Las inquietantes predicciones del "Doctor Catástrofe", el economista que anticipó la crisis de 2008
El economista Nouriel Roubini, quien predijo el colapso financiero global por la crisis de las hipotecas en Estados Unidos en 2008, pronosticó una "grandísima depresión" como consecuencia de la pandemia de coronavirus. El llamado "Doctor Catástrofe" aseguró que la recesión llega en un mal momento para la economía: el mundo lleva mucho tiempo inmerso en una tormenta perfecta de riesgos financieros, políticos, socioeconómicos y ambientales, y el Covid-19 los agudiza todavía más.
"Luego de la crisis financiera de 2007 a 2009, los desequilibrios y los peligros que impregnan la economía global fueron exacerbados por errores en las políticas. De ese modo, en lugar de abocarse a los problemas estructurales que revelaron el colapso financiero y la recesión subsiguiente, los gobiernos patearon el asunto para adelante, lo cual creó riesgos de impacto negativo que hicieron inevitable otra crisis", escribió Roubini en Project Syndicate.
Según el economista, que se desempeña como profesor de la Universidad de Nueva York, la llegada del coronavirus solo empeoró esos riesgos. "Lamentablemente, aun si la mayor recesión conduce este año a una recuperación deslucida en forma de U -en alusión a la línea que indica caída y alza en un gráfico-, una grandísima depresión en forma de L la seguirá más adelante en la década, debido a diez tendencias ominosas y peligrosas", dijo.
"La primera de esas tendencias se refiere a los déficits y sus riesgos consecuentes: deuda y cese de pago. La política para responder a la crisis del Covid-19 conlleva un aumento enorme del déficit fiscal (del orden del 10% del PBI o más) en un momento en que los niveles de deuda pública en muchos países ya eran altos", manifestó Roubini.
Para peor, la pérdida de ingresos en muchos hogares y muchas empresas significa que los niveles de deuda del sector privado se volverán también insostenibles. "Lo cual potencialmente conduce a default en masa y bancarrotas. Junto con los niveles de deuda pública en aumento, todo esto asegura una recuperación más anémica que la que siguió a la Gran Recesión de hace una década", auguró el economista haciendo honor a su apodo.
El segundo factor es lo que Roubini llamó "la bomba de tiempo demográfica en las economías avanzadas", en alusión a la extensión de la vida. "La crisis del Covid-19 muestra que se debe destinar mucho más gasto público a los sistemas de salud. Y que la atención médica universal y otros bienes públicos relevantes son una necesidad, no un lujo. Sin embargo, dado que la mayoría de los países desarrollados tienen sociedades envejecidas, financiar esos gastos en el futuro agrandará aun más la deuda implícita de los sistemas de salud y seguridad social desfinanciados de hoy", informó.
El tercer elemento que analizó el economista, que obtuvo su doctorado en Economía Internacional en la Universidad de Harvard, fue el creciente peligro de deflación. "La crisis, además de causar recesión, también está creando un enorme estancamiento de bienes (máquinas y capacidad que no se utilizan) y de mercados de trabajo (desempleo masivo). A la vez que impulsa un colapso de los precios de los commodities como el petróleo y los metales industriales. Eso hace que la deflación sea probable e incrementa el riesgo de insolvencia", aseguró.
El cuarto riesgo es la devaluación monetaria. "A medida que los bancos centrales tratan de combatir la deflación y desvían el peligro del aumento de las tasas de interés (consecuencia de la acumulación enorme de deuda), las políticas monetarias se volverán aún más extrañas y extensivas. En el corto plazo, los gobiernos necesitarán ejecutar déficits fiscales monetizados para evitar la depresión y la deflación. Pero con el tiempo los choques negativos de la oferta, debidos a la desglobalización acelerada y un proteccionismo renovado, harán que la estanflación sea inevitable", predijo Roubini, que desempeñó diversas funciones en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
"El quinto elemento es la disrupción digital de la economía en términos amplios. Millones de personas han perdido sus empleos o continúan trabajando pero ganan menos, por lo cual las brechas de ingresos y riqueza en la economía del siglo XXI se agrandarán más. Para protegerse de futuros golpes en la cadena de suministro, las empresas en las economías avanzadas volverán a traer a los mercados domésticos, de mayor costo, la producción derivada a regiones de bajo costo", diagnosticó. Sin embargo, eso no será una buena noticia para el empleo porque "esta tendencia acelerará el ritmo de la automatización, lo que ejercerá una presión a la baja en los salarios y avivará las llamas del populismo, el nacionalismo y la xenofobia".
El sexto elemento que identificó Roubini, que también es presidente de una firma de consultoría dedicada al análisis financiero llamada RGE Monitor, es la desglobalización. "La pandemia acelera las tendencias, que ya estaban bastante avanzadas, hacia la balcanización y la fragmentación", observó. El economista estimó que Estados Unidos y China serán los primeros en separarse pero que la mayoría de los países responderá "adoptando políticas aun más proteccionistas para ofrecer a las empresas locales y los trabajadores un escudo contra las disrupciones globales".
"En el mundo post pandémico habrá limitaciones más estrictas a la circulación de bienes, servicios, capital, trabajo, tecnología, datos e información. Esto ya está sucediendo en los sectores de fármacos, equipamiento médico y alimentos, donde los gobiernos han impuesto restricciones a la exportación y otras medidas proteccionistas para responder a la crisis", pronosticó.
La tendencia se verá reforzada por el séptimo factor que enumeró Roubini: la reacción contra la democracia. "En condiciones de inseguridad económica intensificada, habrá un fuerte impulso a convertir a los extranjeros en chivos expiatorios de la crisis. Los trabajadores industriales y amplios grupos de la clase media se volverán más susceptibles a la retórica populista, en particular a las propuestas de restringir las migraciones y el comercio", estimó.
El octavo elemento es el duelo geoestratégico entre Estados Unidos y China. "El presidente chino, Xi Jinping, utilizará las acusaciones del estadounidense, Donald Trump, sobre el origen de la pandemia para denunciar que Washington impide el crecimiento pacífico de su país. Eso intensificará el desacople chino-estadounidense en comercio, tecnología, inversión, datos y acuerdos monetarios", escribió.
Además, Roubini ve la chispa de una "nueva guerra fría" entre Estados Unidos y Rusia, Irán y Corea del Norte. El noveno factor tendrá una característica distintiva: la tecnología. "La ciber guerra podría potencialmente llegar incluso a choques militares convencionales. En principio, el sector privado tecnológico de los Estados Unidos se integrará cada vez más al complejo industrial de la seguridad nacional", advirtió.
El décimo y último riesgo que evaluó Roubini es la disrupción ambiental, que cree que podría causar más caos económico que una crisis financiera. Enumeró las epidemias que se han sucedido desde la década de 1980: VIH Sida, SARS, H1N1, MERS, Ébola y Covid-19. "Son desastres creados por el hombre, surgidos de los bajos estándares de salud y salubridad, el abuso de los sistemas naturales y la creciente interconectividad de un mundo globalizado. Las pandemias y los numerosos síntomas mórbidos del cambio climático se volverán más frecuentes, graves y costosos en los años por venir", vaticinó.
Estas 10 amenazas se combinan "en una tormenta perfecta que podría arrastrar a toda la economía global a una década de desesperanza". Hacia 2030, la tecnología y un mejor liderazgo político podría reducir o minimizar esos problemas. "Pero cualquier final feliz supone que encontremos la manera de sobrevivir a la grandísima depresión que se viene", concluyó.
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