Convertido en ícono veraniego de artistas e intelectuales, el Viejo Hotel Ostende cumplió 100 años. Para celebrarlo, Libro de huéspedes recupera su historia, que es también la de un balneario con vocación literaria.
Como es sabido, hubo un tiempo en que nuestra costa argentina fue una lujosa estación para la recreación veraniega que no tuvo nada que envidiarle a la Costa Azul, o a cualquier otra bella ciudad portuaria del otro lado del Atlántico. Mar del Plata fue la punta de lanza de estos balnearios donde las familias acomodadas de la sociedad porteña pasaban sus vacaciones emulando la experiencia adquirida en las riberas europeas. Pero hubo otra playa, menos famosa y por eso mismo más interesante, donde comenzó a erigirse una cultura costera encumbrada allá por las primeras décadas del siglo XX: Ostende. Y el Viejo Hotel Ostende, construido en 1913, estuvo a la cabeza de esa aventura de llevar glamour y veraneantes a un páramo de viento y médanos hasta donde la vista se perdía. El Viejo Hotel acaba de cumplir cien años, su historia desde aquel entonces no se ha detenido –si bien pasó de todo, incluso permaneció sepultado en una montaña de arena por algunos años–, y para festejarlo se editó Libro de huéspedes. Un libro voluminoso que cuenta su historia, plagado de hermosas fotos antiguas, detalles curiosos y, sobre todo, un relato que abarca desde la prehistoria hasta el presente de este enclave de escritores, artistas, cineastas y amantes del mar en un entorno de belleza sin estridencias.
Libro de huéspedes está dividido en capítulos que avanzan cronológicamente, mechados con anécdotas que llegan hasta la actualidad. Desde la llegada de Juan de Garay hasta estas tierras, el encuentro con las etnias Het que dominaban la zona de la pampa cercanas al mar, la Conquista del Desierto y el paso de las tierras a manos privadas; la famosa y triste historia de Felicitas Guerrero, quien fue dueña de la zona que ahora es Ostende y de sus alrededores, la modernizadora llegada del ferrocarril Sud, los belgas que iniciaron el proyecto del balneario y el pueblo, y finalmente, el Hotel que cobra vida en 1913. Y se convierte en un destino en sí mismo. Un lugar de encuentro y de sociabilidad, que se proponía como eminentemente moderno. Un hotel de una arquitectura que conjugaba diversos estilos con sobriedad y elegancia, con instalaciones que tenían todas las comodidades soñadas para la época. Un hotel que rápidamente se convirtió en un hito. "Ostende: la Perla del Atlántico", "La playa más hermosa de Sud América", rezan los carteles vintage que pueblan las páginas del libro.
Pero a este relato de voluntad y naturaleza, de fuertes decisiones de erigir un pueblo y un hotel costero allí donde la última palabra la tienen las dunas danzantes, se suma otro. La historia de la relación del hotel con la literatura. Un vínculo fructífero, cambiante y que sin duda es la marca singular del Viejo Hotel Ostende, ¿Quiénes estuvieron ahí? Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares escribieron su novela Los que aman, odian en esas mismas habitaciones con vista al mar. O Antoine de Saint-Exupéry, autor de El principito, cuya habitación se conserva ta cual desde aquellos tiempos. O Miguel Briante, que escribió "La capelina del recuerdo", cuento que recrea la atmósfera ostendina. Es famosa además la biblioteca del hotel, en la que uno puede perderse y buscar clásicos argentinos como el Martín Fierro o la obra completa de Borges, o adentrarse en alguna novela policial de Patricia Highsmith, perfecta para el verano, o acaparar un Fogwill dejado por él mismo en su paso por las instalaciones. Tanto Abraham Salpeter –dueño del hotel desde los setenta– como su hija Roxana Salpeter –directora y exquisita anfitriona– son los principales propulsores de este costado literario. Como dice Guillermo Saccomanno en el prólogo: "Se trata del hotel de un lector".
Hay que decir que la investigación sobre los orígenes de Ostende, la vida de los pioneros y su relación con la historia y política argentina estuvo a cargo de Lucas Rentero y Ricardo Watson, directores de Eternautas Viajes Históricos, una empresa dedicada al turismo cultural. Ellos se encargaron de la Historia con mayúscula. Pero no es la única que pulula tanto por las páginas del libro, como por el hotel en sí. Un hotel que parece ser el clima perfecto para que florezcan las historias, literarias e incluso cinematográficas. De la mano de Mariano Llinás que pergeñó allí Balnearios, o Laura Citarella, quien hizo el melancólico policial Ostende, que tiene al hotel como protagonista.
¿Qué mejor manera, entonces, de cerrar un círculo virtuoso entre este espacio y la ficción, que poner todas esas palabras en un libro? Eso es Libro de huéspedes. La invitación a conocer un lugar fantástico y su historia. Que se sigue escribiendo y reescribiendo en la memoria de quienes lo visitan, como hace cada día el mar con las huellas que quedan de la arena.