Son nativas de nuestra región, tienen flores bellísimas y pueden ser el regalo ideal para amantes de las plantas y la naturaleza. Una guía para elegirlas.
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Las flores que cultivamos hablan de quiénes somos y de cuánto nos interesamos por la protección de la biodiversidad. Nuestra flora nativa está repleta de especies de alto valor ornamental; muchas de ellas son precursoras de plantas que tradicionalmente se ofrecen en viveros o en florerías del país y del mundo. La clave está en saber descubrirlas, apreciarlas... y cultivarlas.
Esta es una pequeña reseña de una inmensa lista llena de formas, colores y tamaños.
Petunia x atkinsiana o petunia híbrida
Estas plantas tienen sus secretos escondidos, para lograrlas se cruzaron especies nativas de Petunia como la axillaris e integrifolia.
La rosa y el clavel francamente azules son todavía una entelequia, pero hay aproximaciones, y para lograrlas la ingeniería genética ha utilizado un gen de las petunias.
Algunos ejemplares de petunias híbridas tienen perfume: hay que acercar la nariz a las flores, pero es rico. Se encuentra más frecuentemente entre las que tienen corolas violetas.
Canna x generalis, canna o achira híbrida
De follaje notable y flores muy atractivas por sus pétalos grandes y coloridos. Estas plantas también tienen el ADN de especies nativas que se utilizaron en los cruzamientos: la Canna indica de flores rojas y la Canna galuca de hojas verdes grisáceas y flores amarillas.
Estas especies son de amplia distribución americana y en la Argentina aparecen desde el Norte hasta Buenos Aires, donde se las puede ver en los campos bajos y zonas húmedas.
En invierno pierden el follaje y luego rebrotan en primavera, hasta alcanzar más de un metro de altura.
Portulaca grandiflora, portulaca o flor de seda
En nuestro país se distribuye desde el Norte hasta Chubut, pasando por Buenos Aires.
Tiene hojas alargadas, cilíndricas, suculentas, y flores sedosas, en origen anaranjadas, rojas o violáceas moradas.
Florece entre la primavera y el verano.
Necesita suelo suelto, con muy buen drenaje y soporta la falta de agua y variadas temperaturas.
Tolera el calor fuerte. Donde los suelos son muy pesados se puede cultivar en macetas, en un sustrato especial.
Evolvulus glomeratus
Es un subarbusto rastrero, con flores de un fantástico azul que aparecen durante el tiempo cálido, de 2 a 2,5 cm de diámetro. Duran poco, pero se renuevan constantemente y se cierran hacia al atardecer.
No suele superar los 40 cm de altura.
Necesita sol y humedad, aunque no debe ser excesiva, especialmente durante el invierno.
Cuando se cultiva en recipientes, regar frecuentemente pero controlar que la tierra esté seca antes de hacerlo.
Verbena bonariensis
Algunas veces azula en manchones la pampa, es muy popular en países como Inglaterra o Francia; por su rusticidad y larga floración, se la utiliza para dar un toque descontracturado a los jardines.
Es un gran centro de atracción de mariposas, que se suman así a su encanto.
Las varas florales son altas y ondean fácilmente con la brisa o el viento cuando se cultivan en masa.
Crece bien al sol, en sitios húmedos y tierras con humus, sin acumulación de agua.
Las colonias de Verbena bonariensis que se encuentran en la zona de Río Negro se adaptan a climas y suelos más secos. Es invasora si se encuentra a gusto.
Dichondra repens (ahora Dichondra microcalyx)
Es un buen cubresuelo para lugares sombreados, húmedos.
Las pequeñas hojas redondeadas soportan bien algo de pisoteo.
Hay una dichondra muy bonita, la D. argentea, de hojas de color plateado que se utiliza mucho como planta colgante y tolera la falta de agua.
Es también una nativa que se distribuye naturalmente en las provincias de Jujuy, Salta y San Luis.
Glandularia peruviana o margarita punzó
Es tal vez la más encumbrada entre las glandularias nativas (por color y por su amplia distribución espontánea en el territorio), pero no la única.
Es una de las progenitoras de la Glandularia híbrida, a la que desde siempre llamamos verbena.
Cleome hassleriana
Es conocida como “spider flower” por el aspecto que le dan los largos estambres de sus flores.
En el país se la llama cleome, garcita o mostacilla rosada.
Se distribuye principalmente en la Mesopotamia y hasta Buenos Aires. Es anual, crece rápido y alcanza cerca de un metro de altura.
Las inflorescencias son rosas en distintas tonalidades (incluso las hay casi fucsias) o blancas.
Calceolaria
La que se vende como planta de interior tiene entre sus ancestros a dos plantas endémicas de la región de la Patagonia: la Calceolaria crenatiflora y la C. corymbosa.
Es una planta bianual que, luego de la floración, se descarta. En el Sur, a las distintas especies de calceolaria se las llama topa topa o zapatito de la Virgen por la forma de su corola.
Ipheion uniflorum (ipheion “estrellita”)
Es una pequeña bulbosa que vegeta generalmente en el invierno, florece en primavera y el follaje desaparece en el verano.
Sus flores son como estrellas de 3 cm de diámetro, suspendidas en largos pedúnculos y pueden ser blancas, celestes o de un lila profundo.
En algunos lugares vegeta recién en primavera, lo que le permite sortear inviernos bastante fríos.
Es posible verla crecer silvestre en Buenos Aires, incluso en la zona metropolitana, y también en La Pampa, Mendoza y San Luis.
Gunnera tinctoria, nalca o pangue
Es una planta endémica de la Patagonia.
Tiene características que la hacen muy popular en países de clima fresco: su fisonomía tropical impresa en sus enormes hojas de 0,5 a 2 m de diámetro y su tolerancia al frío.
Puede cumplir el sueño de crear un jardín de estilo tropical donde el frío impide el cultivo de plantas con estas características exuberantes.
La nalca, además, tiene usos culinarios: se la utiliza como parte importante en el armado para la cocción del curanto y se consumen sus pecíolos a la manera de los del ruibarbo. No soporta sitios muy calurosos, pero sí temperaturas de -15°C, y necesita suelos que tengan y retengan mucha agua.
La lista sigue y es interminable, como las cortaderas (Cortaderia selloana), elegantes, que con pocas exigencias de cultivo se dispersan por la pampa y en su momento enamoraron a Europa.
Las alstroemerias que venden los floristas, cada vez más populares y accesibles como flor de corte, tienen entre sus ancestros al amancay, la Alstroemeria aurea de nuestros bosques del Sur.
Especialista consultada: Florencia Cesio
LA NACION