Se quedaron con las ganas de festejar. Después de haber dado el "sí, quiero" en una íntima –y secreta– ceremonia civil organizada en Visp, Suiza, el 5 de marzo, Laura Laprida (30) y Eugenio Levis (35) desembarcaron en Buenos Aires para retomar sus actividades y terminar de definir los últimos detalles de esa espectacular fiesta de casamiento que planeaban para el 23 de abril. Sin embargo, la cuarentena decretada el 19 de marzo los obligó a posponer la celebración y fijar nueva fecha: el gran día será el 29 de octubre. "La idea es tener todo listo para ese día o si no, para mitad de noviembre…. Pero la realidad es que, si la situación no cambia mucho, tendremos que evaluar si lo pasamos para más adelante o lo hacemos igual", nos dice la actriz quien, junto a su flamante marido, transita el aislamiento social en casa de sus padres –la Trilliza María Eugenia Fernández Rousse y Horacio Laprida– en Pilar.
–¿Entonces el festejo de casamiento está en puntos suspensivos?
–El tema del casamiento es muy delicado… A veces me agarra angustia y en otros momentos siento bronca por todo esto. Nunca fui una Susanita, pero sí me encantaría poder festejar con la gente que quiero. Pensá que llegué de Suiza y no nos pudimos juntar con amigos ni con mi familia ni con nadie. Apenas aterrizamos, tuvimos que hacer la cuarentena. Así que las ganas de festejar son más grandes que el planeta entero. [Risas]. No sé qué vamos a hacer, pero sí tengo en claro que no quiero casarme con barbijo y no quiero que en mi fiesta haya gente con barbijo. Nuestra fiesta está pensada al aire libre y el plan es que haya muy pocos invitados…. pero si las condiciones siguen así, veremos cómo lo resolvemos. Con Eugenio, además, tenemos el proyecto de irnos a fin de año a vivir a Madrid, con lo cual, si podemos liquidar el tema boda sería increíble. Caso contrario, nos casaremos el año que viene.
–¿El vestido de novia ya lo tenés definido?
–¡Sí! Por suerte, organicé todo antes de viajar a Suiza y lo hice con María Gorof. La verdad es que cuando nos juntamos no tenía mucha idea de qué era lo que quería, pero María me puso un par de telas, me lo armó ella y enseguida me dijo: "Este es tu vestido", y tenía razón, era "el" vestido para mí.
–Contanos cómo fue la pedida de mano…
–Mmm… No hubo una pedida de mano formal. Fue más bien una decisión que tomamos los dos, como adultos, de querer pasar el resto de la vida juntos. Yo lo quería hacer porque me gusta el símbolo; me gusta festejar con amigos, me gusta que estemos casados y obvio, porque nos amamos.
–Están en cuarentena desde que llegaron de Suiza. ¿Te acordás cómo fueron esos primeros días?
–Cómo olvidarlo. Nuestra luna de miel comenzó así, encerrados. [Risas]. Fue raro todo porque llegamos y no pudimos ver a nadie, ningún familiar nos pudo felicitar en persona por el casamiento, no hubo abrazos ni brindis. Enseguida nos instalamos en la casa de mis papás y desde entonces, estamos acá. Incluso festejé el cumpleaños aislada, como casi todo el mundo, pero me parece que yo fui una de las primeras en hacerlo en cuarentena [cumple el 12 de marzo].
–¿Cómo es la convivencia con tus padres?
–Por suerte es espectacular. Este tiempo sirvió también para que ellos pudieran conocer mucho más a Eugenio… Se volvieron muy compañeros entre ellos. También nos ayuda que estamos en una casa grande con un jardín y al aire libre, somos unos afortunados porque tenemos todo. Y si hay momentos que con Eugenio necesitamos un poco de privacidad, simplemente elegimos no cruzarnos con ellos. Lo bueno es que mamá y papá están trabajando, así que tienen sus cosas, nos dan espacio y viceversa. En el fondo nos acompañamos entre todos. No sé cómo estarían de ánimo mis viejos si estuviesen pasando la cuarentena solitos.
–De todas maneras, debe ser un desafío para todos convivir 24/7…
–Por supuesto. Yo recontra agradezco estar con mis papás porque los estoy disfrutando muchísimo, pero es todo un desafío cotidiano también. Si te ponés a pensar que volví a convivir con mi papá y mi mamá a los 30 años… es gracioso, pero en este tiempo me di cuenta de que seguimos teniendo las mismas discusiones que cuando tenía 16. La naturaleza es sabia y por eso hay un punto donde las personas no tienen que convivir más con sus padres. [Risas]. Yo me lo tomo con humor, soy adulta y les digo las cosas en la cara, y nos reímos y lo hacemos todo un juego.
–¿Cuál es tu rutina?
–Justo cuando comenzó la cuarentena pude organizarme para traerme mi piano eléctrico de Buenos Aires y retomé mis clases vía Zoom. Lo mismo hice con terapia, para seguir conectada con mi psicólogo. También estoy escribiendo un guión y con Eugenio tomamos clases de italiano, porque tengo la ciudadanía italiana y quiero que ese vínculo no sea sólo un papel.
–¿Qué es lo que admirás de Eugenio?
–[Lo piensa unos segundos]. Hay algo de él que me sigue volviendo loca desde que nos conocimos y es su extrema tranquilidad. A pesar de que es una persona muy ansiosa, al mismo tiempo es re tranquilo… Sé que es una combinación rara, pero amo que él sea así. Es pacífico y muy centrado y eso me hace bien a mí también porque sé que en situaciones complicadas puedo confiar en él.
–¿Tienen ganas ser papás?
–No, por el momento no estamos buscando un hijo. Hoy tengo otras prioridades en mi cabeza. Con Euge queremos aprovechar que todavía somos dos para concretar nuevos proyectos, disfrutarnos, hacer mil cosas juntos. La cigüeña no me está llamando... Creo que no me estarían dando ganas de ser mamá por ahora. [Risas]. También es cierto que estoy a full con mis sobrinos a quienes amo como si fuesen míos: los pienso, me preocupo, los busco y eso me llena muchísimo.
–Hace un rato mencionaste un viaje a Madrid. ¿Hay algún proyecto concreto allá?
–No, no tenemos nada cerrado, la idea es vivir la experiencia y descubrir allá nuestro plan de vida. Estamos muy contentos con la decisión, ya sacamos pasaje y ahora nos falta ver departamentos. Tengo a mi prima viviendo allá, amigos, colegas de trabajo, así que no vamos a estar solos. El único problemita es que pasaríamos de un invierno a otro. Pero no nos importa: es otro país y un nuevo comienzo.
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