue de un día para el otro. No se trató de un salto al vacío. Lo fue planificando de a poquito, hablando con colegas, pero nunca con una decisión certera, sino como una posibilidad de que en algún momento podría pasar.
Ignacio trabajó durante 12 años en el mundo corporativo. En su último trabajo fue Gerente de Marketing de una bodega en la cual definía la estrategia de marca, participaba en eventos sociales, cerraba acuerdos de co-branding y lideraba el equipo de marketing y turismo.
Lo que no le gustaba de su trabajo
“Siempre me fascinó el mundo de la comunicación, posicionar una marca y lograr esa conexión mágica con el consumidor. También me gustaba participar en eventos con chefs como Donato de Santis y Christophe Krywonis o aprender de marketing de referentes como Ernesto Catena. Lo que no me gustaba era trabajar en Plaza de Mayo, ir al microcentro y no tener la libertad de poder hacerlo desde cualquier ciudad o país”, dice.
Hacia finales del 2015, finalmente, acordó irse de la bodega mediante un acuerdo porque, si bien mantenía una excelente relación con el dueño, no estaba tan alineado con el management del nuevo presidente de la empresa.
Para ese momento, junto a dos socios, ya venía esbozando una especie de borrador que le daría vida a Chida Holiday & Trip Planners, una agencia con el servicio Old School: personalizado y a medida de cada pasajero para acompañarlo en el pre, en el durante y en el post viaje. Era algo como volver a la vieja escuela de sentarse a tomar un café para planificar un viaje.
“Durante la pandemia, nos tocó vivir la ´película´ hecha realidad”
“Fue una etapa de crecimiento continuo porque ninguno venía de trabajar directamente en el rubro. Los primeros años fueron muy difíciles. Si bien habíamos viajado mucho, no teníamos ni los contactos ni la experiencia. Hoy seguimos de pie y creciendo a pasos firmes después de ocho años. Durante la pandemia, nos tocó vivir la ´película´ hecha realidad de muchos pasajeros varados y todo el caos que fue traerlos de vuelta a casa. Aeropuertos que cerraban minuto a minuto, vuelos que se cancelaban, fronteras que se cerraban. Fue una locura. Literal”, recuerda.
Durante casi tres años la pandemia para el turismo fue una historia sin fin por la nula actividad y la gran cantidad de reprogramaciones y el miedo a volver a viajar que tenía la gente. Sin embargo, hoy en día la empresa se mantiene con los mismos socios.
Su ADN emprendedor no se detuvo ahí. Ignacio sentía que tenía que hacer valer aquella decisión que había tomado unos años atrás cuando dejó la comodidad de un empleo estable con buenos ingresos para apostar por una nueva etapa en su vida. Tenía que sacarle más jugo a su talento y a su creatividad.
Un nuevo emprendimiento vinculado a lo social
Tal es así que en 2020 creó Wandergreen, la primera marca argentina de mochilas sustentables hechas de papel kraft. En un momento de nuestra actividad parada 100%, me dije “o vuelvo al mundo corporativo o hago algo distinto” que pueda aportar algo más y trascienda lo económico. En un momento de crisis, vi una oportunidad en tendencias que había observado en Europa y EE.UU. para crear algo en la Argentina que tuviera un propósito mayor como una forma de devolverle algo a la Patagonia, dado que crecí y vivo 4 o 5 meses al año en Ushuaia”.
Ignacio explica que a los ojos este papel es parecido al cuero, pero el que él utiliza se puede lavar, es vegano y mantiene su condición de poder ser reciclado.
“Crecí en Ushuaia y el nombre elegido proviene del Albatros Errantes (Wandering Albatros), el ave viajera más grande del planeta que habita en las costas de la isla de Tierra del Fuego. Es famoso por su capacidad de viajar largas distancias (pueden dar la vuelta al mundo en 45 días) planeando para ahorrar energías. Ese espíritu viajero me llevó a crear la marca”.
Este emprendimiento, además, tiene como propósitos ayudar a reforestar la Patagonia y fomentar la inclusión socio laboral de personas con discapacidad junto a la Fundación IDEL, que les da trabajo a personas con diferentes discapacidades.
“La marca, con su nombre y sus propósitos, es una forma de devolverle algo al lugar donde crecí, donde amo ir a visitar a mi familia y amigos y conectar con la montaña. Hacer trekking o ski me permiten desconectar del día y día y re-conectar con la naturaleza y la majestuosidad de Los Andes”.
“Ver crecer día a día algo que era una locura”
Ver crecer día a día algo que empecé solo y que era una locura. Nadie me creía que iba a crear una marca de mochilas de papel. Por el material y porque yo no tenía idea del mundo textil. Creían que estaba loco. Obviamente, es importante destacar que, luego, sin el apoyo de toda mi familia y amigos no sería posible haber llegado a dónde estoy hoy. Nada se puede hacer solo, sin un gran equipo de laburo detrás ni sin el apoyo de los seres queridos.
¿Qué sentís en esta nueva vida?
Vivo en una montaña rusa de emociones. Eso es emprender en la Argentina, con lo bueno y lo malo, pero con la libertad de poder hacer lo que me gusta y de poder aportar algo en pos de un bien mayor para la sociedad y el planeta que vivimos. Además, me encanta la libertad de poder trabajar desde Ushuaia, Buenos Aires o Rio de Janeiro. Sí me gustaría que nuestro país, que es hermoso de norte a sur, nos brinde más estabilidad a los emprendedores. Soy muy positivo respecto a esto en el futuro cercano.
¿Te imaginabas muchos años atrás pasar de ser empleado a emprendedor?
Creo que siempre tuve ese bichito emprendedor interno. Desde mis primeros años profesionales cuando con 24 años creé dentro de la agencia una división especial de marketing y publicidad. Obviamente, luego también hubo circunstancias que van ayudando a terminar de construir ese salto de la independencia laboral. No es fácil esa decisión, pero vale el riesgo 110%.
¿Cuáles son tus objetivos a mediano y largo plazo?
Hacer crecer a la gente que trabaja conmigo, porque uno está en constante evolución y aprende con ellos, lograr el objetivo de plantar 50.000 árboles en nuestra Patagonia y poder posicionar las dos marcas a nivel global para que sean embajadoras de la Patagonia en el mundo.
Qué le dirías a los que quieren emprender
¡Que se animen! Que no esperen el momento ideal: en la Argentina no existe ese momento. Siempre lo poco que hagan los va a acercar un poco más a ese ideal que buscan con su emprendimiento. La única fórmula mágica es combinar mucho trabajo más pasión y resiliencia. La adrenalina y las satisfacciones que da emprender son infinitas. ¡No se las pierdan!
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