“La veterinaria isleña”: pasa 12 horas por día en una lancha que convirtió en consultorio móvil para atender animales
Con una embarcación propia que compró a base de mucho esfuerzo, Leila Peluso recorre varios kilómetros por día y, entre turnos y urgencias, hace lo que más le gusta; “Es apasionante”, destacó en diálogo con LA NACION
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Junto a su embarcación, Leila Peluso recorre durante todo el día la isla del Tigre. En una situación que se dio de manera impensada, decidió cortar la monotonía de un trabajo al que calificó como “tradicional” en una veterinaria de la ciudad, para salir a buscar sus propios clientes. Reemplazó la comodidad de un consultorio por la chance de explorar un territorio desconocido. Así, descubrió un mundo nuevo.
Con una familia dedicada a los deportes náuticos, Leila unió esa pasión heredada con la suya propia: los animales. Por eso, estudió veterinaria.
“Siempre supe que quería ser veterinaria. Disfruté mucho la carrera a pesar de lo larga y sacrificada que es. Mi objetivo siempre fue claro, aunque nunca imaginé ser una ‘veterinaria isleña’”, manifestó la protagonista de esta historia en diálogo con LA NACION.
Con constancia y sacrificio, empezó con sus primeros clientes sin tener una independencia para transportarse, lo que la llevó a -con el tiempo- armar su propio local móvil. “Al principio me manejaba en lancha colectiva, que es cómo ir en el colectivo de la ciudad, pero sobre el agua. Los recorridos son preestablecidos, con horarios fijos. De acuerdo a los llamados que me llegaban, me iba a la estación fluvial de Tigre, viajaba 30- 40 minutos, atendía al animal y capaz tenía dos horas de demora hasta que me pasaba a buscar la lancha de vuelta”.
A raíz del “boca en boca”, un método popular infalible para la recomendación de una persona o servicio, Leila presionó el acelerador y decidió sumergirse en el sueño de recorrer desde la mañana hasta la noche la isla en busca de poder sanar a los animales.
“Cuando empecé con más pacientes, decidí tener una embarcación propia para independizarme. Mi primer vehículo fue un semirrígido, un gomón de 4 metros con el que recorría toda la isla, pero al ser chiquito y descubierto, los días de lluvia y sudestada me dificultaban para navegar y llevar los elementos”, relató, con mucho orgullo, ya que descubrió una nueva arista en su profesión.
El paso del tiempo y la demanda de los nuevos clientes la llevó a adquirir una nueva lancha tracker, la cual cuenta con una cabina –que la protege en días lluviosos- y un espacio más amplio para incluir hasta una camilla en casos de emergencia.
Su agenda, el relato de una pasión y la charla TED para expandir su conocimiento
Al finalizar cada día, Leila revisa su agenda y empieza a diagramar lo que será la semana en cuanto a vacunas y desparasitaciones. Pero, también tiene en cuenta alguna urgencia que le pueda hacer modificar los planes y la obligue a trasladarse de una punta a la otra de la isla.
Desde las 8 de la mañana, arranca su embarcación y se amarra en cada muelle donde sale a asistir a los perros y gatos, quienes se convirtieron en su compañía diaria. “Hay días que recorro 30 kilómetros y otros, 100. Estoy 12 horas promedio así y no paro hasta que baja el sol. Voy río por río, por cada muelle que me llaman, atiendo al animal y vuelvo a subir. Atiendo entre 8 y 10 diarios, más de eso no llego a hacer”, destacó la veterinaria, quien mantiene una agenda completa de compromisos y, a la vez, se toma su tiempo para armarse un mate y comer una vianda. Además, utiliza sus redes sociales (@veterinariaislenaok) para mostrar lo que más la apasiona de su trabajo.
A medida que avanza la charla con este medio, revisa su agenda y continúa el camino hacia nuevas aventuras. Algo que la impulsa a diario es lo impredecible, y así lo remarca: “Es algo apasionante, todos los días hay algo distinto para hacer. Intento un recorrido diferente por cada río, y es ahí donde me puede cambiar el viento, el clima, me puede sonar el teléfono para una urgencia y tengo que salir para un lado donde no estaba previsto”.
Fruto de su labor, y en honor a su profesión, recibió una distinción especial al ser designada a dar una charla TED en Tigre, donde vive. “Me invitaron y para mí fue un gran aprendizaje. Me capacité con cursos de oratoria para brindar un mensaje de tenencia responsable de los animales, que antes eran considerados mascotas para sus dueños al referirse a ellos como una suerte de talismán. Hoy, por el gran vínculo afectivo que tienen, se los considera como un integrante más de la familia”.
A seis años de una decisión que marcó para siempre su forma de encarar la vida, Leila recibe mediante su WhatsApp mensajes que pueden modificar su rutina y volverla una verdadera aventura. La noche marca el final del recorrido y, también, el comienzo de un posterior itinerario vertiginoso.
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