Las ventajas de integrar el perdón en tu vida, según un experto de Harvard
El psicólogo Richard G. Cowden habló sobre cuáles son los efectos positivos de esta actitud y qué se debe tener en cuenta
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Cuando hablamos de la felicidad, el perdón o la prosperidad, solemos verlos como temas abstractos cuya reflexión es más cercana a las humanidades. Sin embargo, desde 2016 la Universidad de Harvard (Estados Unidos) constituyó lo que denominó el Programa de Florecimiento Humano (Human Flourishing Program) con la finalidad de acercarse a estas temáticas desde una perspectiva más completa, con la ambiciosa tarea de integrar el conocimiento que se ha generado desde campos como la economía, la medicina, la política, la salud pública y otras ciencias experimentales.
Uno de los investigadores que se han embarcado en esta misión es el doctor Richard G. Cowden, psicólogo de personalidad social e investigador de Harvard, quien centró sus estudios en cómo la adversidad, el perdón y la religión, entre otros aspectos, tienen implicaciones para la salud y el bienestar en diversas culturas y contextos.
El investigador pasó por Colombia como parte de la alianza que Harvard y la Universidad del Sinú estableció para estudiar en el país el florecimiento humano y promoverlo entre las distintas poblaciones. Es la formalización de varios años de trabajo en los que, por ejemplo, ya se indagó sobre el papel del perdón en la sociedad entre miembros de la comunidad académica de Unisinú.
Cowden habló con EL TIEMPO sobre la importancia que puede tener interiorizar estos temas en una sociedad tan polarizada como la colombiana, el impacto de la psicología positiva dentro de nuestro desarrollo como sociedad y si existen, o no, fórmulas para alcanzar la prosperidad y el perdón individual y de manera colectiva.
— ¿En qué consiste la psicología positiva?
La psicología positiva surgió como un antídoto a la psicología negativa, que se centra en la disfunción de la mente y el comportamiento humano. La positiva se centra más en lo que va bien con los puntos fuertes de la persona, los recursos que puede tener y que pueden contribuir a un funcionamiento positivo.
La psicología positiva es más bien la segunda ola. Pero con el tiempo, nos estamos moviendo más en una especie de unión de los dos. Como una metáfora de la integración de la luz y la oscuridad, donde no es posible eliminar todas las cosas negativas que experimentamos, los aspectos disfuncionales de lo que somos como seres humanos. Así que tenemos que aprender a vivir con ellas, tratar de abordarlas, crecer en nuestras debilidades. Pero también debemos centrarnos en la luz, las cosas que forman parte de nosotros, que nos ayudan a vivir bien. Tenemos recursos y fortalezas que podemos aprovechar y debemos enfatizar eso también.
— ¿Cómo puede contribuir esto a la construcción de una paz colectiva e individual?
Cuando las personas sufren un conflicto, ya sea como agresores o víctimas, hay muchos traumas. Podemos recurrir a estos recursos más positivos o a las capacidades de fortaleza que tienen los humanos para tratar algunos de estos problemas de una forma más constructiva.
Un ejemplo es el perdón, donde, según algunas perspectivas, si alguien me hace daño, puedo elegir entre tomar represalias y vengarme o perdonarlo. El perdón entraría en el ámbito de la psicología positiva, donde saco fuerzas para superar y adaptarme a la transgresión que he experimentado de forma saludable.
Eso podría ser a nivel individual, pero si tomamos el perdón y su capacidad de perpetuarse — como cuando alguien decide perdonar algo realmente difícil y otras personas son testigos de ese hecho — ese efecto dominó podría cambiar a la sociedad en un sentido colectivo. No solo se trata de perdón, también podemos verlo con la gratitud, la paciencia, la humildad. Estos conceptos que se sitúan tradicionalmente dentro de la psicología positiva son oportunidades para ser aprovechados a nivel individual y colectivo.
— En ese sentido, ¿en qué consistió el trabajo que adelantaron con Unisinú en Colombia?
En el proyecto en el que Harvard y la Universidad del Sinú colaboraron con otras instituciones, uno de los estudios que implementamos fueron campañas de perdón donde básicamente tratamos de difundir información sobre este tema, recursos para que la gente pudiera perdonar y tratar de hacer una intervención a gran escala.
En Colombia, el estudio se dirigió a casi 3.000 personas, lo cual es bastante notable, la mayoría de los estudios de intervención psicológica solo se hacen con unos cientos de personas como máximo. Si pensáramos, por ejemplo, en la implementación de una campaña de sensibilización sobre el perdón en toda la ciudad, se podría prever un gran cambio en la forma en que las personas interactúan entre sí porque han aprendido algo nuevo sobre el perdón o han obtenido un nuevo recurso que podrían utilizar en su vida cotidiana.
— Pero ¿cómo es posible medir algo tan abstracto como el perdón?
En un sentido técnico, es un problema al que nos enfrentamos en la ciencia psicológica o en la medición de este tipo de fenómenos.
Nos basamos en lo que la gente nos dice acerca de lo que está experimentando. Incluso se podría decir que no es poner límites alrededor de lo que es la experiencia específica del perdón, solo sabemos que es esencialmente reemplazar la mala voluntad hacia una persona con buena voluntad. Lo que los estudiosos tienden a hacer es enfocarse en ciertos marcadores. Un enfoque es centrarse en dos aspectos del proceso: evaluar si una persona ha tomado la decisión de perdonar a quien le hizo daño y su experiencia emocional.
Tratamos de medir las cosas, pero no lo hacemos perfectamente porque no podemos. Por eso es bueno tener un equilibrio metodológico. Así que pedimos a la gente que rellene encuestas para obtener una puntuación de su perdón, pero lo ideal es pedirles también que nos describan lo que están experimentando para que puedan decirnos, con sus palabras, lo que sienten. Luego podemos juntar las dos cosas para crear una imagen mejor de lo que está viviendo la persona.
— ¿Por qué cree que el perdón es importante en una sociedad tan polarizada como la colombiana?
Creo que es un vehículo clave para el cambio individual y el cambio social. Lo complicado es que perdonar es difícil. Una parte del cuaderno de trabajo de intervención que utilizamos incita a la gente a reflexionar sobre sus propias transgresiones. El hecho de que también han hecho daño a otras personas en el pasado, y ver a la persona que les hizo daño no como una persona malvada, sino como alguien que tal vez tomó una mala decisión.
Cuando las personas reflexionan sobre esas cosas, se vuelven más humildes y condenan menos al otro porque se dan cuenta de que luchamos con las mismas cosas.
El perdón ayuda a acercarse a la humanidad común, lo que une no solo a la persona que te hace daño, sino a otras personas. Creo que esto, de una manera indirecta, puede ayudar a la gente a ver a través de sus diferencias de una manera social, eso significa que podría ser más propenso a darles el beneficio de la duda en ciertas situaciones y tal vez sea más probable tener una conversación con ellos sobre algo en lo que pueden estar en desacuerdo y abordarlo con un mejor entendimiento. El perdón tiende puentes entre las diferentes divisiones.
— ¿Existe una fórmula para alcanzar el florecimiento humano?
Esa es la pregunta del millón: ¿existe una fórmula para prosperar? Lo que tratamos de hacer en el Programa de Florecimiento Humano de Harvard es pensar cuáles son los componentes básicos que podrían aplicarse a diferentes poblaciones. Utilizamos una medida que captura cinco dominios diferentes y no es exhaustiva. En el mejor de los casos capta la esencia de lo que podría ser una vida floreciente.
Esos ámbitos son la felicidad y la satisfacción vital, la salud mental y física, el sentido y el propósito, el carácter y la virtud, y las relaciones sociales estrechas. Medimos y nos centramos en ellos como componentes básicos del bienestar, reconociendo que eso no es todo. Hay muchas perspectivas diferentes sobre el bienestar, pero nos da un marco común desde el que operar.
Y luego, cuando nos adentramos en contextos específicos, en determinadas comunidades, podemos modificar o ampliar ese marco en función de la cultura particular o de las ideas que tiene la comunidad sobre lo que es el florecimiento. No pensamos que tenemos todas las respuestas a lo que es el florecimiento humano, por eso estamos intentando acercarnos.
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