Tras dos años y medio de relación, tal como había adelantado ¡Hola!, Charlotte Casiraghi (32) y el productor de cine y padre de su hijo Balthazar, Dimitri Rassam (37), dijeron "sí, quiero" el pasado sábado en el Palacio Grimaldi. Madame Casiraghi –aunque sin renunciar a su apellido de soltera– se casó al igual que sus padres a media mañana, en uno de los salones de Estado –no trascendió cuál– y con el Mediterráneo de fondo. Rodeada de familia y amigos y sus hijos (vestidos con trajes marineros), celebró, además, que su boda fuera un momento íntimo.
La ceremonia civil, en la que Charlotte se reencontró con Dimitri después de dormir dos noches en un hotel, fue celebrada por Laurent Anselmi, director de los Servicios Judiciales del principado y funcionario civil de la familia principesca. Según diferentes informaciones, los testigos fueron, entre otros, sus amigos Juliette Maillot, Vanina Mandelli, Guillaume Houzé y Antoine Nussembaum, Tim Lafon y Aurelien Damour.
La hija de Carolina cuidó cada detalle de las celebraciones y buscó la manera de recordar a sus antepasados. Al príncipe Raniero, al que estaba muy unida, le rindió tributo haciendo coincidir su gran día con la fecha en la que hubiera cumplido 96 años. Y a la princesa Grace, a través de la moda, las joyas e incluso su ramo de novia, con rosas y pequeños brotes de lirios del valle, que nunca faltan en las bodas Grimaldi.
ALMUERZO EN LOS JARDINES DE PALACIO
Tras la ceremonia se sirvió en los jardines de palacio un buffet-picnic al estilo monegasco. Los invitados, cerca de trescientos, disfrutaron de un menú con ensaladas, pizzas, quesos, helados y mucho champagne. Un catering poco palaciego y formal, pero acorde con la decoración de los jardines que se llenaron de espacios únicos, con los que los novios rememoraron la Riviera en los años 50 usando el atrezzo del Baile de la Rosa, la última creación de Karl Lagerfeld para los Grimaldi: una playa con estética retro, palmeras, ananás naturales a modo de florero, jarrones de cristal llenos de naranjas, y hasta una lancha clásica de madera para hacerse fotos "navegando" por la Costa Azul. Todos pasaron por el photocall, incluidos los novios con sus madres, la princesa Carolina y la actriz Carole Bouquet, íntimas amigas desde su juventud. La banda Alessandro Ristori & The Portofinos tocó canciones de los 60 y los 70 que hicieron bailar a todos. Dimitri, el novio, tuvo su propia performance cuando sus cuñados, Andrea y Pierre Casiraghi, lo tiraron a la pileta con traje y zapatos. Una suerte de bautismo para darle la bienvenida a la familia.
¡QUE COMIENCE LA FIESTA!
Sin respiro, los novios y sus invitados se retiraron a media tarde para prepararse para la siguiente cita: la fiesta de largo en La Vigie. El espectacular edificio de finales del siglo XIX, sobre un elevado acantilado y con vistas privilegiadas, en el que Charlotte celebró su presentación en sociedad vestida por Chanel. Quince años después, y de nuevo con un traje de la firma, regresaba al mismo escenario, pero ya del brazo de su marido. Acorde con la etiqueta, la hija de Carolina cambió su minivestido de la mañana por un diseño de cuento con el que evocó las fabulosas creaciones de los años 50 haciendo otro guiño al histórico vestido que su abuela llevó en Atrapa a un ladrón, de Alfred Hitchcock.
En La Vigie, una de las villas más impresionantes de Montecarlo –tres pisos divididos en dieciséis habitaciones–, todo fue decorado para la gran ocasión, especialmente el frondoso jardín con árboles mediterráneos y embarcadero propio; y la inmensa terraza que se funde con el mar. Ese marco inolvidable en el que Carolina y Stefano Casiraghi protagonizaron a finales de los 80 un reportaje legendario –la princesa con un vestido azul y la tiara de su abuela, rodeada de sus tres hijos y cocinando pasta descalza–; y que Charlotte y Dimitri quisieron recuperar para su retrato más romántico.
TODOS BAILAN ALREDEDOR DE CAROLINA
Paolo Sari fue el chef italiano que estuvo al frente de la cocina de La Vigie Lounge and Restaurant, en la gran noche de los recién casados. Y, por supuesto, en ningún momento faltó la música, que lo abarcó todo –incluso tribal–, con actuaciones de los británicos The Kooks que, le encantan a Dimitri, e hicieron bailar a los novios al ritmo de "Naive". Y del rapero francés MC Solaar, que dedicó su famoso hit "Caroline" a la princesa de Hannover, para emocionarla hasta las lágrimas mientras tarareaba la letra sobre el amor y la pérdida.
Carolina rindió un nuevo homenaje a Karl Lagerfeld, con otro vestido de Chanel; Carolina estuvo rodeada de hijos y de nietos que correteaban a su alrededor, Carolina abrazó a Dimitri y a sus hijos, y bailó con todos ellos, incluida la novia, Charlotte, que no se separó de ella en toda la noche. Su hija mayor y su vivo retrato. Tanto que, si nos remitimos a fotografías tomadas hace treinta años, parecen casi la misma persona. El corte ovalado de cara, la nariz pequeña y respingada, los impresionantes ojos azules, la misma mirada melancólica, labios carnosos, estatura parecida –alrededor de 1,70–, muy delgadas… además de un carácter fuerte, una personalidad misteriosa, herederas de una diosa de Hollywood y de un legendario apellido con más de siete siglos de historia. Y por supuesto ese toque royal que las llevó a compartir trono como referentes de estilo.
Charlotte recordó a su abuela en su gran día y lució su gargantilla de diamantes preferida, firmada por Cartier y regalo del príncipe Raniero con motivo de la boda
Una vez más, Beatrice Borromeo dio una clase magistral de estilo con su vestido metálico multicolor de Dior Alta Costura
Marta Ortega, Athina Onassis, Eugenie Niarchos, Bianca Brandolini y Margherita Missoni son parte de las íntimas de Charlotte que dijeron presente
Al igual que Carolina, que fue la novia de Europa y una "princesa rompecorazones", Charlotte también protagonizó un historial de amores siempre a la búsqueda de un final feliz, que finalmente encontró al lado de Dimitri… Aunque con una alguna diferencia. La princesa de Hannover, separada ya de su primer marido, Phillipe Junot, perdió a su madre, la princesa Grace, cuando tenía 25 años; y al padre de sus tres hijos, Stefano Casiraghi, a la edad de 33. Los años que cumplirá Charlotte, el próximo 3 de agosto, estrenando casi matrimonio.
El gran paso Charlotte lo dio rodeada de la familia, pero también de sus mejores amigos. Entre ellos, Marta Ortega (la heredera de Inditex, imperio dueño de Zara), con su marido, Carlos Torretta; Athina Onassis; Eugenie Niarchos, Bianca Brandolini, Margherita Missoni, Noor Fares y Alessandra de Osma, quien celebró en marzo su primer aniversario de boda con el príncipe Christian de Hannover. Una pandilla divertida, estilosa e inseparable que también cantó presente en el último de los eventos: un brunch after party que cerró la gran boda en el Yacht Club de Mónaco el domingo. Un adiós que bien podría significar un hasta pronto, ya que, según diferentes informaciones, todo apunta a que la fiesta continuará en unos días en la región provenzal de Francia, donde Charlotte vivió su infancia, o en la isla italiana de Pantelaria, donde vive Carole Bouquet, la madre de Dimitri.
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