La triste historia de Nim Chimpsky, el chimpancé criado como humano para un fallido experimento
Fue cuidado por humanos desde su nacimiento y aprendió a manejar, fumar y a comunicarse con señas, pero tras la investigación fue confinado en una jaula y se volvió agresivo
- 5 minutos de lectura'
Algunos de los experimentos realizados en nombre de la ciencia pueden superar los límites de la ética. Eso fue lo que sucedió con Nim Chimpsky, un chimpancé que se convirtió en objeto de estudio para explorar las diferencias lingüísticas entre humanos y animales.
El psicólogo Herbert S. Terrace se propuso poner a prueba la teoría de que solo los seres humanos utilizaban el lenguaje para comunicarse, en sintonía con las hipótesis de los años 70, y para esto utilizó como conejillo de indias a una cría de chimpancé de solo dos semanas, nacida en el Instituto de Estudios de Primates en Norman, Oklahoma, Estados Unidos.
Terrace bautizó al primate como Nim Chimpsky, en un homenaje al célebre lingüista Noam Chomsky, y lo envió a vivir con la familia de Stephanie LaFarge, una asistente de la investigación.
El objetivo era que Nin fuera criado como un niño más. LaFarge debía educarlo como a un hijo, lo que ella hizo, incluso amamantándolo como a un bebé; le enseñó a ir al baño, aprendió a conducir automóviles y hasta fumó regularmente, según publicó el periódico inglés Daily Star.
A Nim le enseñaron el lenguaje de señas e incorporó hasta 125 señales para comunicarse con los humanos. El primate evolucionó de tal manera que se convirtió en una celebridad, apareciendo en varias portadas de revistas.
El “Proyecto Nim” parecía ser un experimento histórico con implicaciones revolucionarias para la teoría de Chomsky sobre la comunicación de diferentes especies, pero la familia LaFarge y sus amigos hippies no se atuvieron a las consignas que les planteó el profesor Terrace, y criaron a Nim con un enfoque más libre.
Sus padres del corazón no llevaron los registros de las aptitudes de Nim y le perdonaban sus comportamientos animales, por decirlo así, como ciertas agresiones, mordiscos y arañazos. Es que Nim, a pesar de haber sido criado como un humano, no era diferente de otros chimpancés.
Cuando Nim cumplió cuatro años y se volvió demasiado grande para ser cuidado en un entorno doméstico, los científicos decidieron terminar el experimento después de que atacara a un cuidador. El profesor Terrace asumió el fracaso: el lenguaje de señas de Nim era solo una vía para comunicar sus necesidades y tenía poco que ver con la comunicación humana.
Nim fue enviado a un laboratorio científico y permaneció en una pequeña jaula de alambre; incluso se ha dicho que Terrace pidió que fuera sacrificado, pero sus cuidadores lograron rescatarlo de la muerte y fueron llevándolo de casa en casa, como a un fugitivo de la ley y de la ciencia.
Terrace visitó a Nim una última vez y el chimpancé demostró una alegría inusual, pero el profesor nunca regresó. Para él, el mono no era más que un animal que había sido sometido a un fallido experimento.
Cuando el documentalista James Marsh contó la historia con la película Project Nim, de 2011, dejó en evidencia algo todavía más indignante: el científico tenía más interés en sus jóvenes estudiantes que en Nim, lo cual también explicaría su extraña decisión de no consultar a ningún experto en chimpancés antes de realizar los ensayos.
El lenguaje de signos fue enseñado estrictamente por profesores que trabajaban con niños, y la joven LaFarge, que había educado a Nim como a un humano, no tenía ninguna experiencia con animales. Otro estudiante que vivió con Nim recordó su asombro al ver que el chimpancé le pedía, mediante señas, cannabis para fumar: “Él nos hizo señas de que era ‘tiempo de fumar marihuana’, eso nos sorprendió”.
“Aunque estábamos familiarizados con los chimpancés que hacían cosas como beber y fumar cigarrillos y ese tipo de cosas, nunca había tenido un chimpancé que me pidiera marihuana. Fue una revelación”, dijo Bob Ingersoll.
También dijo que el primate se convirtió en un verdadero amigo de los humanos que lo cuidaban. “Fue fácil pasar el rato con él. Hizo por mí lo mismo que creo que hice por él, que fue hacerlo sentir cómodo, seguro y familiarizado con la situación”.
Ingersoll fue uno de los que ayudaron a rescatar a Nim del laboratorio donde estaba encerrado y lo llevó a un rancho especial para animales maltratados. Pero a pesar de haber recuperado la libertad, no podía interactuar con otros chimpancés y habitualmente se mostraba agresivo con ellos. Incluso, una vez llegó a causar la muerte de un perro.
Nim murió de un ataque cardíaco en 2000. Tenía 26 años, algunos menos que la esperanza de vida de un ejemplar de su especie. “Los chimpancés no necesitan estar con los humanos. Necesitan tener una vida de chimpancé. Así que mi propia necesidad personal de pasar el rato con Nim o caminar con Nim no era tan importante para mí como hacer lo correcto por él”, dijo Ingersoll.
“Espero que una de las lecciones que aprendimos de la vida de Nim es que mantener a los chimpancés en jaulas es una tortura y realmente causa estragos en su salud mental”.
Otras noticias de Animales
Más leídas de Lifestyle
Alimentación. Las 11 reglas para vivir más años, según la familia más longeva del mundo
¿Es así? Qué personalidad tienen las personas que se bañan por la mañana
Según el Feng Shui. Cuál es el lugar ideal de la casa para poner el árbol de jade, la planta que atrae la prosperidad económica
Para considerar. El alimento que un cardiólogo recomendó no incluir jamás en el desayuno