Porque la TV no sólo vive de heroínas, acá te traemos un listado de los personajes que encarnaron a las antagonistas más odiables
Sin duda, la belleza es un factor de autoridad. Y si a tal axioma, le agregamos que para conocer a una mala persona, hay que darle poder, estamos en presencia de verdaderas sirenas llenas de odio y ambición, que hacen con sus víctimas lo que quieren. En este Top Five de bellezas escalofriantes y asesinas; describiremos a esas vampiresas con las que coquetearíamos, aunque corran riesgo nada menos que nuestras vidas.
Carina Zampini
Carla Lucero en Por siempre mujercitas
La maldad televisiva en su mayor y mejor expresión. El desquicio por un amor imposible que la habilitó a realizar las locuras más perversas. Todo valía en la carrera de la alocada médica Carla Lucero en Por siempre mujercitas: matar, robar, mentir y acusar. Sus angelicales veintiún años y su belleza imposible, le dieron la impunidad necesaria hasta terminar en la cárcel. Pero su éxito e inmortalidad, le dieron revancha al año siguiente, cuando el recordado Oscar Ferreiro la sacó de prisión para que termine con el bebé de Natalia Oreiro y Diego Ramos en la novela Ricos y famosos. Si de algo hay que morir en esta vida, que sea por el veneno de la peor villana que dio la historia de la televisión argentina. Puesto número uno para una de las mujeres más lindas del país.
Inés Palombo
Agustina en Mi amor, mi amor
Conoció las mieles del resentimiento en Rebelde Way y en Atracción x 4, haciéndole la vida imposible a la misma Luisana Lopilato y tanta maldad hizo, que tras varios papeles de buena, reencarne en Agustina para ahogar en el infierno a los buenos de Juan Gil Navarro, Brenda Gandini y Jazmín Stuart en Mi amor, mi amor. Es que Inés Palombo tiene esa luz ambigua, que depende el ángulo de su sonrisa, parece la doncella en peligro o la crueldad hecha deseo. Y sus demonios hipnotizan indefectiblemente porque maneja una estética sincera y natural, aunque dentro suyo germine el caos. Su máxima fue desconectar la incubadora de la beba de Lali (Gandini). Sin embargo, nos convence con su belleza extrema y sus piernas alucinógenas. Si su amor lleva el riesgo de los deportes extremos, nos tiramos al vacío con la bolsa del chino como paracaídas.
Mariana Arias
Andrea en Muñeca Brava
Andrea era el estilo y la elegancia por sobre todas las máscaras. Ivo (Facundo Arana) había caído en sus garras pero su ambición era tal, que también era la amante del padre de su novio (Arturo Mali), mientras engatusaba al tío (Norberto Díaz). Todo con el objetivo de quedarse con los millones que rondaban entre ellos. La menos malvada de este quinteto de terror, pero lo suficiente como para marcar una época y dejar un registro de cómo hacer de villana en la televisión argentina. Un cerebro maquiavélico que arrasaba con todo por la fuerza de su presencia. A su lado, hasta dudábamos de la belleza de Natalia Oreiro. Un ícono de delicadeza y maldad, en una de las telenovelas más exitosas y recordadas.
Eleonora Wexler
Juana en Valientes
Detrás de todo gran odio, siempre existen argumentos que revalidan tal accionar. Sin embargo, en el caso de Juana, un poco de locura, enfermedad e irascibilidad, más una infancia traumática, hicieron de ella una bomba de tiempo que terminó prendiéndose fuego, literalmente. Pero antes hubo un pobre protagonista que la pasó feo, tal es el caso de Luciano Castro. Claro, nunca la mala es una mujer fea por la cual nadie suspira. En su caso, Eleonora es linda, femenina, ingenua y sexual. Y en Valientes fue la exacerbación de todo, tan perfecta y alienada a la vez. Un cuarto puesto dudoso que varía depende del ojo y del gusto de cada hombre.
Juanita Viale
Renata en Malparida
Fue tan mala que tiene que estar última por mala. Porque Renata parece haber salido de un comic del bajo fondo artístico. De esas que no paran. Siempre manejándose en los desniveles de la crueldad. Con todos sus rasgos potenciados: perfecta para conquistar, intratable para desorientar, urticante para dejar marcas y perversa para hacer sufrir. Un solo fin, vengar el suicidio de su madre, pero exageró un poco y se llevó consigo un tendal de almas. Como esas mujeres desprejuiciadas de cuerpo y alma, que dejan un cementerio de corazones consumidos y enfermos de muerte. Una absoluta viuda negra, que exprimía su sensualidad y erotismo para hilar uno a uno sus planes. El título de su novela, le calzaba a la perfección.