¿Te acordás de la emoción que te daba destapar una gaseosa y ver qué venía? ¿Tuviste la pasión de coleccionar a tus superhéroes en formato metálico? Aquí nuestro rescate emotivo.
Ni Sprite, ni 7 UP. La mejor gaseosa lima-limón de tu infancia, la más rica, se llamaba Teem. ¿Cómo se escribe?, te preguntan, ignorantes, tus hijos, tus sobrinos o incluso alguna jovencita de 20 que ya te trata de señor. Teem se ubica en el mismo olimpo de la memoria colectiva donde, coronadas de laureles, perviven las galletitas Melba originales o las obleas Champagne. Esa es su categoría. La de la excelencia. Lo que alguna logia maquiavélica y mil conspiraciones nos quitaron. Producida por Pepsi, Teem te pegó por una publicidad ochentosa que se dirigía al centro de tu cerebro primitivo. En una historia sencilla con aire de western, nuestro héroe llegaba a caballo a una taberna en el medio de la nada, bajo un sol tremendo. Agotado, pedía un paquete de papas fritas saladas, “pero secas, bien secas”.
Las comía alimentando la sed hasta hacerla insoportable. Recién entonces, al borde del colapso, abría las alforjas, sacaba una Teem helada y mataba “la peor sed”. Vos imitaste esa acción en cuanto cumpleaños pudiste. El año maldito de Teem fue 1984, cuando Pepsi, en Estados Unidos, decidió reemplazarla por Slice y sus múltiples sabores frutales. Acá, la corporación quizás buscó privilegiar la 7 UP. O acaso a alguna mente calenturienta se le ocurrió que el lugar de Teem iba a ser ocupado por Mountain Dew, un jarabe amarillo dudoso; por suerte, duró menos que la Tab. Dicen que en 2010 la Teem volvió a venderse en algunas barriadas del GBA. Tal vez sea solo una leyenda. Lo seguro es que sigue vigente en Uruguay. ¿Cuánto dicen que cuesta un pasaje a Colonia?