Hace 50 años la NASA lanzó la última misión tripulada del Programa Apolo a la Luna, desde entonces ningún humano volvió a caminar sobre la superficie lunar
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El 12 de septiembre de 1962, en plena Guerra Fría con la Unión Soviética, el presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy anunciaba la intención de los Estados Unidos de ser el primer país en enviar un hombre a la Luna. Hacía cinco años que los soviéticos venían liderando la carrera espacial, con el envío al espacio de la perra Laika, que se convirtió en el primer ser vivo en llegar al espacio, a bordo del Sputnik 2.
Siete años después de aquel discurso, el 20 de julio de 1969, Neil Alden Armstrong, comandante de la misión Apolo 11, cumplía con el desafio anunciado por el mandatario y caminaba por la superficie lunar. Desde allí, pronunció su inolvidable frase: “Un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad”. La hazaña fue televisada y 650 millones de personas de todo el mundo disfrutaron del espectáculo que marcaba un hito en la historia. Era el comienzo de una nueva era espacial.
Si bien Armstrong fue el primer hombre en pisar la luna, no fue el único. Entre julio de 1969 y diciembre de 1972, a través del Programa Apolo de la NASA, que contó con el trabajo de 400.000 científicos, ingenieros y técnicos, se realizaron seis misiones exitosas tripuladas a la Luna. En total, 12 personas pisaron su suelo. La última en realizar la hazaña fue el Apolo 17, que batió récords y marcó un antes y un después en la historia de la aeronavegación espacial.
Apolo 17
La madrugada del 7 de diciembre de 1972, desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, Estados Unidos, despegó el cohete Saturno V. Aunque su lanzamiento estaba previsto para un día anterior, debió postergarse unas horas por una falla técnica. Se convirtió, sin planificarse, en el primer lanzamiento nocturno de un Apolo. Cuatro días después, tras recorrer los 384 mil kilómetros que separan la tierra de su satélite natural, el Apolo 17 llegó a la orbita lunar.
A diferencia de las misiones anteriores, el Apolo 17 tenía una peculiaridad que hacía a la misión única: por primera vez un científico entrenado para caminar sobre la superficie lunar era parte de la tripulación. En las anteriores habían viajado pilotos científicamente entrenados.
La decisión de enviar un científico a la Luna fue porque se vislumbraba el final (abrupto) del Programa y la comunidad científica presionaba: no se quería dejar pasar la oportunidad para realizar la mayor cantidad de estudios posibles para conocer sobre el origen y evolución del satélite natural.
El elegido fue el geólogo Harrison Hagan “Jack” Schmitt, que desde hacía unos años se había sumado al grupo de científicos de la NASA. Tuvo el rol de piloto del módulo lunar del Apolo 17. Junto con él, viajaron el comandante Eugene Andrew Cernan y el piloto del módulo de mando Ronald Ellwin Evans.
Mientras que para Evans era su primer viaje al espacio, antes se había desempeñado como aviador naval, Cernan era un astronauta experto. En 1966, había viajado por primera vez al espacio con la misión Géminis IX-A y en 1969, fue el piloto del módulo lunar en la misión Apolo 10, que se aproximó a 140 kilómetros de la superficie lunar, pero no descendió en ella.
110 kilogramos de muestras
Una vez que el Apolo 17 llegó a la orbita lunar, el 11 de diciembre de 1972, Evans permaneció a bordo del módulo de mando y Cernan y Schmitt llevaron el módulo lunar Challenger a la superficie del satélite. Aterrizaron dos horas y media más tarde, en el valle Taurus-Littrow, que se encuentra situado en la cara visible de la Luna (el hemisferio que está permanente orientado hacia la tierra), en el borde sudeste del Mare Serenitatis (Mar de la Serenidad). Es una región de gran interés geológico por la proximidad de zonas volcánicas de más de 3.000 millones de años.
Cernan y Schmitt lograron alunizar y permanecieron tres días en la superficie de la Luna. Su estadía marcó un récord. Hasta ese entonces, ninguna otra misión Apolo había logrado permanecer tanto tiempo. En el caso del Apolo 11, Armstrong y Buzz Aldrin, piloto del módulo lunar, estuvieron 22 horas en la Luna.
Entre los objetivos del Apolo 17 estaba el análisis de la geología lunar, la realización de experimentos, la recolección de muestras y la toma de fotografías.
Para cumplir con su objetivo, tras el alunizaje, Cernan y Schmitt recorrieron 30,5 kilómetros en una Rover Lunar, un vehículo con ruedas especialmente diseñado que se propulsaba eléctricamente. Nuevamente, la misión marcaba otro récord: la mayor distancia recorrida en el vehículo.
Durante su estadía en la Luna, el científico y el comandante, además de realizar varios experimentos, lograron recoger 110,65 kilogramos de muestras de roca y regolito, una capa de polvo y escombros que cubre la superficie del satélite. Mientras tanto, Evans permanecía en el módulo de mando orbitando la Luna.
Respecto de los experimentos, al igual que la misión Apolo 15, Cernan y Schmitt instalaron sondas debajo de la superficie lunar para medir la temperatura. Los datos transmitidos desde esas sondas se grabaron en cintas magnéticas, desde 1971 hasta 1977, por el Centro Espacial Johnson de la NASA.
“Esperanza y paz para la humanidad”
Buscando imitar a Armstrong, Cernan dijo unas palabras solemnes antes de abandonar la Luna: “Este desafío estadounidense de hoy forjó el destino del hombre del mañana. Y, al salir de la Luna, nos vamos como vinimos y, si Dios quiere, como volveremos, con paz y esperanza para toda la humanidad. Que Dios acompañe a la tripulación del Apolo 17″. Pero su frase no se popularizó tanto como la de su par.
En cambio, serían sus pisadas las que recordaría la historia: Cernan fue la última persona que caminó sobre la Luna. Desde el 14 de diciembre de 1972, ningún humano ha vuelto a visitarla.
El fin del Programa Apolo
Cuando el Programa Apolo comenzó a desarrollarse por los Estados Unidos, durante la presidencia de Dwight David Eisenhower, no tenía previsto enviar personas a la Luna.
Sin embargo, el avance de la Unión Soviética en la carrera espacial los obligó a redoblar la apuesta. En 1957, los rusos enviaron a la perra Laika al espacio, el primer ser vivo que orbitó la Tierra. Y en 1961, el cosmonauta Yuri Gagarin fue el primer ser humano en contemplar la Tierra desde el espacio.
En 1962, John Fitzgerald Kennedy anunció la proeza máxima: Estados Unidos sería el primer país en enviar un hombre a la Luna. Y en 1969, con el apoyo de un financiamiento sin precedentes, el Apolo 11 lo consiguió. Aunque él no pudo disfrutar de la hazaña porque fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 por un francotirador mientras recorría la ciudad de Dallas.
Una vez demostrada la supremacía norteamericana, el interés por los viajes a la Luna comenzaron de a poco a desvanecerse. Aunque estaban previstas las misiones Apolo 18, 19 y 20 no llegaron a realizarse por restricciones presupuestarias. Cuando el presidente Richard Nixon tomó esa decisión, los Estados Unidos se retiraban derrotados de la guerra de Vietnam, luego de una década de combate y una fuerte presión social. Las misiones Apolo fueron reemplazadas por el desarrollo del transbordador espacial que implicaba un costo menor.
Actualmente, la NASA concentra sus esfuerzos en el Programa Artemis. El 16 de noviembre pasado despegó el Artemis 1. Hasta el momento la cápsula espacial Orión está cumpliendo la misión con éxito e iniciando su retorno a la Tierra previsto para el próximo 11 de diciembre. La misión es una primera prueba de vuelo sin tripulación con el objetivo de allanar el camino para un vuelo futuro tripulado en 2024.
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