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Ya no le “servía”. Había cumplido su ciclo y necesitaba deshacerse de ella. ¿Pero cómo hacerlo sin arriesgarse a ser denunciado? Recurrió a una artimaña más y se le ocurrió decir que la coneja estaba preñada y que él ya no podía ocuparse de ella. Había conseguido trabajo y estaría fuera de su domicilio todo el día.
Se enteraron del caso a través de las redes sociales y, de inmediato, se ofrecieron a realizar el rescate. “Una mañana nos contactó una persona a través de nuestra cuenta de Instagram (@conejitosbuenosaires) para notificarnos que alguien buscaba deshacerse de un par de conejitos. Los explotaba, vendía las crías y los tenía en pésimas condiciones. Accedimos a realizar el rescate. La persona que nos había contactado encontró la forma de buscar a los conejos. Yo me ofrecí a encargarme de la rehabilitación, tratamiento y posterior adopción de los conejitos”, explica Marie Correa, al frente del grupo de voluntarios que rescata conejitos en situación de maltrato o vulnerabilidad.
“En la veterinaria descubrimos algo triste”
Una vez a salvo, las voluntarias pudieron saber que se trataba efectivamente de una pareja de conejos jóvenes. No tenían más de ocho meses y, por lo que habían averiguado, habían estado juntos desde su nacimiento. “Cuando llegó a nosotras, supuestamente la conejita estaba embarazada. En cuestión de dos semanas ya iba a parir. Pero cuando la llevamos a su primera consulta veterinaria descubrimos algo muy triste. En realidad Miel estaba enferma y a tan corta edad padecía una infección en su útero producto de la cantidad de embarazos que había tenido”.
Los conejos se desarrollan sexualmente entre los cuatro y los cinco meses y el tiempo de gestación se calcula en un promedio de treinta días. “Haciendo números, pensamos que Miel habrá parido, como mínimo unas cuatro veces en su corta vida”.
Al macho que estaba con ella, le consiguieron rápidamente un hogar de tránsito. Allí estuvo poco tiempo ya que en las consultas veterinarias habían comprobado que solo presentaba ácaros en las orejas y que, con el tratamiento adecuado y una alimentación acorde a su especie, podría irse en adopción. “Pronto le pudimos conseguir una familia que anhelaba adoptar a un conejito para cuidarlo, amarlo y mimarlo mucho. Él ahora tiene una mamá, papá y hermano humano. Es el rey de la casa”.
Un alumbramiento que nunca sucedió
Para Miel se decidió que los pasos a seguir serían ajustados a su situación. “El veterinario sugirió, en primera instancia, no hacerle una ecografía para revisar el estado del embarazo. Si, como nos había dicho la persona que la tenía, estaba cerca de parir, eso representaría un estrés para ella”. Sin embargo, a medida que pasaban los días y el alumbramiento no sucedía, fue necesario realizar el estudio. Con las imágenes finalmente se descartó que estuviera embarazada y se diagnosticó la inflamación e infección en el útero. De inmediato comenzó un tratamiento con antibióticos y al tiempo Miel pudo ser esterilizada.
Mientras, en su hogar de tránsito Miel se portó muy bien y mostró un carácter dulce y tranquilo. “Es un ángel, fue ganando confianza y pronto pudimos conseguirle una familia en Mar del Plata. Allí vive ahora junto a un hermano de su especie llamado Brownie. La familia estaba dispuesta a darle el amor y cuidado que ella ameritaba. Vinieron a capital a buscarla y realizaron un proceso de socialización para garantizar que ambos conejitos se llevaran bien. Es recomendable que los conejos no estén solos, ya que la socialización es fundamental para su bienestar psicológico y físico. Necesitan compartir con otros de su especie”.
“Queremos devolverles la dignidad que merecen”
Todo resultó de maravillas. Hoy Miel y Brownie se miman todo el día. Juegan, duermen y hacen binkies juntos y, los fines de semana, van a la casa de los abuelos a correr por el jardín. Entre otras curiosidades, los conejos suelen expresarse a través de lo que se llama binky. Se trata de un comportamiento característico que consiste en saltos altos, giros en el aire y carreras a toda velocidad. Para los amantes de los conejos, un binky es una de las manifestaciones más claras de felicidad. De hecho, cuando un conejo hace un binky, está expresando alegría y satisfacción.
Miel y su compañero fueron los primeros conejitos que el grupo rescató. “Con ellos nos sensibilizamos con aquellos casos de conejitos que están siendo explotados y luego terminan siendo inservibles para aquellos que los usan, maltratan y explotan. Ellos nos motivaron a poder seguir rescatando conejitos y siempre anhelamos poder encontrar hogares que estén dispuestos a cuidarlos con el compromiso y responsabilidad que cualquier animal necesita. Estamos muy felices de poder contar con este espacio para poder hacer visibles a los orejones. Existe una gran comunidad que ama y convive con ellos. Por ellos nos hemos unido: porque experimentamos el amor por los conejos y queremos devolverles la dignidad que merecen”.
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