Se trata de cuerpos -en este caso, humanos- que fueron preservados mediante diferentes técnicas de embalsamamiento o por circunstancias naturales después de su muerte y se mantienen, sorprendentemente, en muy buenas condiciones durante siglos.
Las más famosas son las egipcias y hay quienes viajan miles de kilómetros para verlas. Pero también hay muchas otras, menos conocidas, con historias atractivas y apasionantes que habitan en América del Sur. Los Andes reúnen los ejemplares más importantes: más cerca del cielo, los pueblos originarios de la cordillera, rendían culto a sus dioses,a través de los cuerpos momificados de niños y otros habitantes ilustres. O no. En muchos casos, resulta imposible reconstruir la historia, y es cuando las conjeturas ganan terreno, la momia recibe un nombre coloquial y se familiariza con quienes la descubren y la visitan.
Las momias presentan muchas incógnitas. Son cuerpos que deberían ser polvo y no lo son. Hay quienes las consideran morbosas, o hasta sacrílegas. Más allá de eso, son un tesoro para la arqueología. Estas son algunas de las más significativas:
1) Chinchorro
Arica, Chile
En las salas del museo San Miguel de Azapa se protege gran parte del tesoro Chinchorro, entre deshumidificadores y luces de bajo impacto, para que las momias se mantengan en condiciones similares a las que fueron halladas en el desierto del norte de Chile. Detrás de unas vitrinas se observan los cuerpos intervenidos junto a sus ajuares, tal como fueron enterrados. Hay mujeres, hombres, niños y nonatos. Yacen dentro de cajas rellenas de arena de río lavada.
Los Chinchorros, pueblo sedentario de pescadores que vivió entre el 7020 y el 1500 a.C en el litoral del Pacífico del desierto de Atacama y explotó el mar para subsistir, fueron los primeros en practicar la momificación artificial de sus muertos, miles de años antes que los egipcios.
Las primeras momias fueron descubiertas en 1917 por el alemán Max Uhle en la playa Chinchorro (de ahí la cultura homónima), pero se escribió muy poco sobre ellas. El descubrimiento de las nuevas momias, 93 en total, permitió profundizar el estudio de la cultura, desde su rescate hasta el análisis minucioso en el laboratorio dirigido por el antropólogo Bernardo Arriaza quien creó un sistema de clasificación de acuerdo al color y el tipo de momificación. Las más antiguas y complejas son las negras (5000 a.C. al 2800 a.C.), parecidas a una rígida estatua con todo el esqueleto reforzado y una oscura capa de pintura de óxido de manganeso abrillantado; las rojas (2500 a.C. a 1500 a.C.), tratadas con óxido de hierro y portadoras de largas pelucas, están menos desarticuladas que las negras, y hay otras más simples, cubiertas con vendajes o con una pátina de barro, pertenecientes a las etapas más tardías. Además, están las momias desecadas por vía natural, que suman casi la mitad; aparecen envueltas en esteras de fibra vegetal y pieles de camélidos, con ajuar de caza y pesca, que datan de los orígenes al fin de la cultura chinchorro.
La gran pregunta es, ¿cómo se conservaron tanto tiempo? Una de las posibles respuestas es medioambiental: más allá del tratamiento artificial de las momias, el desierto costero fue un aliado perfecto para su conservación. Por su aridez y alta salinidad, deshidrata los cuerpos y evita que se descompongan.
2) Niños de Llullaillaco
Salta, Argentina
Las Momias de Llullaillaco, también llamadas Niños de Llullaillaco o Niños del volcán, son los nombres con que se conocen los cuerpos de tres niños incaicos excepcionalmente conservados por cerca de 500 años. Fueron hallados a una altura de 6739 msnm cerca de la cima del volcán Llullaillaco, en el oeste de la provincia de Salta.
Desde mediados del siglo XX se sabía, por los relatos de montañistas, de la existencia de ruinas precolombinas en ese punto inhóspito de la cordillera de Los Andes. Y, en 1999, gracias a la expedición encabeza por Johan Reinhard, acompañado de la arqueóloga argentina Constanza Cerruti, entre otros, fueron encontrados los cuerpos de un niño de siete años («El niño»), una niña de seis («La niña del rayo») y una joven mujer de quince años («La doncella»). Su estado de conservación era tan bueno, que varios expedicionarios coincidieron en afirmar que parecían estar dormidos. Junto a ellos se hallaron 46 objetos que componían su ajuar, formado por figuras humanas y animales en miniatura, utensilios y alimentos.
En 2001, los «Niños del Llullaillaco» fueron declarados «Bienes Históricos Nacionales» y la cima del volcán «Lugar Histórico Nacional».
Si bien la localidad de Tolar Grande se opuso a que se las llevaran y fueran exhibidas en Salta, cinco años después del hallazgo, en 2004, se creó en esa ciudad el MAAM (Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta), especialmente para exhibirlas. Por razones de conservación, la muestra del MAAM presenta un niño por vez (uno cada cuatro meses aproximadamente). Las salas - en las que no se permite tomar fotos-, cuentan con sistemas de protección de alta tecnología a fin de mantener las condiciones de temperatura, humedad e iluminación necesarias para proteger este valioso patrimonio arqueológico.
3) Señora de Cao
Trujillo, Perú
La Señora de Cao es el nombre que recibe la momia femenina de la cultura mochica, civilización que vivió a lo largo de la costa norte peruanaentre los siglos I y VIII d.C. Fue descubierta en una tumba en Huaca, centro ceremonial de Cao Viejo, en el sitio arqueológico El Brujo, ubicado a unos 50 km al norte de Trujillo, en Perú en 2006.
El gran estado de preservación del cadáver se debe a que, al morir, se lo untó con sulfuro de mercurio para impedir la descomposición del cuerpo.También conocida como la Dama de Cao, al parecer por el lujo de los adornos y vestidos que acompañan su fardo funerario, fue una mujer con status de gobernante del antiguo Perú. Los restos momificados de la mujer estaban cubiertos por 18 collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa, adornos de nariz de oro y plata, diademas y coronas de cobre dorado. Falleció después de dar a luz, entre sus 20 y 25 años de edad. Su cuerpo tatuado en los antebrazos, manos y pies con arañas, serpientes e hipocampos o caballitos de mar indica que, además de haber ejercido un cargo de poder puede haber sido una chamana.
Hoy se exhibe en la sala 6 del museo de El Brujo, creado especialmente para este fin, junto con cerámicas, joyas, armas y vestidos que portaba cuando fue enterrada. Además, en la sala contigua, se exhibe el rostro reconstruído con tecnología láser en 2017, las mujeres visitantes pueden vestirse como la Señora de Cao, personificarla junto a sus guerreros, y sacarse una foto de recuerdo.
4) Leymebamba
Chachapoyas, Perú
En Leymebamba, un pequeño pueblo a poco más de dos horas y al sur de Chachapoyas, se encontraron más de 200 momias de la cultura preincaica Chachapoya. Los cuerpos fueron encontrados en chullpas (tumbas), en los acantilados de la Laguna de los Cóndores y hoy se conservan en el museo de Leymebamba, creado especialmente para su estudio, cuidado y exhibición.
A fines de 1996, unos hombres que estaban trabajando en la ladera de la laguna, encontraron tumbas, las abrieron y sacaron los cuerpos de los fardos en los que estaban envueltas dejándolos expuestos y a la intemperie. Cuando el descubrimiento se hizo público, los cuerpos se sometieron a tratamientos de conservación y en el año 2000 pasaron a ser exhibidas y conservadas en el museo.
El estado de conservación de los restos humanos era extraordinario, en parte por las varias capas de tejidos que los envolvían y en parte porque, a pesar de la humedad, la cornisa seca donde éstas se ubican contribuyó a la preservación de los restos orgánicos. Aparentemente, los Chachapoya no embalsamaban a sus muertos sino que elegían lugares de entierro con características que permitían la preservación de los cuerpos.
El Museo cuenta con tres salas en las que se pueden ver las momias –expuestas en vitrinas independientes, aunque la mayor parte de los cuerpos están en una sala oscura a la que no se puede acceder –, objetos encontrados con ellas, una explicación de la evolución histórica de la región y sus habitantes y las técnicas de momificación.
5) La Ñusta
La Paz, Bolivia
Después de pasar más de un siglo en el Museo de la Universidad del Estado de Michigan, en Estados Unidos, la momia conocida como La Ñusta (princesa en Quechua) viajó de regreso en 2019 a su lugar de origen, Bolivia donde se la conserva en un ambiente privado del Museo Nacional de Arqueología de Bolivia.
De acuerdo con los estudios realizados, los restos de la niña de aproximadamente ocho años fueron enterrados a mediados del siglo XV en una tumba de piedra al sur de la ciudad de La Paz junto con varios objetos como sandalias, una pequeña jarra de arcilla, plumas y varios tipos de plantas como maíz y frijoles. La Ñusta pudo haber sido miembro de los pacajes, reino aymara del sur del lago Titicaca que en el siglo XV vivía bajo dominio inca. La momia tiene características tanto de la cultura pacajes (su momificación) como de la inca ( postura en genuflexión en la que fue encontrada).
La vuelta a casa de los restos de esta princesa –que comenzó a gestionarse en 2016 con intención de poder estudiarla– se celebró con orgullo en el país andino, ya que la mayoría de las momias de esas culturas en Bolivia fueron destruidas.
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