Es casi imposible para muchos expresarse verbalmente sin apoyarse en ademanes; los científicos realizaron una serie de investigación para poder entender el por qué
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¿Alguna vez te preguntaron qué es desmenuzar y tu respuesta hizo reírse al que te lo preguntó? Es un clásico irresistible que hasta tiene espacios reservados en redes sociales, como en los videos del #desmenuzarchallenge de TikTok, en los que se ve a innumerables personas comprobando que a veces es más fácil expresarse con gestos que con palabras.
Y es que esa conexión entre la boca y las manos se remonta a nuestros orígenes, y por más evolucionados que creamos ser, lo que aprendimos en ese entonces sigue presente. ”Los humanos somos criaturas muy gestuales”, le dijo al programa CrowdScience de la BBC la doctora Gillian Forester, psicóloga evolutiva y del desarrollo de la escuela Birkbeck, de la Universidad de Londres.
“En primer lugar, pensemos en nuestro yo evolutivamente más viejo, que se remonta a unos 500 millones de años, a la aparición de los vertebrados”. Aunque hace falta más investigación sobre el tema, “la que tenemos indica que cuando éramos criaturas primitivas, cuando las manos tomaban la comida, la boca estaba preparada para recibirla. Así que si agarrabas algo grande, tu boca sabía que tenía que abrirse de par en par, y si era pequeño, no tanto”.
A medida que nos volvimos más sofisticados, comenzamos a usar las manos y bocas también para comunicarnos “pero ese vínculo entre la mano y la boca para la alimentación siguió presente en la comunicación”. De hecho, “las partes del cerebro que controlan las manos y la boca están altamente superpuestas”, añadió Forester.
Hablar con las manos
Entonces, cuando hablamos, tendemos a usar las manos. Y cuando las manos están ocupadas, la boca a veces se involucra... ¿alguna vez te has sorprendido con la lengua medio afuera cuando estás concentrado haciendo un trabajo manual?
Hay varias hipótesis sobre la razón por lo que esto ocurre, entre ellas el que con ese gesto estemos comunicando que estamos enfocados en algo y que preferiríamos no ser interrumpidos. El componente no verbal de la comunicación es conocido y altamente valorado, tanto que hay cursos para controlar tus gestos en pos de presentar una imagen conveniente en determinadas situaciones.
Pero si se trata de gesticular para comunicarnos con los demás, ¿por qué incluso cuando hablamos por teléfono movemos las manos? ”Yo tengo un ejemplo aún más llamativo”, le dijo a BBC CrowdScience Susan Goldin-Meadow, del Departamento de Psicología y Desarrollo Humano Comparado de la Universidad de Chicago.
“Tenemos datos sobre personas que fueron ciegas desde su nacimiento y hacen gestos cuando hablan: nunca vieron a nadie mover las manos y sin embargo cuando hablan, gesticulan”.
“Pero el que un ciego o alguien hablando por teléfono mueva las manos sólo es raro si crees que la única función que tiene el gesto es transmitirle información a otra persona. Si sabes que, además de transmitir información, también te ayuda a organizar tus propios pensamientos, entonces no es raro”, señaló la experta en gestos.
Así que al mover tus manos cuando hablas, no sólo ayudas a los otros sino también a ti mismo a entenderte. Y puede revelar algo fascinante: lo que estamos a punto de aprender.
Las manos primero
Hay diferentes tipos de gestos con las manos, explicó Goldin-Meadow.
Los icónicos son ilustrativos, como cuando estás hablando de algo grande y extiendes tus brazos; los rítmicos, como aquellos que hacemos para enfatizar algo que estamos diciendo o los emblemáticos, que son los que pueden reemplazar palabras, como el movimiento que haces con la mano para saludar o despedirte.
“Estamos más interesados en los espontáneos porque los espontáneos nos dicen más sobre lo que alguien está pensando”, señaló la psicóloga, quien con su equipo de trabajo se enfocaron en los icónicos, aquellos que muestran lo que está en tu mente... y encontraron que no siempre concuerdan con lo que estás diciendo.
“Al hablar de un objeto alto, harías el gesto para mostrar que es alto, pero a veces vemos otros gestos”. Esos desajustes los vieron en experimentos con niños en edad de aprendizaje y descubrieron que los que hacían el gesto errado estaban “más abiertos a la instrucción sobre una tarea que los que producían sólo coincidencias en sus gestos y su discurso”.
En uno de estudios, les mostraron a los niños dos recipientes idénticos con la misma cantidad de agua. Al preguntarles si tenían la misma cantidad de agua, respondieron que sí. Luego, vertieron el agua de uno de los recipientes altos y delgados en otro más bajo y ancho, y les preguntaron si las cantidades eran iguales o distintas.
“Los menores de 7 años responden: ‘Es diferente porque este es más alto que este’, y hacen el gesto de alto y luego, bajo. ”Pero otros niños dicen: ‘Es diferente porque este es más alto que este’, pero hacen el gesto de alto y de ancho. Y son estos los más propensos a beneficiarse de los conocimientos que les impartimos”.
“Creemos que es porque saben un poco más. Saben sobre anchura, la han reconocido... pero no pueden hablar de ella todavía. Son gestos capaces de atrapar información que aún no es accesible para el habla”, señaló Goldin-Meadow.
“Es realmente un conocimiento que tienen encapsulado en las manos”, concluyó.
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