La vivienda estudiantil ya no será igual
Las viviendas para estudiantes constituyen un producto clásico del real estate, con gran desarrollo y tradición en nuestro mercado.
Ir a estudiar a las ciudades grandes, sobre todo la carrera universitaria, ha sido una modalidad histórica muy arraigada, que dio lugar a gran cantidad de emprendimientos inmobiliarios en Córdoba, La Plata y en la zona de la Facultad de Medicina y de Ciencias Económicas en Buenos Aires, por sólo tomar ejemplos relevantes que se repiten en otras grandes urbes.
Los emprendedores venden unidades a gente de otros sitios, que compran para que los hijos las usen al irse a estudiar, o a inversores que las alquilan con igual fin, generando una renta atractiva. Pero la operación y el mantenimiento suelen traer dolores de cabeza con este perfil de usuarios, generalmente poco cuidadosos.
En el mundo desarrollado, y en especial en los Estados Unidos, la dinámica del producto es muy similar. Aunque el financiamiento de los proyectos es diferente, dado que usualmente sustituyen la venta minorista de departamentos en pozo por inversores institucionales y operadores especializados. Recientemente se ha modificado la modalidad de uso exigida por los estudiantes y el esquema operativo diario de estos complejos, a raíz de los cambios emergentes de las nuevas tecnologías. La llamada economía colaborativa, que está transformando desde el servicio de taxis hasta las cadenas hoteleras, pasando por los lugares de trabajo, a través de Uber, Airbnb y WeWork respectivamente, no está dejando a las residencias estudiantiles ajenas al proceso de transformación, que bien podríamos calificar como "copernicano". Se está generando una nueva modalidad de captación de estudiantes a través de la Web y las redes sociales, una operación mucho más racional del uso de las infraestructuras instaladas, e incluso esquemas de financiamiento de proyectos cada vez más novedosos, también basados en la tecnología, como el crowdfunding.
Se dice que en un futuro no tan lejano la propiedad privada individual será sustituida por los bienes a utilizar y a pagar estrictamente a demanda a través de nuestras apps. Y la propiedad estará en manos de grandes pools profesionalmente operados, en los cuales cada inversor podrá participar, entrando y saliendo según su conveniencia y necesidad, también a través de apps. Los estudiantes seguirán yendo a los lugares más atractivos a formarse y a completar lo que aprenderán a distancia por la Web. Su manera de habitar ya no será igual. Y los desarrolladores inmobiliarios, siempre atentos, seguirán impulsando proyectos disruptivos que satisfagan esta dinámica y cambiante demanda.
El autor es rector de EN Real Estate