Los tres se conocían bien, se semblanteaban en los campamentos, mientras nubes de mosquitos emergían del pantano y mordían sus carnes ennegrecidas por el humo de los cañones. Estaban igualados en la contienda, pero enfrentados en las ideas.
Los tres se curtieron acumulando galones y medallas a medida que la guerra avanzaba hacia su destino fatal, aunque a la hora de fumar un cigarro en los fogones, mirar las estrellas o jugar a los dados trasnochando sueños, aquellos hombres mostraban cepas bien distintas.
Roca, el paciente y astuto oficial que exigía disciplina y sabía adónde se dirigía.
El gringo Pellegrini, corpulento y temperamental, capaz de estallar sin que su mente se obnubilara.
Y Alem, el hombre de Balvanera, de recia estampa y mirada triste.
Los campos del Paraguay los bautizaron a los tres con el fuego de los fusiles y la sangre derramada en las trincheras. El coraje estaba descontado, a todos les sonaba en los oídos el llamado de la patria. Las diferencias que los separaban provenían de otro fuego, uno que crepitaba en su infancia, en las familias que les dieron origen. Y se profundizaron en las lides políticas cuando la paz se impuso.
¿Será que hacía falta el espanto para alinear esos tres corazones patrios?
Tuyutí logró el milagro, a costa de pólvora y muerte. El comandante en jefe del ejército aliado y presidente de la República Argentina, Bartolomé Mitre, tuvo a los tres bajo su mando aquel día. Dicen que el sol resplandecía entre bañados y lagunas, que la hierba ocultaba el lomo de los caimanes y las garzas pintaban de blanco el cielo. Dicen, los que recuerdan, que era una bella mañana la que eligió el ejército paraguayo para atacar. Que las fuerzas conjuntas de Argentina, Uruguay y Brasil se defendían con el alma desprendida del cuerpo. Y que los paraguayos derrochaban lealtad a su jefe, Francisco Solano López, en cada grito de guerra. Los que saben cuentan que hubo tantas bajas ese día, que la historia confunde las cifras. La sangre empañó el brillo del sol por un momento, las garzas huyeron y los habitantes de las lagunas nadaron entre los cuerpos que la corriente alejaba.
¡Tuyutí fue la tumba de tantos corazones patrios!
Los tres sobrevivieron. Ese día, el destino los eligió para que latiesen durante muchos años más. Roca se alió con Mitre, Pellegrini se distanció de Roca y disputó con Alem, y corrió abundante agua bajo los puentes de nuestra historia. Aun así, al cerrar los ojos, se puede escuchar el latido de los tres corazones patrios. Y vaya uno a saber si es cosa del azar o de la Providencia… Al escucharlos, parece que laten al unísono.
NOTA DE LA AUTORA: Tuyutí fue la batalla más grande que se libró en la América del Sur, tanto por los ejércitos que participaron como por el número de muertos. Ese día 24 de mayo de 1866 se decidió la suerte del Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza que lo enfrentó a la Argentina, el Uruguay y el Brasil, aunque la contienda se prolongó por mucho más tiempo (en mi novela "Y Porâ"). De los tres corazones patrios que compartieron aquel cruento episodio, dos llegaron a ser presidentes de la República –Julio A. Roca y Carlos Pellegrini- mientras que el tercero, Leandro N. Alem, fundó la Unión Cívica Radical.
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